jueves, 29 de agosto de 2019

7 claves para conocer nuestras necesidades y expresarlas


Foto: www.lamenteesmaravillosa.com


José Portillo
Orientador en el Teléfono de la Esperanza
1. Separar problemas de sentimientos. Observemos nuestras dificultades separándolas de lo que sentimos. Evitemos los juicios, las interpretaciones, las justificaciones, etc. Expresémonos en primera persona. Es importante ponerle nombre a lo que sentimos. Por ejemplo, puedo sentir rabia. Sólo nosotros somos responsables de lo que sentimos. Evitemos frases como: "Me siento solo" cuando nos refiramos a aquellos por quienes nos sintamos abandonados, ya que depende de nosotros el hecho de disfrutar de la soledad y de encontrar a quienes les sea grata nuestra compañía, y "me siento manipulado", cuando somos nosotros quienes les permitimos a aquellos en quienes confiamos que entren y salgan de nuestra vida. Hagámonos responsables de nuestros deseos, necesidades y sentimientos.
2. No estamos obligados a satisfacer a los demás
No tenemos la obligación de satisfacer a los demás, ni ellos tienen por qué satisfacernos a nosotros. Las expectativas que tenemos respecto de los demás son generadoras de sufrimiento estéril. Si no espero nada y no recibo no me frustraré, y si recibo poco lo valoraré como si fuera mucho. No todas nuestras necesidades serán satisfechas, pero deben ser reconocidas por nosotros.
3. Cómo expresar nuestras necesidades a los otros
Hagámosles a los demás demandas realistas, positivas y negociables. Si me siento solo, no puedo pedirle a uno de mis amigos que me dedique un fin de semana, pero sí puedo pedirle que me dedique varias horas para realizar una serie de actividades gratas para los dos. Las demandas han de ser realistas y positivas, ya que nadie nos puede dedicar todo su tiempo, recursos y energía, y porque no surte el mismo efecto decir: "Nunca te acuerdas de mí", que decir: "Me gustaría pasar una tarde contigo". Las demandas también son negociables, ya que, para que los demás quieran compartir actividades con nosotros, las mismas han de ser atrayentes para ellos y para nosotros.
4. Seamos empáticos.
La comunicación consiste en escuchar y expresar. Cuando íbamos a la escuela nos enseñaron a hablar, pero no se nos ha educado para escuchar, y por eso vivimos en un mundo en el que existe una terrible necesidad de hablar, y en el que muchos que viven rodeados de gente, se sienten solos e incomprendidos.
Seamos queridos por quienes somos, y no por lo que somos. Si soy querido por mi manera de ser, disfrutaré de mis relaciones, pero, si soy querido por mi capacidad de escuchar a los demás y por las herramientas de que dispongo para ayudarlos, me sentiré utilizado por ellos, ya que, cuando no me necesiten, no me llamarán.
Si vivimos exclusivamente para complacer a los demás, quizás acabaremos creyendo que no nos comprenden y nos manipulan, sin percatarnos de que somos nosotros quienes les hacemos creer que nos gusta amoldarnos a ellos. Esta es la razón por la que necesitamos aprender a decir lo que deseamos, lo que necesitamos y cómo nos sentimos desde el primer instante en que iniciamos una relación, ya que ocultar nuestros deseos, necesidades y sentimientos para caerles bien a los demás, tiene un precio muy elevado, que puede suponer la ruptura de bastantes relaciones.
5. Decir no genera respeto a independencia
¿Queremos a nuestros familiares o a nuestra concepción de lo que debe ser una familia? Nuestros deseos no siempre se amoldan a la realidad que vivimos. Esta es la razón por la que podemos formar parte de un voluntariado en el que suceden cosas que no nos agradan, y asistir a una congregación religiosa en la que la mayoría de feligreses tienen una manera de pensar que no es afín a la nuestra en muchos aspectos.
Aprendamos a decir no para generar respeto bidireccional, responsabilidad, fuerza e independencia. Él no es un límite generador de protección respecto de nosotros y de respeto a nosotros por defender nuestros intereses, y a los demás, porque tienen derecho a que no los engañemos y a que confiemos en ellos, a no ser que nos demuestren que no son dignos de nuestra confianza.
Detrás del miedo a los conflictos está la carencia de seguridad afectiva. Los conflictos son útiles en la medida que nos ayudan a madurar y a poner en práctica nuestros recursos para superarnos a nosotros mismos, pero, si tenemos miedo a lo que suceda cuando expresemos nuestros deseos, necesidades y sentimientos, serán fuentes de miedo. ¿Conocemos a alguien que hace favores sin querer hacerlos para evitar ser rechazado?

6. Escribir cartas para desahogarnos
Gestionemos nuestra rabia, que es indicativa de la presencia de injusticias. Conectemos con la tristeza y las necesidades no cubiertas cuando estemos relajados, para evitar estallar emocionalmente contra nosotros o contra nuestros familiares, compañeros, et. A este respecto, es útil escribirles cartas a quienes nos han hecho daño las cuales serán rotas o quemadas cuando las leamos, ya que la finalidad de las mismas no es llegar a sus destinatarios, sino proporcionarnos un desahogo, y el juego de la silla vacía, cuya finalidad consiste en mantener una conversación con alguien que nos ha herido sin que esté presente, presagiando sus respuestas.
7. Observar a que le dedico mi tiempo
Utilicemos un vocabulario que no nos limite. Evitemos decir frases como "no tengo tiempo" o "no es mi responsabilidad" cuando ello nos suponga estancarnos en situaciones que no queremos resolver por miedo a lo que pueda sucedernos. Observando a quién y a qué le dedicamos nuestro tiempo, descubriremos nuestras carencias. Amparo se siente liberada cuando los enfermos de cáncer se desahogan con ella porque también tiene esa enfermedad, y porque no se permite expresar sus emociones y sentimientos. Luis preside una asociación religiosa constituida por invidentes y deficientes visuales graves, y se siente divinamente acompañando a quienes se sienten tan solos como él. Olvidemos el sistema de castigos y recompensas respecto a nuestras relaciones. Dicho sistema se ha aplicado en el sistema educativo, pero en el mundo relacional es percibido como instrumento de manipulación.





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