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Ana Manrique
Psicóloga voluntaria del Teléfono de la Esperanza
En el número 81 de la revista Infocop, Abril-Junio 2018, se publicaron una serie de
datos que he creído interesante comentar, debido a la actualidad que estos
temas tienen y al interés social que emanan de cara a la labor diaria en el Teléfono de la Esperanza.
La cuestión candente y prioritaria que aborda es
el suicidio. Bajo el título de 'Problema silenciado'. Los datos que aporta,
procedentes de diversas fuentes, son inquietantes. En primer lugar porque
las propias fuentes reconocen que son datos dudosos, ya que hay casos de
suicidio que no son recogidos como tales certificándose la causa de la muerte
como accidental.
En segundo lugar destaca de forma específica que el suicidio
juvenil se ha convertido en los en un “problema de salud pública significativo”
(Calear et al ., 2016), recalcando que después de la muerte por tumores, el
suicidio es la siguiente causa de muerte entre jóvenes de 15 a 34 años, (Fundación Salud Mental España, [FSME], 2017).
En los jóvenes es importante prestar atención
a comportamientos y procesos psicológicos que maduren o encubran sentimientos y pensamientos suicidas, teniendo en cuenta la dificultad en estas
edades de poner palabras y, sobre todo, exteriorizar estos sentimientos y pensamientos.
La ideación suicida o las conductas autolíticas emergen a la superficie desde procesos más
íntimos que les son difíciles de expresar.
Al hilo del tema de nuestros jóvenes, en este
mismo número de la revista se trata el tema de los trastornos mentales en la
población joven, afirmando que en el
último año, uno de cada tres jóvenes de entre 15 y 29 años, ha sufrido algún
tipo de trastorno mental. El documento se basa en datos de una muestra de 1200
jóvenes en esta franja de edad.
Obteniéndose datos sobre el
trastorno del sueño, desordenes alimentarios, hábitos de vida o que 6 de cada
10 jóvenes toma medicamentos sin prescripción médica.
Se puede consultar este interesante documento
en:
En este mismo número se destaca un trabajo de
la Universidad de Córdoba acerca del factor de riesgo que supone para la
autoestima de los jóvenes las redes
sociales, siendo estas una referencia de sus vidas, confundiendo la realidad con la virtualidad,
y posponiendo la comunicación personal, llegando a aislarse , creando así,
un mundo mental patológico.
En otro artículo, podemos leer
algo que también he considerado de suma importancia: acerca de que en
los centros educativos se omite hablar
sobre salud mental.
Considero que al hablar de salud mental desde
un punto positivo, se generan
conductas sanas, hábitos de
sueño, alimentación, horarios, formas de comunicación positiva… que
abrirían paso a otro tipo de
comportamientos creadores y
satisfactorios para nuestros jóvenes.
Se desarrollaría la autoconfianza en ellos,
desde los parámetros del respeto, la seguridad,
la imparcialidad, dando paso a un proceso abierto de conocimiento de sí
mismos y de los demás que labraría aspectos positivos en la autoestima, el autoconcepto, etc., sintiéndose eficientes, capaces de
desarrollar la constancia que daría
lugar a su estabilidad emocional y bienestar.