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José Portillo Pérez.
Entre Jóvenes 19/09/2014.
Un año más, se ha terminado el verano, y empezamos un nuevo curso. Quizás quienes tenéis trabajo habéis tenido la oportunidad de descansar, como también lo han hecho los estudiantes que no han tenido que examinarse de varias asignaturas a principios de mes. Independientemente de cuál sea vuestro caso, después de terminar un periodo de tiempo en el que la mayoría de la gente intenta dedicarse a las actividades de ocio que le gusta en la medida que le sea posible, con la llegada de septiembre, volvemos a adaptarnos al horario normal de los meses de trabajo, con una serie de proyectos en mente.
Proyectos personales para este nuevo curso
¿Os ha sucedido alguna vez que os habéis propuesto llevar a cabo proyectos que no os han salido como os hubiera gustado?
Estoy de acuerdo en que cuando hacemos proyectos con un grupo de gente y salen como no queremos o no se realizan, no tenemos por qué ser los únicos responsables de que ello suceda, pero, ¿se os han interrumpido alguna vez vuestros proyectos por falta de planificación?
¿Para qué sirve la planificación inteligente?
Os hablo de la planificación inteligente, porque la misma no consiste en hacer planes que se acaban olvidando o que pueden frustrarnos si no los llevamos a cabo, pues tiene la misión de que nos organicemos, a fin de que hagamos todo lo posible para que podamos hacer lo que nos propongamos.
Hay gente que cree que planificar lo que quiere hacer es una pérdida de tiempo. Piensa hacer muchas cosas durante un día, una semana o más tiempo, y, cuando finaliza el plazo de tiempo en que quiere hacer lo que tiene en la mente, se da cuenta de que le ha sido imposible llevar a cabo uno o varios de los proyectos que pensaba realizar. Si pensamos hacer muchas cosas y no distribuimos el tiempo que les vamos a dedicar, ni hacemos en primer lugar lo más importante dejando para después lo menos relevante, puede sucedernos que nos sintamos frustrados, y, como es sabido, la frustración nos impide hacer cosas, y tiene tendencia a dejarnos paralizados pensando en los problemas que tenemos. Es por eso que os propongo que no olvidéis que, programar vuestras actividades, es tan importante, como poder llevarlas a cabo.
Hay gente que comprende la importancia de la planificación, pero no la lleva a cabo adecuadamente. Veamos un ejemplo de ello: Tengo una amiga que está estudiando el primer curso de Magisterio, a la que le quedaron la mayoría de asignaturas para septiembre. Ha pasado todo el verano estudiando sin recurrir a ninguna técnica de estudio, por lo que ha suspendido el curso.
¿Podría mi amiga haber planificado inteligentemente la preparación de los exámenes?
Sí. Podría haber hecho una serie de cosas que enumero en la siguiente lista:
- Tomar una alimentación adecuada sin pasar hambre ni darse atracones. Tomar alimentos con glucosa en la merienda para mejorar su memoria a corto plazo y mejorar su atención en el estudio.
- No tomar tanto café. Ayuda a estar despierto más tiempo, pero no hace que tengamos un rendimiento mejor. Tampoco sirve para recuperarse antes del cansancio.
- Evitar trasnochar. El sueño permite estar descansado y recordar mejor lo que se lee en libros y apuntes.
- Estudiar todos los días a las mismas horas y en el mismo espacio iluminado.
- Distrubuir los tiempos de estudio descansando quince minutos, pero no más para no perder la concentración.
- Distribuir las asignaturas en pequeños bloques evitando tener que memorizar grandes cantidades de información.
- Hacer las tareas difíciles al inicio de la jornada -o a mediación de la jornada- e ir dejando las más fáciles para cuando se sienta más cansancio.
- Usar el móvil e internet solo para buscar información relacionada con el estudio.
- Repasar los temas para no olvidarlos.
Mi amiga no solo suspendió los exámenes por no planificar sus horas de estudio y no utilizar técnicas de estudio, pues no se sintió segura de sí misma. Mi amiga suspendió porque le faltó la seguridad de que podía aprobar.
La planificación inteligente es muy importante, pues no solo consiste en pensar en qué vamos a hacer y cuándo lo vamos a hacer, pues conlleva comprender las actividades que queremos realizar, y disponernos a enfrentarlas.
La planificación inteligente os permitirá hacer más cosas en menos tiempo y reducir los esfuerzos que llevaríais a cabo si planificarais vuestras actividades inadecuadamente.
¿Qué recomendaciones podemos seguir para planificar nuestras actividades inteligentemente?
1. Demos prioridad a nuestras actividades más importantes. Todos los días hacemos muchas cosas, pero no todas ellas son imprescindibles ni tienen la misma importancia. Evitemos hacer lo que solo sirve para perder el tiempo y nos induce a quejarnos de que no somos capaces de hacer lo que nos proponemos, no tenemos tiempo, etc.
2. Busquemos el momento más adecuado para hacer las tareas que nos propongamos. Todos tenemos horas en que nos sentimos más capaces de hacer cosas, porque tenemos la costumbre de trabajar a esas horas, porque nos sentimos menos cansados, etc. Aprovechemos esas horas para hacer las actividades más difíciles y/o las que menos nos gustan. Ocupemos las horas en que nuestra capacidad de trabajar disminuye para hacer las cosas menos importantes, tales como lo pueden ser ir de compras, contestar los mensajes de Whatsapp etc.
3. Anticipémonos a los problemas. Si no podemos llevar a cabo una actividad a una determinada hora porque surge un problema, no nos quedemos bloqueados, y elaboremos un segundo plan para seguir trabajando, como llevar a cabo la siguiente actividad que aparezca en nuestra agenda.
4. No nos sobrecarguemos de actividades. No todos tenemos el mismo ritmo de trabajo, y por eso necesitamos planificar el día de manera que podamos hacer lo que nos propongamos solucionando los imprevistos que surjan. Si podemos hacer diez cosas todos los días, podemos intentar hacer 11 si queremos trabajar más, pero no treinta, para no frustrarnos. Más vale planificar sobre la marcha para hacer cosas si nos sobran horas del día, que no tener el tiempo ni los medios necesarios para hacer todo lo que nos proponemos.
5. Iniciar el día con una tarea importante que no suponga un gran esfuerzo. Si la primera tarea del día es satisfactoria, nos dispondremos psicológicamente a hacer los demás trabajos lo mejor que podamos, y tendremos una especie de garantía de que los haremos como nos gusta, al haber hecho algo que aumenta la seguridad que debemos tener.
¿Hay consejos que nos ayuden a sentirnos seguros cuando planifiquemos nuestras actividades?
1. Hagamos planes realistas de las actividades que podemos hacer, y busquemos la manera de llevarlas a cabo fragmentándolas cuanto nos sea posible. Hacer la compra en el super mercado es una actividad, pero, ¿cómo debe hacerse la compra? ¿cómo deben colocarse los alimentos en el carro para que lleguen a nuestras casas bien conservados?
2. Evitemos que los pensamientos negativos -los no puedo, no sé, soy torpe, etc.-, atenten contra nuestra calma y boicoteen la planificación. Si las cosas no salen como queremos, habrá que buscar alternativas para intentar conseguirlas.
3. Imaginémonos consiguiendo lo que deseamos. No se trata de que nos ilusionemos como niños pequeños que van a conseguir ver realizado su sueño, sino de aumentar nuestra seguridad respecto de que somos capaces de hacer más cosas de las que pensamos.
4. Cuando consigamos llevar a cabo un propósito, hagámonos un pequeño regalo. Quizás nos acusamos cuando las cosas nos salen como no queremos hacerlas, pero no nos alabamos cuando las hacemos como nos gusta.
Fuentes consultadas:
Lucien Auger. "Ayudarse a sí mismo". ED. Sal Terrae.