Hoy termina el mes de julio, primera parte del verano en la que nuestros voluntarios te han dado pistas para reflexionar sobre diferentes aspectos de la salud emocional y la educación. Remedios Gámez nos contó como vivir el verano con adolescentes, José Portillo se adentro en la búsqueda de la felicidad, Juan Manuel Martín nos dio 5 claves para superar la dependencia emocional hacia otra persona y Carlos López buceó en las entrañas de la tristeza para aprender a aceptarla y superarla.
Entramos en agosto y nuestros voluntarios han preparado cinco artículos más que se publicarán aquí cada jueves. Este es el calendario de publicaciones:
2 de agosto. Remedios Gámez nos va a detallar una serie de principios básicos para educar de forma sana a los adolescentes.
9 de agosto. Jesús García Toribio escribe sobre la autoestima y las trampas del mundo actual. La presión publicitaria para "ser feliz" consumiendo productos o siguiendo tendencias es abrumadora, pero la aceptación y la seguridad solo la podemos encontrar en nosotros mismos.
16 de agosto. José Portillo adelanta en este artículo las pautas generales deltaller 'Separación afectiva'que impartirá a partir del 18 de septiembre durante doce semanas. 23 de agosto. Dolores Donate se adentra en el concepto de resiliencia. Aprenderemos a saber que es este proceso natural para adaptarse a los cambios y pérdidas en la vida y también a cultivarla.
30 de agosto. Ana Manrique pone el foco en el aumento de suicidios entre jóvenes que ya es un problema destacado de salud pública. Para prevenirlos, es necesario seguir de cerca como maduran en la vida, sus procesos psicológicos y hablar de salud mental en los centros educativos.
Inmigrantes y voluntarios de AndaLimpia en el Monte Victoria. Foto: www.diariosur.es
Un grupo de malgueños, unidos en la asociación AndaLimpia, dedica su tiempo de voluntariado a la encomiable labor de limpiar los entornos naturales del municipio de Málaga, es decir, enclaves que están situados en la misma ciudad y sus alrededores. Cada una de las acciones de este colectivo se lleva a cabo en una playa, un río o un monte malagueño donde retiran papeles, botellas y cualquier tipo de desperdicios y basuras.
La sensibilidad por el medio ambiente y la conservación de los espacios naturales debe ser compartida por niños, adultos y la sociedad en general. Una de las últimas actividades de este grupo ha consistido en limpiar el Monte Victoria, también conocido como 'monte de las tres letras', y situado muy cerca de la sede del Teléfono de la Esperanza de Málaga. El grupo de voluntarios se vio ampliado con la presencia de jóvenes inmigrantes procedentes de África. Son usuarios de Cruz Roja, llegados de Costa de Marfil, Mali, Senegal, Ghana y Guinea Conakry que, de esta forma han querido dar las gracias a la ciudad por haberlos acogido. "Se involucraron desde el principio y han demostrado unas ganas e ilusión admirables", ha explicado la monitora que los coordinó.
Estos inmigrantes ofrecen un gran ejemplo de acción desinteresada a nuestra sociedad. Llegaron a nuestra ciudad arriesgando sus vidas por un futuro digno y ofrecen lo mejor que tienen, sus manos y sus ganas de trabajar, para ayudar a mantener nuestros enclaves naturales.
Carlos López Voluntario del Teléfono de la Esperanza
La
tristeza es una emoción muy corriente que padecemos todos los seres humanos, y
esta normalmente motivada por los sinsabores que a veces nos presenta la vida,
y que nos quitara la alegría por un período corto o largo de tiempo,
dependiendo de la persona y del tipo de situación que le afecte, una
enfermedad, la muerte de un ser querido, la pérdida del trabajo, etc.., entre
otras posibilidades. Podríamos decir que
el mensaje que transmite una persona que esta triste es ¡estoy sufriendo!
¡ayúdame!
Sentir
tristeza es completamente sano, es una emoción que pretende ayudarnos a
adaptarnos al medio en el cuál vivimos. Es la manera que tiene nuestro cuerpo de
protegernos ante las pérdidas. El objetivo
principal de la tristeza es procesar el acontecimiento que la ha desencadenado,
reestructurando la vida a la nueva situación.
Es aquí donde tropezamos con el problema. Nuestro mundo
después del acontecimiento, ya no es el mismo, ha cambiado mucho en referencia
a aquel en el que vivíamos antes (el/la casado/a pasa a viudo/a o trabajador/a pasa
a sin empleo, vida familiar a Nido vacío).
Sufrir la pérdida de un ser querido y crecer con ausencias no
es fácil. Muchas veces se intenta mantener vivos a quienes ya no lo están,
convirtiendo la propia vida en un calvario. Quisiera resaltar en este
punto que la perdida, para mí, tiene dos caras, una física (la pérdida del
familiar fallecido, o la pérdida del amigo, o del trabajo) y otra emocional/sentimental
que es el vínculo que me unía. Como dice Tiiu
Bolzmann"Una persona es la
conjunción de todas las otras personas con quienes logró hacer vínculos a lo
largo de la vida". En
estas circunstancias al encontrarnos solos, el gran trabajo es reelaborar el
vínculo, sabiendo que todo depende de nosotros, que ya no hay nadie ni nada al
otro extremo. Es posible terminar una
relación, pero no el vínculo que esta relación conlleva.
Superar
la tristeza es un proceso de aceptación, de soltar y de creación. Aceptación de
lo que me ha pasado, dejar ir a la persona y de reconstruir el vínculo de una
nueva forma. Como dice la autora anteriormente citada"Hay que aprender a mirarlos como
muertos, a entender que están muertos para así dejarlos ir y darle tranquilidad
al alma de los que viven".
Si no enfocamos bien este trabajo podemos encontrarnos que, lo que en principio
era una emoción sana y adaptativa, comience a influir negativamente en nuestra
vida hasta convertirse en un problema serio. Cuando estamos
tristes nos ponemos más reflexivos, introspectivos e inactivos, como
así nos advierte el libro espiritual.
“No te abandones a la tristeza, ni te atormentes con tus pensamientos………...
Distrae tu alma y consuela tu corazón, aparta de ti la tristeza; pues la
tristeza ha perdido a muchos, de ella no se saca ningún provecho. Envidia y
malhumor acortan los días.”
Eclesiástico 30, 21-24
La tristeza es una
emoción muy distinta a las demás emociones, ya que se asocia a la disminución
de la energía y el entusiasmo, se nos apaga nuestro sistema vital. Caer en el
círculo vicioso de la inactividad genera aún más tristeza. A su vez, nuestros
seres queridos, en un primer momento, cuando nos ven tristes tienden a
acercarse, pero si permanecemos así demasiado tiempo, la tendencia suele ser la
contraria.
Otra característica de la tristeza la obtengo en el libro “Es
Emocionante saber Emocionarse” del psicólogo Roberto Aguado. En el habla
de que las vías neuronales por las que se desplazan los avisos del dolor (tristeza)
corren junto a los que llevan las informaciones del placer (alegría).
Generalmente en nuestro vocabulario las palabras que usamos nos hacen creer que
estos son dominios opuestos, cuando en realidad son vecinos.
Esto me
hizo recordar la letra de la canción “Cerca
de las vías” de Fito & Fitipaldis en la que nos habla de cómo hay
que estar preparados para todo lo bueno y lo malo que en esta vida nos va a
suceder, porque la vida es un tren que va a pasar por las estaciones de la
alegría y la tristeza y sólo si así lo entiendes podrás hacer realidad tus
sueños.
Hay días que parece que nunca se va
a apagar el Sol, y otros son más tristes que una despedida en la estación.
Es igual que nuestra vida, que cuando todo va bien…un día tuerces una esquina y
te tuerces tú
Yo he
crecido cerca de las vías y por eso sé,
que la tristeza y la alegría viajan en el mismo tren ¿quieres ver el mundo? Mira, está
debajo de tus pies
“Cerca de las vías” (Fito y Fitipaldis)
Resumiendo,
cuando estamos alegres el circuito está activo para la vida y cuando estamos
tristes el circuito esta desactivado
Quiero
llamar la atención también sobre la vinculación que está existiendo entre el
egoísmo y la tristeza. En esta sociedad posmoderna en la que reina la
indiferencia masificada, en que las personas quieren vivir el momento actual, «aquí y ahora», luchando para
conservarse jóvenes y no pensando ni por un segundo en cómo forjar un hombre
nuevo.
El escritor Miguel de
Unamuno confiesa, en su Diario
Íntimo, que está enfermo de egoísmo, y agrega: “Ya no volveré a
gozar de alegría, lo preveo. Me queda la tristeza por lote mientras viva”
En
esta nueva sociedad tal como está planteada, el hombre vive para trabajar,
trabaja para no morir y muere trabajando. Teme a la muerte, teme a lo
desconocido, desea la inmortalidad física y no se adapta a las fases naturales
del planeta y de sí mismo. Se sitúa como el centro del universo y se comporta
como si esto fuera cierto.Esta
nueva sociedad está fundamentada en un orden nuevo de organización en la cual
las instituciones y las personas se guían por los deseos. En vez de un
individuo relacionado con los demás, nos encontramos con personas con estímulo
desenfrenado del llamado «derecho a ser
él mismo» en detrimento de las relaciones con el otro y con la sociedad.
A
nivel cultural, esta sociedad conduce al apogeo de la tristeza, en una especie
de narcisismo colectivo, en donde se crean nichos específicos sociales en los
cuales cada individuo encuentra su par de acuerdo con sus propios intereses,
los cuales acaban por fortalecer esta visión personal en detrimento de lo
social, todo ello obviamente soportado por una sociedad vuelta hacia el
consumo, con una diversificación creciente en las opciones a escoger,
generándose una pérdida de visión crítica sobre los valores que están a nuestro alrededor.
https://www.areahumana.es
¿Qué
hacer para gestionar la tristeza?
Si colocas el título del capítulo
en Google visualizaras la cantidad de recetas que nos muestran de cómo salir
del tormento de la tristeza. Os muestro un pequeño ejemplo.
Apunta los pensamientos negativos asociados a tu
tristeza. Léelos e intenta buscar una “versión” más positiva (pero realista) de
los mismos.
Pinta tu tristeza. Elige un color y pinta en un papel
lo que sientes. Sigue pintando hasta que tu estado de ánimo haya cambiado.
Después contemplando el dibujo escribe sobre lo que sentías y sientes ahora. Es
sorprendente el cambio.
Mueve tu cuerpo. Cuando movemos el cuerpo algo en
nuestra mente también se mueve (somos uno cuerpo y mente) y nuestro estado de
ánimo cambia. A veces un simple paseo de 20 minutos al sol cambia nuestra
percepción de un problema.
Busca lo malo de lo bueno. Siempre encontrarás un
motivo por el que alegrarte.
Yo en esto no creo.
Como procesos de distracción y de evitación pasan, pero no creo que sean eficaces.
Como antes ya comenté,
la perdida física de la persona, no la puedo recuperar, pero lo que sí puedo,
es no perder el vínculo, creándolo, dándole otra forma. Las
relaciones pueden disolverse; el vínculo, no.
Cada ser humano tiene
la necesidad de estar vinculado. La persona siente la vinculación como amor y
felicidad, no importa de qué manera crece, ni en qué circunstancias. La persona
sabe que pertenece, ese saber y ese vínculo es amor. Uno tiene que ver el poder
de esa vinculación, porque por ese amor, la persona es capaz de sacrificar su
vida.
Por lo tanto,
creo que el mejor antídoto a la tristeza es el amor, que es la energía de la
vida. Es lo que motiva a las personas a levantarse cada día. El amar y ser amado (vínculos) hacen que vivir
sí valga la pena. Muchas veces, hay quienes tienen momentos en la vida donde se
sienten que no son amados o que no tienen a quien amar. Las personas
desarrollan esta mentalidad porque buscan saciarse de manera que parecen buenas
al principio, pero, en muchas ocasiones, quedan sintiéndose frustrados,
desilusionados y vacíos. Si constantemente hacen hincapié en sus pensamientos
negativos, se tornan extremadamente infelices y deprimidos.
Sólo al
obrar en amor poner el amor en acción, buscando la oportunidad de ayudar a otros
es la manera de salir de la tristeza. El amor es la energía de la vida. Es lo
que motiva a las personas a levantarse y continuar cada día. Le da propósito y
sentido a la vida.
Se trata de vivir, y
hay que trabajar en ello, porque la vida merece la pena
Ana es psicóloga y trabajadora del Servicio Andaluz de Empleo en Sevilla.
Desde hace años acude semanalmente a realizar su labor como voluntaria en el
Teléfono de la Esperanza. Allí presta oídos -y el resto de los sentidos- a
quienes se encuentran al otro lado. Ana ha sido confidente de situaciones
límite, historias de superación; testimonios que escucha con la sincera
intención de acompañar a quienes han perdido la esperanza.
La siguiente entrevista a Ana Muñiz, psicóloga, formadora y
voluntaria del Teléfono de la Esperanza de Sevilla, ha sido realizada por la web de la Plataforma del Voluntariado de España.
¿Cómo llegaste al Teléfono de la esperanza?
De una manera fortuita. Yo trabajo en el Servicio Andaluz empleo y uno de
mis jefes era el presidente del Teléfono de la Esperanza. Fue él quien me habló
de esta organización, de las actividades que hacían y también, debido a mi
formación como psicóloga, me gustaba mucho esto de la intervención a través del
teléfono. Frente a lo que yo mejor conozco, la terapia psicológica a largo
plazo, en la que tienes que hacer un seguimiento a una persona, el Teléfono
aborda situaciones puntuales donde puedes escuchar muchas historias diferentes.
Finalmente, un día me acerqué a las oficinas, y me quedé. Mi experiencia,
además -lo sé por mí y por las otras personas voluntarias que colaboran
conmigo- es que el Teléfono engancha.
¿Qué haces en el Teléfono de la Esperanza?
Ahora mismo, hago lo que más me gusta; coger el Teléfono, para la
intervención en crisis. Me han ofrecido otros puestos de más responsabilidad,
pero a mí lo que me gusta es la base de todo esto, el teléfono en cuestión.
Aparte imparto formación a otras personas voluntarias. O sea, llevo las dos
líneas, intervención en crisis y formación de nuevos voluntarios.
¿Tú también
has recibido alguna preparación?
Sí, todos hemos recibido una formación
específica. El teléfono es muy delicado. Cuando hacemos entrevistas a personas
que se acercan, que desean hacer tareas voluntarias, algunos dicen: “Bueno,
quiero ayudar ahora que he dejado de estudiar en verano o me he quedado parado,
hasta que encuentre algo.” Y claro, escuchar a personas que tienen un problema
grave, algo muy serio que les bloquea, no se puede afrontar de cualquier
manera. Tienes que estar preparado de una forma profunda y específica para ello
y en el Teléfono de la Esperanza a eso se le da mucha importancia.
¿Que preparación se da a los voluntarios?
Se necesita una preparación de un año y mucha gente cuando se entera de
este requisito, se desanima. El aprendizaje consta de tres cursos, cada uno con
equipos diferentes, con sus prácticas y obedecen a una formación integral. Se
supone que cuando acabas ya estás capacitado para coger el Teléfono y ofrecer
la ayuda que se pretende. Finalmente, en mi caso, tras muchos años atendiendo
el teléfono, he acabado dando esa formación, algo me resulta apasionante y me
gusta. Entonces para estar en el Teléfono es evidente que hacen falta otras
cualidades, aparte de saber escuchar... Claro. Todo el mundo que se acerca con
el deseo de ser voluntario, lo primero que te dice es “Sí, yo sé escuchar muy
bien”. Y yo siempre les respondo qué les volveré a hacer la misma pregunta
cuando acabemos la formación. Porque una cosa es lo que identificamos en la
calle como una buena escucha, y otra cosa es trabajar en base a una escucha de
calidad, con los cinco sentidos, aquí y ahora. Es evidente que se necesitan
otras cualidades, otras habilidades y sobre todo las ganas de estar ahí, y
abrir tu mente a la persona que llama.
¿Qué otras actividades de voluntariado se hacen, aparte de la atención
telefónica?
La base de nuestra organización es la escucha y la intervención en crisis
en el momento puntual en que la persona tiene un problema y llama. Esta es la
base. Toda persona voluntaria que llega, debe pasar por el teléfono y captar la
esencia de la intervención en crisis. Contamos con un servicio de intervención
psicológica, compuesta por voluntarios psicólogos, encargados de llevar
aquellos casos que necesitan una terapia que va más allá de la llamada que, a
todas luces, resulta insuficiente. También se hacen cursos de educación y
prevención para la salud. Están enfocados a toda la ciudadanía, a la resolución
de problemas, la gestión de situaciones de estrés y de ansiedad, así como a
situaciones de duelo o pérdida...
¿Crees que hay actividades que deberían ser abordadas desde las
instituciones y no por personas voluntarias?
Es una pregunta que crea mucha controversia. Yo sé, por el trabajo que
hacen las personas voluntarias, que a veces están supliendo necesidades que
deberían estar cubiertas por profesionales, funcionarios del estado, o empresas
privadas... Todo el engranaje quizás se aproveche de la existencia del
voluntariado. Es muy difícil saber dónde está la línea en la que debe
participar o no la persona voluntaria. El caso es que debería existir más ayuda
por parte del Estado y de las instituciones en general.
Os sentís desbordados algunas veces...
En el Teléfono de la Esperanza conforme te vas introduciendo en un tema, en
una situación, van surgiendo otros. Es entonces cuando te dices: “No soy yo
quien debería dar solución a esto”. Hace un año por ejemplo empezamos a prestar
ayuda a los familiares y a las víctimas de accidentes de tráfico. Esto era así
porque desde el estado no se les daba suficiente apoyo o atención. La
problemática era tal que cuando nos derivaron a todas las víctimas, a todos los
familiares, para que los escucháramos, nos sentimos muy desbordados. La demanda
nos superaba y claro, no podíamos dedicar toda nuestra atención a un solo
colectivo. El Teléfono es para todas las personas que lo necesitan. En casos
como éste y en muchos otros, creo que se tira mucho del voluntariado, más de lo
que se debiera.
¿Qué se necesita para hacer voluntariado aquí?
Ganas. Principalmente, muchas ganas. Hay personas que llegan con una gran
formación, porque son psicólogos o abogados, saben escuchar muy bien y creen
que ellos van a solucionarle la vida a la gente... pero no. No se trata de eso.
En el Teléfono no le solucionamos la vida a nadie. Aquí escuchamos, no damos
consejos, ni le decimos a la gente lo que tiene que hacer. Escuchamos con los
cinco sentidos y acompañamos en el proceso de crisis.
Croacia, un país de poco más de cuatro millones de habitantes y una extensión territorial inferior a la de Andalucía, ha conquistado las simpatías de mucha gente durante el Mundial 2018. Sin grandes clubes de fútbol, estadios espectaculares, ni presupuestos millonarios, ha logrado ir superando fases de la competición hasta llegar a la final. Ante Francia, los croatas cayeron dignamente haciendo gala de buen juego y deportividad. Jugadores y entrenador, un hombre que interrumpió su carrera futbolística al ser reclutado en la Guerra de los Balcanes y ha tenido una gran trayectoria humana, han demostrado al mundo que lo pequeños también pueden ser grandes. Como lo es la presidenta del país, Kolinda Grabar-Kitarovic. La mandataria croata se pagó el viaje a Rusia de su bolsillo y decidió ver los partidos de su selección, entre ellos el que disputó contra España, en la grada, junto a los aficionados de su país.
Kolinda Grabar-Kitarovic logró la autorización de la FIFA para permanecer vestida con los colores de su selección en el palco de autoridades dutante la final Francia-Croacia. Al final del partido, los jugadores fueron pasado uno a uno para saludar a las autoridades y Kolinda demostró un gran fair-play felicitando al presidente francés Macron con gestos deportivos y cariñosos. Cuando le tocó el turno a los Rakitic, Modric y compañía, llamó la atención la imagen de esa mujer rubia, vestida de rojo y blanco rodeada de trajes oscuros, abrazando y teniendo unas palabras de apoyo a sus jugadores. Caía con fuerza la lluvia sobre Moscú, la presidenta no se inmutaba y seguía repartiendo consuelo a los suyos como una madre. También tuvo tiempo para felicitar al presidente Macron con gestos de compañerismo más que de frío protocolo, y a los jugadores franceses.
Sonrisas, abrazos, consuelo y felicitaciones bajo el agua en contraste con el hieratismo de Vladimir Putin, un mandatario hierático que no se salió del protocolo. El líder ruso dio apretones de mano y un paraguas cubrió su cabeza nada más caer las primeras gotas de agua. A solo unos metros, la presidenta de Croacia sonreía y alzaba la mano de Macron en un gesto de cercanía, espontaneidad y deportividad.
Las consultas psicológicas reciben cada día un montón de personas
que tienen un problema en común: la dependencia emocional. La persona que lo
sufre permanece en un estado de identificación extrema hacia su pareja
sentimental y tiene una gran necesidad de mantener el vínculo emocional y el
afecto.
Aunque se da por igual en mujeres y en hombres, estos suelen
ocultar este problema pues se sienten menos capaces de reconocer que están
“atados emocionalmente” a otra persona.
Se observa a lo largo de toda la vida y con las diferentes parejas
que se tengan. Las personas que la sufren manifiestan un gran miedo
a estar solas y no pueden concebir su vida si no es al lado de una pareja
sentimental.
Muchas de las personas que son dependientes emocionales buscan
parejas con un carácter dominante, egoístas, posesivas, autoritarias y
déspotas. En algunos casos, refieren haber sufrido algún tipo de
maltrato físico o psicológico por parte de su pareja. La persona dependiente
tiende a idealizar a su pareja, viviendo en una plena sumisión hacia
ella. Pese a ser capaz de reconocer el maltrato y menosprecio diario, no tiene
la capacidad de abandonar a su pareja, con la que se muestran muy sumisa,
buscando siempre su aprobación, intentando satisfacerla en todo momento con
atenciones y gestos de sumisión.
¿Quieres autoevaluarte?.
En el siguiente enlace, puedes realizar un test para comprobar la dependencia emocional a la pareja:
Conocer el origen de este problema nos ayudará a evitarlo. El
fondo del problema de la dependencia se encuentra en una pobre
autoestima, que conduce al dependiente emocional a desvalorizarse
sistemáticamente. Se muestran críticos consigo mismos y con su forma de ser,
hasta el punto de sentirse inferiores y culpables, incluso del menosprecio que
puedan recibir por parte de sus parejas sentimentales. . También es común
observar que este tipo de relaciones acaban rompiéndose en poco tiempo, pero
eso no soluciona el problema. El dependiente intentará volver una y mil veces
con su pareja o buscará aceleradamente otra para seguir siendo sumiso.
Aunque los familiares ven de cerca que el sufrimiento causado por
esa relación patológica, no cesa, el dependiente suele enfrentarse a ellos y
defenderá la situación, llegando a reclamar a su allegados un trato especial
hacia la otra persona.
La dependencia emocional se asocia con cuadros ansiosos o
depresivos, aparte de la falta de autoestima que ya hemos comentado, que se
ve aumentada al tomar conciencia de que se está arrastrando para recuperar el
amor de alguien que no solamente no le quiere sino que le desprecia y maltrata.
¿Conoces a alguien que sea dependiente emocional?
Los mejores consejos que se pueden dar a alguien cuyo familiar o
amigo sea un dependiente emocional son los siguientes:
1. No ceder nunca si te exige
mantener un trato exquisito hacia su pareja dominante.
2. Estar de parte de la persona
dependiente pero sin mostrarte cómplice de su relación enfermiza.
3. Dialogar con el afectado y
hacerle entender que puede contar Si finalmente decide pedir ayuda
para romper con la situación, es necesario que le acojas e impidas cualquier
contacto con la pareja.
4. También es buena idea acompañarlo
a terapia. El psicólogo no solo ayudará a encontrar el mejor camino para el
afectado, sino que también proporcionará algunas pautas a los familiares y
amigos para revertir la situación, así como algunos consejos para dudas
concretas.
Cinco claves para superar la dependencia emocional:
1. Reconocerla es el primer paso. Nunca podemos
solucionar aquello que negamos, ni aquello que no comprendemos. Tenemos que
examinar nuestras relaciones de pareja, familiares o de amistad.
2. Invierte en tu desarrollo personal. Tu propio crecimiento personal es el
factor fundamental para aumentar tu confianza, creer más en ti y mejorar
tu autoestima, que es lo que marcará la diferencia.
3. Céntrate más en ti. Debes darte cuenta de que lo realmente
importante es lo que tú pienses sobre ti, y no las opiniones de los demás. Deja
de estar pendiente de qué dirán o pensarán los demás. Es necesario reforzar la
identidad personal y desarrollar una imagen valiosa que sea digna de ser
respetada y amada.
4. Comprueba la rigidez de tus reglas. Hay personas que han
adquirido unas rígidas reglas o creencias sobre cómo tiene que ser una relación
y sobre cómo tienen que comportarse los demás. Esas creencias personales -en
ocasiones erróneas- son una enorme carga en cualquier relación y se convierten
en una gran fuente de constantes decepciones.
5. Asume la responsabilidad de tus emociones. A veces llegamos a
pensar que todo lo que sentimos viene del exterior, pero en realidad nace de la
interpretación y el significado que damos a las cosas que suceden en nuestra
vida. Por eso, nadie más que nosotros mismos somos dueños y responsables de
nuestras interpretaciones y, por tanto, de nuestras emociones.
La opinión de un experto:
Arun Mansukhani, psicólogo clínico y sexólogo, en una
entrevista concedida al diario Sur de Málaga, el 2 de Mayo de 2018, expone de
forma muy didáctica su visión sobre la dependencia emocional:
...Hay dos elementos clave: la autonomía y
la intimidad. Autonomía es mi capacidad para estar bien solo e
intimidad es mi capacidad para estar bien con otros. Si tengo autonomía e
intimidad, voy a tener relaciones sanas con los demás. Si me falla una de las
dos, las relaciones que establezca pueden ser patológicas...
...La primera señal que alerta de la dependencia es
que yo no acabo de estar bien del todo. Puede ser porque tenga la sensación de
que yo me implico mucho y el otro no, lo cual me alerta de que posiblemente
tengo un tipo de dependencia sumisa. O puedo encontrarme mal por lo
contrario, por ser un contradependiente: siento que me piden
demasiado y tengo la necesidad de alejarme todo el rato. Luego está el tercer
tipo de dependientes patológicos, que son los dominantes; los que
más dañados están. Estos necesitan tener control y dominio; no se pueden
relacionar de igual a igual. Otra señal de alerta: las personas que
renuncian a tener relaciones por malas experiencias. Este grupo también
está creciendo cada vez más. Tú puedes estar sin pareja y es perfectamente
sano, pero no lo es que llegues ahí por una renuncia...
...Las parejas sanas se corregulan: ante un
conflicto, yo empiezo a desregularme, a subirme y tú me ayudas a bajar. Y
viceversa. Hay muchas parejas que no se corregulan nada bien, con lo cual los
conflictos nunca se resuelven; se aparcan.
En el siguiente enlace podemos ver un vídeo de unos quince
minutos, donde este psicólogo desarrolla las ideas anteriores con un poco más
de detalle y buen humor.
Si queremos ampliar conocimientos, en la siguientes
direcciones lo podemos hacer:
Walter Riso:Guia práctica para
vencer la dependencia emocional. Es un manual de 53 páginas que se
puede bajar en la dirección adjunta para leerlo tranquilamente:
Remedios González Figueroa es voluntaria en el departamento de Orientación del Teléfono de la Esperanza desde hace unos veinte años. En esta entrevista nos cuenta su experiencia, reflexiona sobre la soledad de muchos llamantes y agradece todo lo que su labor le ha aportado como persona.
¿En qué año y cómo fue tu
primer contacto con el Teléfono de la Esperanza?
Mi primer contacto con el Teléfono de la Esperanza fue a través
de unos amigos. Me reunía con ellos para cosas lúdicas senderismo, el
Camino de Santiago etc. Entonces trabajaba y no tenía tiempo para colaborar. Además, me causaba
tanto respeto la actividad del teléfono que yo no me veía capacitada para ayudar.
Fue después de unos años cuando conociendo a las personas y
el trabajo que realizaban, decidí hacer los cursos para participar en el voluntariado. En honor a la verdad, tenía miedo porque casi todas las personas tenían un nivel de estudios
(titulitis) superior al mío y eso me frenaba.
Era director el gran Jesús
García Toribio. Recuerdo que me preguntó “¿Por qué has tardado tanto en
hacer los cursos?”Y le dije: “En este
tiempo he conocido el cometido del teléfono y pienso que no importa
escribir árbol con B o con V, lo importante es que el árbol crezca. Son casi 20
años ya y aquí estoy”.
¿Te habías planteado antes
ayudar en una asociación? ¿Qué te aportaron los cursos de formación para la
orientación?
En 1990 colaboré en la Asociación Amatista de mi pueblo. Los
cursos me ayudaron a conocerme, a pensar y aprendí a escuchar y a darme cuenta
que todos tenemos razón en parte. Para la orientación, me aportaron saber
escuchar a las personas, transmitirles seguridad, minimizar los problemas, lo
importante que es el sentido del humor en la vida y ponerse en el lugar
del otro.
De tus primeros tiempos de
atención a los llamantes, ¿recuerdas alguna llamada que te impactara
especialmente?
Recuerdo un niño de 12 años, que llamó porque en la clase de su
hermano de 14 fumaban porros. Temía porque su hermano fumara también y no sabía
a quién decírselo. Me impacto su voz, su miedo y lo impotente que se sentía
ante aquella situación.
¿Se nota alguna variación
en el tipo de problemas que exponían las personas hace veinte años con los de
ahora?
Desde mi punto de vista son los mismos. Ahora con la crisis y el
paro, los suicidios han aumentado algo. La soledad y las crisis de parejas son
los temas más habituales.
El conflicto y la soledad
parecen estar siempre presentes en el ser humano, en cualquier hombre o mujer.
¿También los caminos para solucionar los problemas?
Desde mi modesto entender hay tantos caminos como personas. Cada
cual tiene su propio mundo y por tanto su propio camino. Ahí está el orientador
para ayudarle a encontrar su camino, en su mundo. Tarea un tanto
complicada, pero ahí está el encanto y la importancia de la orientación. Muchas
veces las personas encuentran su camino.
¿Qué le dices (o que le
dirías si no has tenido esa experiencia) a una persona que está pensando en suicidarse?
En primer lugar decirle que cada persona es una filigrana de Dios.
Que solo tiene una vida, que se lo piense muy bien porque si se tira desde un
sexto y por el tercero se arrepiente, la cosa ya no tiene solución, que piense
en el dolor que va a causar a sus seres queridos y haciéndole ver que su vida
es suya y por eso precisamente tiene que cuidarla. Además tiene la gran suerte
de tener a muchas personas que le queremos ayudar. Ofrecerle todos los talleres
que tenemos en el Teléfono de la Esperanza.
¿Las personas creyentes en
Dios o que maduran cualquier tipo de espiritualidad tienen más fortalezas en
los momentos de crisis?
Desde mi experiencia no. Porque cuando les falla su Dios, según
ellos, dejan de encontrar sentido a su vida. En cambio los no tan
creyentes intentan recomponerse como pueden.
La soledad es el eterno
problema y según todos los indicadores va a más en la sociedad actual. Nos
impactó el estudio que publicó el INE sobre la soledad no deseada. https://bit.ly/2NJzRUa A pesar de que cada vez
tenemos más canales para estar conectados unos a otros, se incrementa la
soledad. ¿Qué está pasando?
Cada cual vive la soledad como puede. Yo la veo así. La
soledad es uno de los mayores problemas del primer mundo. Hemos eliminado
muchas enfermedades como el cólera o el tifus y las padecen los que viven en el
llamado Tercer Mundo. Tenemos exceso de bienestar. Hace cincuenta años no
había ni depresión ni soledad y a los psicólogos apenas los conocíamos.
Se trabajan menos horas (gracias a Dios) y, por tanto, se gasta
más. No nos han enseñado a gestionar nuestro tiempo libre. Estamos construyendo
un mundo donde no hay lugar ni para niños, ni para viejos. Las personas no leen
y las familias no dialogan. Los niños chicos se mandan a las guarderías y los
mayores a las residencias.
Tenemos que ser conscientes de que la risa, el llanto, las alegrías,
las penas, el éxito y el fracaso van de la mano. Mientras que no maduremos y
aprendamos a vivir con ellos no encontraremos eso que llamamos felicidad.
Porque la felicidad sólo se vive a ratos, de lo contrario, sería
aburrimiento. Los problemas no nos van a faltar, tenemos que aprender a vivir
con ellos. La persona tiene que aprender a ser feliz sola para luego vivir en
compañía. Lo demás es dependencia. La vida es una escuela donde nunca te dan el
graduado. No lo olvidemos.
¿Notas que en los últimos
tiempos han aumentado las llamadas de los jóvenes? ¿Qué les agobia o deprime?
Más o menos igual, llaman más parejas por problemas de
separación y custodia de los hijos.
¿Qué ha aportado a tu vida
el Teléfono de la Esperanza?
Crecer como persona, conocer gente estupenda, amigos.
Muchas cosas y muy buenas. Además me siento útil y eso es muy importante.
El mundo contuvo la respiración a finales de
junio con la desaparición de un grupo de niños y su entrenador de fútbol en una
cueva al norte de Tailandia. Los chavales aguantaron nueve días sin luz, ni
comida hasta que el 2 de julio un grupo de búsqueda formado por buceadores
británicos regreso a la superficie con la gran noticia de que estaban todos
vivos.
En la semana siguiente se desarrolló una
ejemplar operación de rescate en la que participaron profesionales tailndeses y
otros voluntarios llegados de diferentes países. Se analizó la distancia de 4
kilómetros hasta el punto donde estaban los niños teniendo en cuenta los
laberínticos pasadizos, las rocas afiladas y las zonas en las que los chicos
debían bucear para continuar adelante. Se calculó en cinco horas el tiempo de
marcha necesario para cada rescatado. Un buzo tailandés perdió la vida después de lograr contactar con los niños.
Los detalles técnicos de la compleja
operación de salvamento y el apoyo exterior se conocían en paralelo a una no
menos importante operación que tuvo lugar en el interior; la tarea de mantener unidos y con
ánimo al grupo de niños y adolescentes.
Los 'Jabalíes Salvajes' eran
un equipo de fútbol infantil muy compenetrado. Llevaban tres años jugando
juntos en competiciones regionales. No sé sabe si entraron a la cueva por
resguardarse de la lluvia o para celebrar el cumpleaños de uno de los niños.
Estaban con 'Aek', su entrenador adjunto, un joven de 26 años que
ha sido clave para la superviviencia en los días que han pasado atrapados.
Huérfano desde niño y ordenado como monje budista, había dejado el monasterio
para cuidar de su abuela.
En una
carta a los padres de los niños, a través de los buzos internacionales, 'Aek' pidió
perdón, y prometió cuidar de los niños “con todas mis fuerzas”. Los padres le contestaron con una misiva en la que le
aseguraban que no le culpaban de lo sucedido. “Has cuidado muy bien de nuestros
hijos. Solo queremos que sepas que esto no es culpa tuya. Nadie aquí te
responsabiliza, y queremos que tampoco te culpes a ti mismo. Entendemos lo que
ha pasado y te apoyamos”, se leía en la carta.
'Aek' empleó los días en la oscuridad en tratar de tener
cohesionado al grupo y enseñar a todos a ayudar y ofrecer esperanza a los que
iban sintiéndose decaídos o el miedo los atenazaba. La meditación fue una
herramienta importante en ese proceso. Desde el exterior llegaban alimentos,
pero también apoyo, comprensión y empatía con respecto a la complicada posición
del entrenador, como le transmitieron los padres. La unidad en torno a un objetivo común de salvar vidas y la ausencia de sospechas, reproches y críticas han servido para mantener la calma, centrarse en lo auténticamente importante y alimentar la esperanza. Una esperanza que dio sus frutos.
La forma de actuar de estos tailandeses contrasta con las expectativas de sacar provecho personal o hacer negocio, enraízados de una
forma profunda en las sociedades occidentales y que también se han asomado a este caso. Fernando Raigal, el buceador
español que ha participado en el rescate, ha narrado el momento de
felicidad que vivió al conocer que salía el último niño. También ha contado que
"amigos que tienen negocios" le apuntaron la posibilidad de vivir dos
años de dar conferencias contando su experiencia "si te lo montas
bien". La respuesta de Fernando fue clara: "No estoy interesado. Voy
a seguir mi vida igual que antes".
Puedo elegir
ser feliz en cualquier momento y en cualquier lugar. El hecho de sentirme feliz
depende de lo que pienso de mí, de mis circunstancias vitales y de la gente que
me rodea. Mi felicidad no depende de lo que me sucede, sino de cómo percibo lo
que me sucede. Soy feliz si decido ser feliz.
No esperaré
que mis familiares, mis amigos y mis compañeros de trabajo cumplan mis deseos
para sentir que soy feliz. No puedo ni quiero cambiar el mundo para sentirme
feliz, pues ya he tomado la decisión de ser feliz. Soy feliz porque, aunque no
he cambiado el mundo, he transformado mi visión del mundo.
¿Dejaré de
ser feliz si no obtengo de la vida todo lo que deseo? No esperaré nada de la
vida porque es la vida la que espera de mí todo lo que yo quiera hacer en
beneficio mío y para ayudar a quienes encuentre en mi camino.
Procuraré el
tiempo que necesito para cuidarme. Caminaré sonriendo y no dejaré de creer que
la vida es maravillosa.
Soy feliz en
este preciso instante. ¿He sufrido durante los años que he vivido? El pasado no
existe. ¿Cómo será el futuro que me aguarda? El futuro aún no ha llegado. He
decidido permitirle a la vida que me sorprenda cada vez que quiera. Esta
decisión que he tomado me ha hecho reflexionar sobre el hecho de que las espinas
no hacen que las rosas pierdan su belleza.
¿Es la felicidad una meta? Ya que siempre que alcanzo
una meta quiero subir a una cima más
alta, he aprendido que ser feliz consiste en caminar.
Según me
supero a mí mismo logro crecer, y he renunciado a las sobrexigencias
características del perfeccionismo. Me acepto y me amo tal cual soy por lo que
no sufro por causa de mis defectos, y voy a seguir creciendo.
He aprendido
que una meta es un sueño con una fecha concreta para poder ser realizado. Mi
vida es un sueño que ha despertado para hacerse realidad.
Mantendré el
buen humor para sembrar una semilla de esperanza en cada ocasión que sonría.
He aprendido
que ayudar a quienes encuentro en mi camino sin pedirles nada a cambio me hace
feliz, y que mi capacidad de perdonarme tanto a mí como a quienes me hicieron
daño en el pasado me libera de sufrir inútilmente.
El amor y el
apoyo mutuo caracterizan las relaciones sinceras. Aunque no todos tenemos la
misma manera de pensar, cuanto más nos apoyemos, más se hará realidad la
construcción de un mundo de iguales que se aceptan y se ayudan porque eso les
satisface.
Aunque la
felicidad se me puede oscurecer, jamás llegaré a perderla, porque es mi estado
natural.
Distinguiré
entre mis necesidades y deseos, pues mientras que las primeras deben ser
cubiertas, si no se cumplen los segundos, no dejaré de ser feliz. El apego
insano tanto a personas como a cosas, en la medida que produce miedo a
perderlas, es causa de sufrimiento. Es por eso que mantendré las relaciones
viables y no haré que mi dicha dependa del amor y la aprobación que recibo de
otros, ni de las posesiones que he conseguido.