jueves, 26 de julio de 2018

Vivir con amor vence a la tristeza




Carlos López
Voluntario del Teléfono de la Esperanza

La tristeza es una emoción muy corriente que padecemos todos los seres humanos, y esta normalmente motivada por los sinsabores que a veces nos presenta la vida, y que nos quitara la alegría por un período corto o largo de tiempo, dependiendo de la persona y del tipo de situación que le afecte, una enfermedad, la muerte de un ser querido, la pérdida del trabajo, etc.., entre otras posibilidades. Podríamos decir que el mensaje que transmite una persona que esta triste es ¡estoy sufriendo! ¡ayúdame!
Sentir tristeza es completamente sano, es una emoción que pretende ayudarnos a adaptarnos al medio en el cuál vivimos.  Es la manera que tiene nuestro cuerpo de protegernos ante las pérdidas. El objetivo principal de la tristeza es procesar el acontecimiento que la ha desencadenado, reestructurando la vida a la nueva situación.
Es aquí donde tropezamos con el problema. Nuestro mundo después del acontecimiento, ya no es el mismo, ha cambiado mucho en referencia a aquel en el que vivíamos antes (el/la casado/a pasa a viudo/a o trabajador/a pasa a sin empleo, vida familiar a Nido vacío).
Sufrir la pérdida de un ser querido y crecer con ausencias no es fácil. Muchas veces se intenta mantener vivos a quienes ya no lo están, convirtiendo la propia vida en un calvario. Quisiera resaltar en este punto que la perdida, para mí, tiene dos caras, una física (la pérdida del familiar fallecido, o la pérdida del amigo, o del trabajo) y otra emocional/sentimental que es el vínculo que me unía.  Como dice Tiiu Bolzmann "Una persona es la conjunción de todas las otras personas con quienes logró hacer vínculos a lo largo de la vida".  En estas circunstancias al encontrarnos solos, el gran trabajo es reelaborar el vínculo, sabiendo que todo depende de nosotros, que ya no hay nadie ni nada al otro extremo. Es posible terminar una relación, pero no el vínculo que esta relación conlleva.
Superar la tristeza es un proceso de aceptación, de soltar y de creación. Aceptación de lo que me ha pasado, dejar ir a la persona y de reconstruir el vínculo de una nueva forma. Como dice la autora anteriormente citada "Hay que aprender a mirarlos como muertos, a entender que están muertos para así dejarlos ir y darle tranquilidad al alma de los que viven". Si no enfocamos bien este trabajo podemos encontrarnos que, lo que en principio era una emoción sana y adaptativa, comience a influir negativamente en nuestra vida hasta convertirse en un problema serio. Cuando estamos tristes nos ponemos más reflexivos, introspectivos e inactivos, como así nos advierte el libro espiritual.

“No te abandones a la tristeza, ni te atormentes con tus pensamientos………... Distrae tu alma y consuela tu corazón, aparta de ti la tristeza; pues la tristeza ha perdido a muchos, de ella no se saca ningún provecho. Envidia y malhumor acortan los días.”
Eclesiástico 30, 21-24

La tristeza es una emoción muy distinta a las demás emociones, ya que se asocia a la disminución de la energía y el entusiasmo, se nos apaga nuestro sistema vital. Caer en el círculo vicioso de la inactividad genera aún más tristeza. A su vez, nuestros seres queridos, en un primer momento, cuando nos ven tristes tienden a acercarse, pero si permanecemos así demasiado tiempo, la tendencia suele ser la contraria.
Otra característica de la tristeza la obtengo en el libro “Es Emocionante saber Emocionarse” del psicólogo Roberto Aguado. En el habla de que las vías neuronales por las que se desplazan los avisos del dolor (tristeza) corren junto a los que llevan las informaciones del placer (alegría). Generalmente en nuestro vocabulario las palabras que usamos nos hacen creer que estos son dominios opuestos, cuando en realidad son vecinos.

Esto me hizo recordar la letra de la canción “Cerca de las vías” de Fito & Fitipaldis en la que nos habla de cómo hay que estar preparados para todo lo bueno y lo malo que en esta vida nos va a suceder, porque la vida es un tren que va a pasar por las estaciones de la alegría y la tristeza y sólo si así lo entiendes podrás hacer realidad tus sueños.


Hay días que parece que nunca se va a apagar el Sol, y otros son más tristes que una despedida en la estación.
Es igual que nuestra vida, que cuando todo va bien…un día tuerces una esquina y te tuerces tú
Yo he crecido cerca de las vías y por eso sé,
que la tristeza y la alegría viajan en el mismo tren
¿quieres ver el mundo? Mira, está debajo de tus pies
“Cerca de las vías” (Fito y Fitipaldis)

Resumiendo, cuando estamos alegres el circuito está activo para la vida y cuando estamos tristes el circuito esta desactivado
Quiero llamar la atención también sobre la vinculación que está existiendo entre el egoísmo y la tristeza. En esta sociedad posmoderna en la que reina la indiferencia masificada, en que las personas quieren vivir el momento actual, «aquí y ahora», luchando para conservarse jóvenes y no pensando ni por un segundo en cómo forjar un hombre nuevo.
El escritor Miguel de Unamuno confiesa, en su Diario Íntimo, que está enfermo de egoísmo, y agrega: “Ya no volveré a gozar de alegría, lo preveo. Me queda la tristeza por lote mientras viva
En esta nueva sociedad tal como está planteada, el hombre vive para trabajar, trabaja para no morir y muere trabajando. Teme a la muerte, teme a lo desconocido, desea la inmortalidad física y no se adapta a las fases naturales del planeta y de sí mismo. Se sitúa como el centro del universo y se comporta como si esto fuera cierto. Esta nueva sociedad está fundamentada en un orden nuevo de organización en la cual las instituciones y las personas se guían por los deseos. En vez de un individuo relacionado con los demás, nos encontramos con personas con estímulo desenfrenado del llamado «derecho a ser él mismo» en detrimento de las relaciones con el otro y con la sociedad.
A nivel cultural, esta sociedad conduce al apogeo de la tristeza, en una especie de narcisismo colectivo, en donde se crean nichos específicos sociales en los cuales cada individuo encuentra su par de acuerdo con sus propios intereses, los cuales acaban por fortalecer esta visión personal en detrimento de lo social, todo ello obviamente soportado por una sociedad vuelta hacia el consumo, con una diversificación creciente en las opciones a escoger, generándose una pérdida de visión crítica sobre los  valores que están a nuestro alrededor.


https://www.areahumana.es


¿Qué hacer para gestionar la tristeza?

Si colocas el título del capítulo en Google visualizaras la cantidad de recetas que nos muestran de cómo salir del tormento de la tristeza. Os muestro un pequeño ejemplo.

Apunta los pensamientos negativos asociados a tu tristeza. Léelos e intenta buscar una “versión” más positiva (pero realista) de los mismos.
Pinta tu tristeza. Elige un color y pinta en un papel lo que sientes. Sigue pintando hasta que tu estado de ánimo haya cambiado. Después contemplando el dibujo escribe sobre lo que sentías y sientes ahora. Es sorprendente el cambio.
Mueve tu cuerpo. Cuando movemos el cuerpo algo en nuestra mente también se mueve (somos uno cuerpo y mente) y nuestro estado de ánimo cambia. A veces un simple paseo de 20 minutos al sol cambia nuestra percepción de un problema.
Busca lo malo de lo bueno. Siempre encontrarás un motivo por el que alegrarte.

Yo en esto no creo. Como procesos de distracción y de evitación pasan, pero no creo que sean eficaces.
Como antes ya comenté, la perdida física de la persona, no la puedo recuperar, pero lo que sí puedo, es no perder el vínculo, creándolo, dándole otra forma.  Las relaciones pueden disolverse; el vínculo, no.
Cada ser humano tiene la necesidad de estar vinculado. La persona siente la vinculación como amor y felicidad, no importa de qué manera crece, ni en qué circunstancias. La persona sabe que pertenece, ese saber y ese vínculo es amor. Uno tiene que ver el poder de esa vinculación, porque por ese amor, la persona es capaz de sacrificar su vida.
Por lo tanto, creo que el mejor antídoto a la tristeza es el amor, que es la energía de la vida. Es lo que motiva a las personas a levantarse cada día.
El amar y ser amado (vínculos) hacen que vivir sí valga la pena. Muchas veces, hay quienes tienen momentos en la vida donde se sienten que no son amados o que no tienen a quien amar. Las personas desarrollan esta mentalidad porque buscan saciarse de manera que parecen buenas al principio, pero, en muchas ocasiones, quedan sintiéndose frustrados, desilusionados y vacíos. Si constantemente hacen hincapié en sus pensamientos negativos, se tornan extremadamente infelices y deprimidos.
Sólo al obrar en amor poner el amor en acción, buscando la oportunidad de ayudar a otros es la manera de salir de la tristeza. El amor es la energía de la vida. Es lo que motiva a las personas a levantarse y continuar cada día. Le da propósito y sentido a la vida.
Se trata de vivir, y hay que trabajar en ello, porque la vida merece la pena



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