jueves, 5 de septiembre de 2024

Como ayudar a alguien con ideas suicidas

 


Pablo Lozano

Psicólogo. Coordinador del grupo Ayuda Mutua en el Teléfono de la Esperanza

Hablar de suicidio no es un asunto fácil de abordar en nuestra sociedad actual, ni siquiera tratar el tema de la muerte, ya sea propia o ajena. En general, e insisto, siempre grosso modo , vivimos nuestras vidas al margen de la muerte. Es un concepto que no queremos que pase por nuestras cabezas. Más aún, la idea de que algún ser querido llegue a quitarse la vida nos produce una perturbación muy desagradable, tal malestar que suele hacer sentir que el mero hecho de mentalarlo pudiera ser en sí misma una invocación.

La realidad es que la muerte es el final inherente de la vida y, en más casos de los que nuestra sociedad quiere aceptar, dicha muerte es provocada por uno mismo. Claro está que no me refiero a una muerte provocada por una distracción, por un mero accidente, me refiero a la muerte que nos provocamos de manera intencional, la que buscamos, la que deseamos en un momento determinado. Una diferencia de cómo mucha gente puede pensar, en raras ocasiones el fin mismo de darnos muerte es la propia muerte. En la mayoría de casos la persona que decide dejar de vivir lo hace porque es el único medio que es capaz de encontrar en ese momento para dejar de sufrir.

La persona que piensa en el suicidio es alguien que está sufriendo, que sufre a un nivel que ya no es capaz de soportar, cuyas esperanzas han desaparecido y, por ende, no haya otra forma de poner fin a su sufrimiento que dar fin a su vida. Como cita el dicho popular: “muerto el perro, se acabó la rabia”.

Todo esto nos suscita la pregunta:

¿Qué podemos hacer para prevenir la conducta suicida?

Lo primera parte donde podemos actuar al respecto, tanto cronológicamente como desde su génesis, es en la manera de entender y enfrentarnos al mundo. Escribía en líneas anteriores que el suicida sufría y no encontraba otra solución a su sufrimiento que la de acabar con su vida, por tanto, el estilo de afrontamiento que tengamos para enfrentarnos a los problemas determinará la capacidad que poseemos para sufrir en mayor o menor medida. a causa de nuestros problemas. Adquirir una visión del mundo serena, reflexiva, más objetiva y desarrollar nuestra capacidad de resolver los problemas de nuestras vidas de una manera eficiente y satisfactoria para nosotros evitará que la frustración, la culpa o el sentimiento de ineficacia, entre otros, se apodere de nuestro día a día. Probablemente el mejor modo de adquirir todas estas habilidades es a través de la educación, tanto en el entorno familiar como a través de las instituciones educativas y asociaciones que promueven la salud mental.

Cómo ayudar a un ser querido 

Todo lo expuesto con anterioridad puede entenderse como una propuesta de cierto interés para evitar que alguien tome la decisión de suicidarse, pero lo que nos encontramos en el presente son personas que, tras una consecución de decisiones, una forma de entender el mundo y una concatenación. de circunstancias adversas, no soportarán seguir sufriendo. Cuando estas personas son amigos o familiares, el sentimiento de impotencia y la incredulidad nos suele embargar, lo que nos plantea la cuestión de cómo podemos hacer para ayudar a nuestros seres queridos.

Un primer punto es hablar con total claridad sobre el suicidio, nombrarlo sin miedo. La persona que piensa en quitarse la vida siente que quiere hacer algo que "está mal", que no es aceptado por quienes la rodean. Poder encontrar un lugar en el que hablar sin tapujos de sus problemas y del cómo los vive producen un alivio en la persona y una base para poder seguir ayudándolas.

Otro punto es abrirse a sus experiencias, ser empáticos y tratar de ponernos en su lugar. Ponernos en su lugar no quiere decir ver su situación con nuestros ojos, si no ser capaces de entender cómo vivencian su vida con su forma de ver el mundo.

Debemos tratar de hacerles entender la importancia que tienen en nuestras vidas y en la de los demás, que si ellos faltan el hueco que dejen quedará ahí para siempre siendo este el sufrimiento de los supervivientes.

Hemos de ofrecerles nuestra ayuda, incluso pedirles que, si en algún momento no ven otra solución más que suicidarse, no lo duden y nos llamen sea la hora que sea para hablar o tratar de ayudarlos.

Ayuda de profesionales

Por supuesto, nosotros no podemos hacernos cargo en exclusiva de otra persona, y mucho menos en una situación tan complicada como la conducta suicida, así que debemos aconsejar a esta persona que acuda en busca de ayuda profesional, tanto psiquiatras, como psicólogos o los propios. servicios de urgencias. De manera complementaria también se puede beneficiar de participar en actividades y grupos de apoyo para personas con ideación suicida.

Grupo de Ayuda Mutua

Juan Sánchez y yo coordinamos en la sede del Teléfono de la Esperanza de Málaga dos grupos de Ayuda Mutua, ambos dedicados al suicidio. Uno de ellos lo forman personas con ideación suicida, personas que piensan recurrentemente en el suicidio como la forma de escapar de su sufrimiento, de hecho, la gran mayoría ya han tratado de llevar a cabo en múltiples ocasiones. El otro grupo lo forman aquellos familiares o amigos de personas que se quitaron la vida y han quedado duramente dañados por esa pérdida.

Cuando sufrimos una pérdida significativa necesitamos un período de adaptación que resulta doloroso, el duelo. Este duelo en caso del suicidio es especialmente complicado, sobre todo porque añade una mayor incomprensión de la situación y un mayor sentimiento de culpabilidad. En el grupo de Ayuda Mutua nos reunimos de manera informal y creamos un lugar seguro y privado donde exponer nuestros pensamientos y emociones sin sentirnos juzgados. Aunque muchos de los asistentes llegan por primera vez con desconfianza, descubren que es el lugar apropiado para poder expresarse o recibir apoyo, donde entender mejor los motivos que llevaron a su ser querido al acto suicida y donde sentirse ellos mismos de manera periódica. 

La educación, el desarrollo de herramientas para resolver conflictos, el crecimiento personal, crear fuertes redes de apoyo, así como prestar la ayuda adecuada o buscar ayuda si lo necesitamos conforman unos pilares fundamentales para combatir las altas tasas de suicidio que vivimos y, ante todo. , reducir el sufrimiento personal que conlleva.

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