Psicóloga y presidenta del Teléfono de la Esperanza de Murcia
Somos buscadores incansables… Buscamos la felicidad
en todos los rincones, detrás de cada cosa que hacemos,
de cada persona con la que entablamos una relación. Buscamos
tener, ganar, pretendemos éxito y poder, pensando
que, una vez logremos nuestros objetivos, obtendremos la ansiada
felicidad. Sin embargo, tras conseguir nuestros logros, esta no llega tal y como la habíamos imaginado.
A menos que conozcamos la verdad de nuestro ser, no podemos
experimentar la gran bendición que es la vida,
no podemos inundarnos del gozo de ser, simplemente
por ser.
La felicidad no está allí dónde la buscas. La
felicidad está en ti, en quien eres, en el amor
que sientes y, a menos que sientas con intensidad
esa fuerza interior que conforma
tu ser, no podrás conectar con tu poder, y
no me refiero al poder sobre los demás,
ni a una posición de poder, sino a ese
poder con el que naciste y que fuiste
perdiendo con el paso de los años.
Buscando en los otros, desesperadamente
Pero equivocamos el camino y comenzamos a
buscar nuestro poder fuera; en los padres, en los
superiores, en los sabios, en los magos, en la medicina,
en la religión.., resultado: una búsqueda
infructuosa porque, en realidad, nuestro poder
siempre ha estado dentro de nosotros mismos, en
nuestro interior. Nuestro poder interior brilla y se
expande en función de nuestras vivencias y comportamientos,
es el motor de nuestra felicidad.
El poder interior procede del tipo de persona que
somos, de lo que hacemos cada día con nuestra
vida. La persona que siente su fortaleza tiene una
autoestima saludable, se conoce bien, se acepta
como es y acepta tanto sus capacidades como
sus limitaciones, sus debilidades, sus miedos, sus
errores, no necesita satisfacer ideas de perfección,
es capaz de ser fiel a sí misma, sin pretender
ser lo que no es para impresionar, no necesita
dominar a los demás para sentirse poderosa, se
siente libre y persigue sus propias metas.
Nuestra fortaleza, es esa energía que nos permite
permanecer equilibrados y persistir ante las
diversas circunstancias que podamos vivir a lo
largo de nuestras vidas, nos otorga la capacidad
de decidir y nos permite mantenernos en pie sin
perder nuestro equilibrio mental y emocional. Es
el motor que nos permite alcanzar nuestros objetivos,
de tal modo, nos permite ver los obstáculos
como aprendizajes para crecer a través de ellos
e impedir que se transformen en una traba en el
logro de nuestros propósitos.
Una persona conectada con su fortaleza interior
es aquella que sabe adecuarse a los cambios,
aceptarlos como un modo de crecer y evolucionar,
que se deja fluir sin resistirse a su realidad,
que es flexible como el bambú que se dobla pero
no se rompe.
Algunas ideas para empezar.
Aceptación de quienes somos y de nuestras
circunstancias.
Somos seres completos, nacimos con todo lo que
necesitamos para ser felices, disponemos de las
capacidades para vencer cualquier obstáculo que
nos ponga delante la vida, solo falta que creamos
en nosotros mismos, conectemos con nuestra
fortaleza, pongamos en marcha nuestros recursos
y nos dejemos fluir.
Aceptarnos significa dejar de juzgarnos, de criticarnos,
de infravalorarnos o de etiquetarnos.
Aceptar nuestras cualidades físicas, intelectuales,
emocionales “Con lo que nos gusta más, con
lo que nos gusta menos, este soy yo y así está
bien”. Aceptar también nuestras experiencias, lo
que no significa que se correspondan con nuestros
deseos ni que sean nuestra preferencia.
Hay situaciones que no buscamos y sin embargo
llegan. ¿Quién quiere sufrir la pérdida de un ser
querido o padecer un cáncer? Si pudiéramos elegir,
seguro que no lo haríamos. Ante situaciones
así solo hay dos posibilidades de respuesta, rechazar
o aceptar. Si elegimos rechazar la vivencia
entraremos en un bucle de angustia y ansiedad,
nos enfadaremos con el mundo, ¡por qué me ha
tocado a mí! Si elegimos aceptar la situación
tan cual nos la impone la vida, experimentaremos
a través de lo que vivimos y aprenderemos
a reconocer lo que es beneficioso para nosotros
y lo que no lo es. Aceptando, abrimos nuestra
consciencia a la experiencia, fluyendo, acogiendo
cada momento como un regalo que es fuente de
energía y nos restituye nuestro poder.
Amarnos a nosotros mismos
Amarnos a nosotros mismos es creer en nosotros
y en nuestras posibilidades y permitirnos crecer
con nuestra luz como guía.
Cuando nos olvidamos de nosotros mismos, dejamos
de ser quienes somos realmente y nos
convertimos en prisioneros de nuestras propias
limitaciones, lo que supone un gran obstáculo a
nuestro crecimiento.
Abandonarnos, no creer en nosotros ni en nuestras
capacidades, es darle la espalda a la realidad
de quiénes somos realmente. Si lo hacemos así,
nos olvidamos de ser felices, alimentamos creencias
limitadoras de nuestras potencialidades, nos
colocamos en la posición de víctimas de los demás
y de las circunstancias y nos convertimos en personas negadas y esclavas de sus propias incapacidades
incapacidad. Os contaré una historia:
Había una vez un jilguero que no quería
cantar. Todas las demás aves se preguntaban
por qué no quería cantar, y el siempre
les respondía: “Jamás cantaré para ser objeto
de burla”
Un día, un perico se acercó al jilguero para
decirle: “¿Por qué tienes miedo? Canta, que
nadie se reirá de ti.” Sin embargo, el jilguero
no quiso cantar, ni tampoco respondió nada.
Luego llego una cotorra y también se acercó
al jilguero y le dijo: “Te escuché una
vez mientras cantabas en el bosque. ¡Tus
cantos son hermosos!, ¿Por qué no quieres
cantar ahora?”
Aún así el jilguero siguió sin decir nada. Hasta
que finalmente se le acercó un ruiseñor y comenzó
a cantar de una forma muy hermosa.
Sin embargo, el jilguero siguió con apatía, así
que le preguntó: “Jilguero, ¿por qué no cantamos
juntos? Haríamos un gran dúo”.
El jilguero le confesó sus miedos al ruiseñor. Y éste le dijo: “No importa si cantas
bien o mal, eso es asunto tuyo. Pero si no
cantas, ni si quiera para ti mismo, entonces
no eres un jilguero, ni eres nada.”
Cuanto más nos negamos a nosotros mismos y
cuanto más negamos nuestras capacidades, contaminamos
nuestra mente con falsas creencias
sobre nosotros y tenemos muchas dificultades
para reencontrarnos con quien realmente somos.
El riesgo, entonces, es seguir patrones aprendidos,
vivir como nos dijeron que teníamos que vivir
y actuar imitando modelos que impiden salga
a la luz nuestro verdadero ser.
Amarnos significa atrevernos a ser quienes somos,
abrazar nuestra realidad, asumir el aquí y
el ahora de nuestra vida, acogerla, vivirla con intensidad
hasta llegar a trascenderla.
La única vía para ser feliz es conectar con nuestra
esencia. En la medida que logramos vivir más
de acuerdo con nosotros mismos, nos hacemos
más sólidos, tenemos más fortaleza y crece más
nuestro poder interior.
Respétate a ti mismo
Respetarnos significa tener una actitud positiva
hacia nuestro derecho de vivir y ser felices. Es
reafirmar nuestra valía personal, así como nuestros
pensamientos, deseos y necesidades y sentirnos
merecedores de todo lo bueno que ocurre
en nuestra vida.
Cuando nos respetamos, recuperamos nuestro lugar
en el mundo y legitimamos nuestro derecho
innato a la alegría y la felicidad. La falta de respeto
por uno mismo se manifiesta por comportamientos
auto-disruptivos y por la traición que hacemos a
nuestras necesidades. La consecuencia es devastadora,
nos empobrecemos, nos quedamos estancados,
nuestra autoestima resentida, el concepto
que tenemos de nosotros devaluado. Este estado
es terreno abonado para la ansiedad y la depresión,
amén de para otras disfunciones emocionales.
Poner límites adecuados
Poner límites adecuados también significa respeto
por nosotros y por nuestras necesidades. Sin embargo,
con frecuencia, tememos miedo a ponernos
“firmes”, para evitar que los demás nos rechacen
o se enfaden con nosotros, y aguantamos… No
deja de ser una triste forma de boicotear nuestros
intereses y despreciar nuestras necesidades.
¿Te ha ocurrido alguna vez que has explotado?
Seguramente que sí, cuando ya no podías más
y la tensión te rompía la espalda. ¿Qué ocurrió
cuando estallaste? Seguramente sucedió lo que
te temías, se enfadaron contigo. De este modo
confirmaste “ves, ya sabía yo que no podía expresar
lo mío”. Errónea conclusión. Se enfadaron
“Si somos capaces de superar
nuestras limitaciones y
avanzar, incluso en una
circunstancia adversa,
saldremos fortalecidos de la
experiencia”
Porque al aguantar tanto no expresaste, ¡explotaste!
y una explosión arrasa. No esperes a estar
saturado para poner límites, di no a las demandas
que no te resulten aceptables, di no a lo que no
quieras y dilo en su momento. Siente tu derecho
a satisfacer tus necesidades y mantén tu derecho
con una actitud positiva hacia ti mismo y si tienes
miedo, recuerda: cuando tienes miedo a perder,
nunca puedes ganar.
Nos apropiamos de nuestro poder interior en la
medida que nos respetamos, a partir de ese respeto
también los demás nos respetarán.
Asumir nuestra responsabilidad
Es importante que vivamos conscientes de nuestras
elecciones, y que sepamos que todo lo que
hagamos tiene una consecuencia, ya sea positiva
o negativa.
Cada uno es el único responsable de su felicidad.
Cuando hay un conflicto en nuestra vida, seguro
que estamos participando en su inicio o en su
mantenimiento, así que no podemos culpar a
otros y responsabilizarlos de nuestra propia infelicidad.
La responsabilidad es parte del respeto
por nosotros mismos, así que, por mucho daño
que nos hayan podido hacer, solo nosotros tenemos
la llave para restaurar los agravios o decidir
mantenerlos presentes en nuestra vida.
De nada sirve mendigar a otros que nos hagan felices.
Nadie se hará cargo de nuestra vida, ni aunque
lo intente, conseguirá que mejoremos nuestra
autoestima. Recuerda, si no, las veces que te han
dicho un piropo ¡guapa, listo, inteligente…! y lo has
recibido con incredulidad, incluso has pensado que
se reían de ti. Solo tú eres el responsable del dialogo
que mantienes contigo mismo, lo que te dices, como
te tratas, como actúas y del resultado que obtienes
para tu vida con tus pensamientos y tus actos.
Vivir de acuerdo con nuestros propios valores.
Cuando elegimos libre de influencias externas,
nuestros pensamientos y acciones están en armonía
con nuestros valores y, entonces, crece
nuestra confianza, sentimos nuestra fortaleza y
nos apropiamos de nuestro poder interior.
Cuando hemos alcanzado nuestros logros y aún
así no nos sentimos orgullosos de nosotros mismos,
quizá sea porque no actuamos desde nuestros
propios valores y seguimos las directrices
que nos marcaron.
Fíate de ti, de tu instinto, y no tengas miedo de
seguir los dictados de tu corazón…
Conectamos con nuestra fortaleza interior, cuando
nos comprometemos con nuestro propio valor
y actuamos de forma congruente. Cuando nuestras acciones contradicen nuestros compromisos
o convicciones, perdemos el respeto por nosotros
mismos y nos impedimos conectar con nuestro
sentimiento de dignidad. Tú vales tanto como cualquier persona, eres digno
de vivir desplegando todo tu potencial y eres digno
de ser feliz, así que respira, siente tu poder y
arriésgate a vivir siendo quien eres. Confía, el poder,
la sabiduría y la fortaleza, están dentro de ti.