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Javier Urra
Dr. en Psicología y Dr. en Ciencias de la Salud
Psicólogo Forense
Académico de Número de la Academia de Psicología de España
Humanos, siempre vulnerables. Desde
el poder de la convicción social hemos de dar ejemplo de responsabilidad
individual y colectiva.
En esta etapa de incertidumbre la
sociedad civil ha de dar un paso adelante.
Este no es momento para la
sobrereacción o el sálvese quien pueda. Hemos de apoyar a nuestros sistemas
sanitarios, evitando el pánico.
Desde luego estamos en crisis y se
aprecia la vulnerabilidad de la salud, de la economía. Quiebras en
cadena, de producción, de turismo, en las bolsas.
Tenemos una pandemia, pero veamos si
también va a ser de generosidad o de egoísmo.
1. El altruismo de los jóvenes
EL MUNDO |
1. El altruismo de los jóvenes
Es hora de que nuestros jóvenes
muestren su altruismo y responsabilidad, ahora toca cuidar, preservar, a
los más mayores.
Precisamos ante tanta sorpresa, ante
un hecho inesperado, liderazgos sociales, solidaridad, comprensión,
compromiso.
Este es un mundo en que hay
globalización también de las personas, y necesitamos de una gobernanza global.
Evitemos o al menos limitemos en lo
posible la desinformación, sigamos lo que la Organización Mundial de la Salud (O.M.S)
nos señala, así como nuestras autoridades sanitarias. En un momento de
incertidumbre exponencial, con un periodo que es indefinido de tiempo,
acostumbrados como estamos a la movilidad humana, nos adaptaremos al
teletrabajo y nos resultará difícil el dejar de tocar y ser tocados, del
contacto, del piel con piel.
Apreciaremos las carencias.
Observaremos la inmoralidad de los especuladores, conoceremos de las bancarrotas,
del sufrimiento de los países sin red sanitaria.
Una crisis económica mundial es
previsible, o al menos una recesión económica con aumento del desempleo, y como
siempre en los avatares de la vida, afectará a los más desfavorecidos, a
quienes están en situación precaria, a las personas sin hogar.
2. Fortalecer la resistencia social
2. Fortalecer la resistencia social
Vivimos, algunos malviven, con altos
niveles de desigualdad. Pero llegados a este punto, la psicología nos enseña que
hemos de ser más resilientes, que hemos de fortalecer la capacidad de
resistencia social.
Es importante la actitud ante esta
gran disrupción, y saber que aislarse es un riesgo grave. Conozcamos lo
que acontece desde un enfoque clínico, sigamos los informes oficiales de
noticias.
Hemos de adaptarnos a título
individual y comprobar que no todo en la vida está bajo control, que vuelven
viejos fantasmas, que hay quien nos transmite escenarios apocalípticos, y por
contra nos encontramos con la arrogancia de los irresponsables. Estamos ante
el vacío, ante la sensación de que todo puede quebrar, nos preocupa lo
impalpable, la conciencia de fragilidad.
La realidad es la que es, y la que
hacemos. No somos inmortales. Mantengamos (en lo posible) la normalidad, no
nos obsesionemos, no seamos abducidos por la sobreinformación. Busquemos la
verdad, y desde luego busquemos el apoyo afectivo. Afrontemos la situación
ayudando a los demás, manejando el autocuidado, apoyándonos en seres queridos
ante la ansiedad. No perdamos la perspectiva, no nos sintamos acosados y
acorralados, y desde el autocuidado mantengamos nuestra salud mental.
En caso de nerviosismo abrumador,
tristeza persistente, angustia o pánico, acudamos a un psicólogo clínico. Pues estos expertos en salud mental
ayudan a las personas a lidiar con el estrés extremo. Aportan formas
constructivas de manejar la adversidad.
3. Recurrir al humor
3. Recurrir al humor
No es broma, decir que hay que recurrir
en lo posible al humor. El tema es grave, pero puede ser largo, y el ser
humano necesita agarrarse, acogerse a fortalezas que le den perspectiva, que le
den seguridad. Al respecto pensemos en la baja mortandad. Seamos conscientes
del inmenso porcentaje de personas que se curan. Realicemos acciones que nos
transmitan sensación de control, como el lavarnos las manos y seamos
responsables de lo que hacemos, pues podemos ayudar.
4. El buen uso de las redes sociales
4. El buen uso de las redes sociales
Cuidado con las redes sociales y con
el contagio del miedo y del pánico. Que el miedo no nos conduzca a manejarnos por impulsos. Si
bien, la red social nos puede mantener conectados fomentando la sensación de
normalidad y proporcionando valiosos medios para compartir sentimientos.
5. Preocuparse por los que viven solos
5. Preocuparse por los que viven solos
Han de preocuparnos y mucho las
personas que viven solas, y más si son mayores. Con respecto a los niños, hay
que explicarles, informales de manera honesta y apropiada para la edad, hay que
involucrarles, son ciudadanos de pleno derecho. Los niños observarán los
comportamientos y emociones de los adultos, para acompasar sus propios
sentimientos.
Esta sociedad falsamente se siente
muy segura, y de pronto todo parece desplomarse o al menos quedar en suspenso,
a partir de ahí, hay una sensación de que el problema es global pero la
afectación es individual, y muchos, los más, no saben qué hacer.
Por un lado, hay que retirarse a los
hogares, para evitar la propagación, por otro, muchos profesionales hemos de
estar allí donde nuestra labor es esencial, donde los otros nos esperan. Y en
ese sentido todos los que estamos concernidos en el ámbito de la salud, ya
sea física o mental, tenemos un compromiso social ineludible.
No hemos de acentuar los efectos de
la epidemia por coronavirus Covid-19, con unas conductas de alerta personal y
socialmente inadecuadas.
Los ciudadanos del mundo hemos de
asumir nuestra responsabilidad individual, sin ser paralizados por el miedo, sin
entrar en pánico, ni obsesionarnos con la preocupación de enfermar.
Hemos de tener capacidad para
interesarnos por otros asuntos sin sobreexponernos a una información que satura
y limita.
6. No vivir en alerta permanente
6. No vivir en alerta permanente
No podemos mantenernos en un estado
de alerta permanente obsesionados por preocupaciones y sensaciones impedidos
para dormir, trabajar.
Cuidemos en no reconvertir el
miedo y la frustración en agresividad o violencia. Pensemos también en
cuando esto pase.
Sigamos los consejos científicos, evitemos
consumir y propagar información no contrastada.
Fortalezcamos nuestra capacidad de
adaptación, de resolución de problemas. Mantengamos y compartamos desde el
análisis de realidad una actitud optimista y esperanzada.
No magnifiquemos, ni trivialicemos el
riesgo.
El ser humano es resiliente, afronta
el sufrimiento, la incertidumbre, la ansiedad y la angustia.
Algunas personas somos población de
riesgo, otras son y serán afectadas con el consiguiente deber de aislamiento.
Hoy la tecnología permite mantenerse
conectado con los seres queridos.
Además será el momento de ocuparse,
leyendo libros, viendo películas, escribiendo, para no caer en la soledad, la
desesperanza y el miedo.
7. Implicarse en la solidaridad
7. Implicarse en la solidaridad
La especie humana sigue en evolución,
esta es una prueba de compromiso, de sentirse concernido la solidaridad.
El brote eclosionó en una ciudad de
China, la epidemia se extendió por el mundo, una pandemia, que nos enseña, que somos
un solo mundo, que no conoce de fronteras ni nacionalismos.
Somos la suma de individualidades que
compartimos la misma existencia.
Que aprendemos a seguir viviendo con
restricciones, que modificamos costumbres, que prescindimos de lo que nunca
habíamos pensado.
Como sociedad universal saldremos
fortalecidos.
Este seísmo social nos recuerda la
importancia de los abuelos, el acuerdo en la pareja, lo esencial de la escuela,
el encuentro en el hogar durante días de padres e hijos, la flexibilidad
laboral.
Creo que podemos y debemos aprender
y aprovechar mucho.