martes, 28 de abril de 2020

Pérdidas y duelo en tiempos de coronavirus



Aurelia González Alonso. Psicóloga Clínica. Voluntaria del Teléfono de la Esperanza de Málaga

La crisis sanitaria sin precedentes que se vive en todo el mundo está afectando a todos los órdenes de nuestras vidas. Se han movido los cimientos de nuestra salud. Nos encontramos en occidente y en concreto en España, con la idea de que tenemos un sistema de salud de los mejores del mundo y en 15 días, este se ha visto desmantelado y los profesionales sanitarios y el resto del personal relacionado con el mismo, desprotegido  y desbordado.  
En el ámbito del trabajo, muchas personas han pasado a trabajar desde sus casas gracias al teletrabajo, otros han sido sometidos a un ERTE o directamente al despido. Todo ello bajo la sombra de ¿qué pasará cuando volvamos a “la normalidad”?.
El sistema de relaciones se ha modificado. En muchos casos padres e hijos han quedado separados y no pueden verse, hay  parejas separadas. No podemos visitar a los más mayores, incluso en el mismo hogar se deben mantener las distancias, o estar en aislamiento para mantener las recomendaciones de las autoridades. Pero también estamos obligados a convivir con miembros de nuestra familia con los que  en otras circunstancias compartiríamos menos tiempo, menos espacio; en definitiva, la convivencia sería de otra manera.
Las relaciones con los vecinos tampoco son iguales, no podemos prácticamente comunicarnos con ellos y, en algunos casos, todos “somos sospechosos” y podemos “ser acusados”  de ser posibles portadores del virus.
Pero existen otros cambios. Nuestra sociedad ha evolucionado y avanzado para protegernos de casi todo. Aseguramos nuestras casas, aseguramos el coche, nos hacemos seguros de vida, de enfermedad, planes de pensiones para asegurarnos la vejez … y de pronto, tomamos conciencia de lo vulnerables que somos.
Esta pérdida de seguridad,  de peligro, la  vulnerabilidad  ante algo qué no vemos, está moviendo todos nuestros cimientos.
También quizás, es tiempo de reflexión, de plantearnos qué es importante en nuestras vidas, a qué le damos realmente valor, cómo queremos seguir viviendo. Soñamos con poder disfrutar de las coas más pequeñas, poder ver a nuestros seres queridos,  darnos un abrazo, salir a pasear, etc. Todas estas pequeñas cosas cobran ahora una importancia vital.
En definitiva, estamos hablando de cambios no solo cuantitativos sino cualitativos que nos exigen una trasformación en nuestra estructura mental. Inevitablemente para poder procesar todos estos cambios, que se convierten en pérdidas de algo que tuvimos y que ahora no disponemos, necesitamos realizar un proceso de duelo.

www.xlsemanal.com

¿Pero qué es el proceso de duelo?
Duelos  son “todos aquellos procesos psicológicos, conscientes e inconscientes, que pone en marcha el ser humano  ante una   pérdida  significativa”. Por lo tanto, lo entendemos como una reacción adaptativa natural y normal ante la situación de pérdida. Esta pérdida, cómo ya hemos mencionado anteriormente, no solo tiene que ser por un ser querido, sino también se produce, ante la pérdida de un objeto, cosa, status social, relaciones, etc.,  asociándose a síntomas físicos y emocionales y  que puede ser “real o percibido”.
Siguiendo esta definición, todos estos cambios que estamos experimentando en este momento,  y no solo la muerte, exigen una elaboración que ayudará,  nos ayudará,  a realizarlo de la forma emocionalmente más sana.
Vamos a definir lo que es el proceso de duelo, teniendo en cuenta la pérdida que posiblemente, es la más importante de todas, la muerte. Si bien, todas estas características se dan en mayor o menor medida en el resto de las pérdidas o cambios sufridos a la fuerza  y que, además, es algo que nos debemos permitir, aunque lo que valoramos como pérdida,  no sea la muerte.
Se han elaborado modelos desde distintas perspectivas teóricas para explicar el fenómeno de duelo. Una de las más significativas es la realizada por Kübler.Ross y Kessler en (2006). Consideran que, en general,  la persona en duelo,  pasa por cinco etapas diferenciadas, pero que en algunos momentos del proceso se pueden solapar.

Etapas del duelo
Estas etapas son las siguientes:
a) Negación. Nos ayuda a afrontar la pérdida y dosificar el dolor. b) Ira, rabia, dirigida fundamentalmente hacia el exterior.
c) Negociación, suele adoptar la forma de una tregua temporal y suele ir acompañada por la culpa.
d) Depresión con una sensación de vacio y valoración real de la pérdida
e) Aceptación, donde el trabajo personal  es el de recomponerse y reorganizarse sin la persona querida.
Por otro lado, las pérdidas significativas afectan a todas las dimensiones del ser humano: La cognitiva, relacionada con los pensamientos e ideas. La física, a través de las reacciones de nuestro cuerpo. Emotivas, vinculadas a las diferentes emociones. La espiritual, en la que el mundo de las creencias y valores se pueden ver afectadas y por último la social, relacionada con todo nuestro entorno.
Hay que destacar que una elaboración adecuada del proceso de duelo está relacionada, además, de otros muchos aspectos,  con los rituales que realizamos en las diferentes etapas.
En circunstancias normales cuando un ser querido fallece podemos hablar con el médico, acudir al hospital, ver el cuerpo de la persona, organizar el funeral, permanecer velándolo acompañados de las personas más significativas y amigos. Recibimos abrazos, recordamos los momentos compartidos, anécdotas o hacemos una despedida.
Pero ahora nos encontramos en una situación en la que todos estos rituales se ven afectados de forma  significativa quedando el doliente en condiciones de aislamiento sin posibilidad de poder acompañar a la persona que va a fallecer, sin poder despedirse, reduciendo de una manera drástica la red de apoyo social, con lo cual hay más posibilidades de que este duelo se convierta en duelo patológico.

Un operario limpia un féretro. www.canarias7.es

Despedida y cuidados personales en la alerta sanitaria
 
En la situación actual es necesario tener en cuenta las siguientes pautas para vivir un duelo
Enfatizar el autocuidado. Higiene física y mental, cuidar la alimentación, ejercicio físico,  establecer horarios para levantarse y acostarse,  programar el día, realizar distintas actividades y si es posible diferenciar los escenarios, buscar que nos dé un poco el sol. Buscar tiempo y lugar para llorar, enfadarse.

Homenaje a la persona querida. Podemos empezar por hacer una reunión con las personas con las que compartimos la vivienda. Planificar un encuentro virtual con otros familiares explicando qué nos habría gustado hacer. Por lo tanto, dedicar ese momento a la persona querida como homenaje.

Expresar las emociones. Buscar el momento para realizar ventilación emocional. Es importante tener la capacidad de expresar las emociones que aparezcan en cada momento. Todas las emociones son normales, desde la tristeza hasta la rabia o la desesperación. Es positivo identificar estas emociones y ser conscientes que nuestros actos están relacionados con ellas. Es fundamental validarlas y que nos las validen las personas más cercanas.

Buscar apoyo social. Podemos usar las herramientas telemáticas que tenemos para contactar con otras personas. Es importante no sentirse solo/a. No obstante, si en un momento determinado  no se desea  hacerlo se tiene derecho a no hablar.

Pedir respeto. Explicar al entorno cual es el momento emocional por el que se está pasando y solicitar que lo respeten.

No agobiarse por  no vivir el funeral. Intentar no agobiarse porque no se ha podido realizar los actos funerarios habituales. Cuando pase la crisis, se pueden reanudar. El efecto psicológico y emocional va a ser el mismo.

Dejar que nos cuiden. Permitir que las personas cercanas y que nos quieren nos cuiden.

Vivir el recuerdo. Generar un espacio de recuerdo hacia la persona fallecida, con fotos, plantas, objetos especiales o velas. Cada persona debe adecuarlo al momento y a las circunstancias en que se encuentre emocionalmente. Este rincón especial puede servir para tener un momento de mayor comunicación con la persona fallecida, donde podemos expresar como han ocurrido todas las cosas, lo que hubiese gustado hacer y no se pudo hacer. Nuestros planes. Explicar que más adelante vamos a realizar estos rituales.

Escribir alguna carta a la persona fallecida. No tanto de despedida, sino relacionada con los sentimientos, explicar aquello que no se pudo decir por la situación tan especial en que ha ocurrido el fallecimiento. También se puede escribir una carta dirigida al resto de familiares explicando cómo nos sentimos.

Un diario. Escribir un diario donde expresar los sentimientos y de esta forma tomar más conciencia de la realidad que es el fallecimiento del ser querido.

Realizar dibujos, pinturas, alguna manifestación qué simbolice los sentimientos y emociones,  y fundamentalmente, demostrar el cariño. Estas actividades ayudan a expresar esas emociones que en un momento determinado pueden ser difícil  expresar con palabras.

Todos estos rituales no tienen que hacerse a la vez ni por este orden, cada persona lo debe realizar en función de su momento emocional y según la necesidad que se tenga. Es importante tener claro que se está pasando por un momento muy duro y en unas circunstancias muy difíciles, por lo tanto, no exigirse emocionalmente aquello que en estos momentos no se puede dar.
Evitar aquellas situaciones que nos hagan daño, demasiada información sobre el COVID-19 o las consecuencias económicas. Es mejor rodearse de lo que resulta más agradable, menos agresivo.
No tomar decisiones importantes en este momento. Hay que tener en cuenta, que se está bajo el prisma del dolor y del desconcierto, por lo que estos aspectos podrían llevar a tomar decisiones que a medio o largo plazo se consideren inadecuadas.
Si se tienen creencias religiosas, realizar algunos de los rituales establecidos y que se puedan llevar a cabo en casa. Si no se tienen creencias religiosas, buscar otros rituales que nos acerquen emocionalmente al fallecido/a.

Leer más:
El duelo en la pandemia del coronavirus

sábado, 25 de abril de 2020

CON OTRAS GAFAS / 9 canciones solidarias en tiempos de confinamiento



El mundo de la música se ha volcado para poner su granito de arena durante el periodo de confinamiento por la pandemia del coronavirus facilitando descargas gratuitas de canciones o creando nuevas composiciones para disfrute del público y con el fin de ayudar a organizaciones sociales que trabajan para atender a los enfermos y a la población más vulnerable en general.
Rozalén ha publicado 'Aves enjauladas', una preciosa composición que refleja fielmente el sentimiento de estar parados y encerrados que padece la población. 
En los primeros cinco días de estar en la red, 'Aves enjauladas' tuvo nada menos que 1,8 millones de visionados y recibió en su espacio en Youtube 1.401 comentarios. 
Es una de esas canciones que se consagrará como un auténtico canto a la esperanza. Un internauta la ha definido así: 

Una canción para reverdecer la esperanza, para reconciliarnos con nuestro entorno y nosotros mismos, para dar un respiro a la naturaleza y amistarnos con ella.


Rozalén hizo su primera interpretación el directo de este tema el domingo 19 de abril en La Sexta. 
Cada reproducción en YoutubeSpotify y otras plataformas  permitirá que la ONG Entreculturas apoye la red de pisos de acogida del Servicio Jesuita a Migrantes (SJM) para familias, mujeres e infancia en situación de vulnerabilidad

Otras canciones creadas por compositores españoles con fines solidarios son:

'Hay gente' de Kiko Veneno, cuyos beneficios se dedican a Médicos sin Fronteras.

'20 de abril' de Celtas Cortos, que lanzó una versión de esta canción treinta años después de su publicación. Los fondos también se destinan a Médicos sin Fronteras.

'Sabéis quiénes sois' es obra del malagueño El Kanka

'Música para la esperanza'. La cantante valenciana Sole Giménez ha hecho varios conciertos desde su casa en compañía de otros músicos.

'Volveremos a brindar'. Lucía Gil fue una de las primeras cantantes en poner en marcha su creatividad con una canción llena de ternura y esperanza. Tiene más de 3,5 millones de visionados en Youtube.

'Con tu aire en mis adentros' es una creación colectiva de diez músicos católicos a beneficio de Cáritas.

'El mundo fuera' es una improvisación de Alejandro Sanz durante su confinamiento

'Cuando estés aquí'  ha sido compuesta por el malagueño Pablo Alborán para transmitir "una brisa de esperanza". Destinará las descargas en las plataformas digitales a UNICEF para sus acciones contra el COVID 19.


jueves, 23 de abril de 2020

El Teléfono de la Esperanza de Málaga atendió 1113 llamadas entre el 13 de marzo y el 2 de abril




Los orientadores del Teléfono de la Esperanza de Málaga atendieron entre el 13 de marzo y el 20 de abril un total de 1.113 llamadas desde sus viviendas, donde están confinados por el estado de alarma decretado por el Gobierno. En todo el año 2019, se recibieron 8.035  llamadas por lo que las recibidas en el periodo de cuarentena suponen el 13% de todas las atendidas el pasado año.
La soledad y la incomunicación y los estados deprimidos, motivos habituales por los que muchas personas llaman a nuestro teléfono, se ven ahora incrementados por crisis psicológica y emocionales causadas por la pandemia del coronavirus y problemas de convivencia familiar.
El balance de llamadas a los 29 centros territoriales que el Teléfono de la Esperanza tiene en España ha sido de 15.519, lo que supone un incremento del 27%, siendo 2.518 llamadas por motivos relacionados con la crisis del coronavirus. El 64,7% de las peticiones de ayuda las hicieron mujeres y el 35,9% hombres.

Comparte Vida
El pasado 27 de marzo la Asociación Internacional del Teléfono de la Esperanza (ASITES) puso en marcha la web www.compartevida.es a través de la cual las personas que necesiten ayuda para superar esta crisis pueden contactar con nosotros. El acceso se hace cumplimentando un sencillo formulario. 
El servicio se presta por psicólogos especialistas en Psicología Clínica, Máster en Psicología General Sanitaria o con habilitación en Psicología Sanitaria, médicos y psiquiatras para abordar situaciones de sufrimiento psíquico durante el confinamiento.
En el periodo citado, se han atendido 468 solicitudes de ayuda, siendo Madrid la población desde donde más peticiones se recibieron con 63, seguida de Málaga con 50.


Motivo

Porcentaje
Soledad

14,84%
Ansiedad

12.20%
Anciano, enfermo físico

11,02%
Crisis ruptura pareja

8,49%
Ofrecimiento voluntariado

8,04%
Depresión

7,48%
Problema familiar

3,37%
Problemas jurídicos/laborales

1,35%
Pobreza severa

1,63%
Problemas vivienda

1,46%
Miedo al paro

1,29%
Crisis vital

1,80%
Petición de profesional

0,84%
Ideas suicidas

1,35%
Duelo

1,29%
Síndrome del cuidador

1,07%
Problemas pareja

1,01%
Enfermo psiquiátrico

1,01%
Inmigrantes

0,96%
Suicidio en curso

0,84%
Crisis Suicida

0,17%

 


















martes, 21 de abril de 2020

Empatizar con los llamantes confinados




José Portillo
Orientador y dinamizador de grupos en el Teléfono de la Esperanza

El coronavirus detectado en Wuhan se ha extendido rápidamente por todo el mundo. Tanto los orientadores como los profesionales del Teléfono de la Esperanza atendemos gratuitamente a las personas que nos llaman porque viven una situación de crisis o porque simplemente necesitan hablar sin temor alguno a ser malinterpretadas, juzgadas ni rechazadas. La soledad es el problema que más se repite en la mayoría de personas que recurren al Teléfono de la Esperanza para pedir ayuda.
La soledad elegida es maravillosa porque nos permite actuar con mucha libertad, pero no sucede lo mismo con la soledad impuesta, la cual produce un gran sufrimiento en quienes la padecen.
Tenemos una gran capacidad de adaptación. El 15 de marzo iniciamos un largo periodo de cuarentena. 
El hecho de no poder salir de casa aumenta el sufrimiento de quienes necesitan salir por causa de sus enfermedades mentales y de quienes llevan a cabo diferentes actividades de ocio con el fin de poder relacionarse.
El efecto psicológico de la privación de mantener relaciones físicamente tendría un impacto mayor del que tiene en la actualidad en nuestra sociedad si no existieran las redes sociales ni las aplicaciones como Skype que nos permiten participar en audioconferencias y videoconferencias con grupos de familiares, amigos o compañeros de trabajo, quienes contribuyen a hacernos más fácil las semanas del  confinamiento.
Es importante tener en cuenta que muchas personas mayores no están familiarizadas con el uso de las nuevas tecnologías, por lo que se hace necesario mantener llamadas telefónicas con ellas, ya que necesitan ser acompañadas, y, en muchos casos, comprender que sus hijos y nietos no se les acercan porque se han cansado de ellas y ya no les importan, sino porque las aman y no quieren contagiarles el coronavirus, en el caso de que estén afectados. Estamos viviendo una situación tan difícil como desconocida para nosotros. Muchos niños demuestran su frustración por no poder salir y su aburrimiento haciendo travesuras para ver si sus llamadas de atención les ayudan a conseguir lo que quieren, y bastantes adultos se encuentran desconcentrados, temiendo que la cuarentena se alargue demasiado, descontrolando cada día más sus horarios, y sin establecer rutinas que les ayuden a tener cierto bienestar mental durante el confinamiento, ya que, cuanto antes dejamos de centrarnos en nuestras preocupaciones, se nos reduce el nivel de ansiedad más rápidamente.
A las dificultades citadas se añaden los problemas que tienen quienes se encuentran con que deben pasar las 24 horas del día con familiares con quienes tienen problemas, y con quienes les es difícil pactar una pausa en sus enfrentamientos mientras se prolonga la cuarentena. 
¿Para qué recurren al Teléfono de la Esperanza quienes necesita desahogarse si están rodeados de familiares con quienes pueden hablar?.  No nos han educado para tener la capacidad de escuchar a los demás cuando hablan. Además, no nos es fácil hablar con aquellos a los que no queremos contarles nuestros problemas, ora para evitarles sufrir, ora porque no creemos que nos pueden comprender. Es en esta situación en la que los orientadores del Teléfono de la Esperanza permitimos que nuestros llamantes nos cuenten sus problemas sin miedo a ser malinterpretados ni juzgados, porque, cuando le contamos nuestros problemas a alguien que sabe escucharnos, solemos escucharnos mejor de lo que lo hacemos cuando reflexionamos estando solos.
Recuerdo el caso de una señora de ochenta y cinco años que no podía dormir. Llamó al Teléfono de la Esperanza con mucho miedo y diciendo: "Este bichejo maldito nos va a matar a todos". Hablé con ella durante unos minutos, durante los cuales se le redujo la ansiedad, y logró despedirse para conciliar el sueño, deseándome que me tomara algo caliente, con el fin de evitarme pasar frío.
También recuerdo el caso de un señor mayor de cincuenta años que ha conducido diferentes vehículos durante muchos años, y que no podrá hacerlo más, porque le han diagnosticado una enfermedad mental. No tiene actividades, carece de amigos, y no sabe cómo enfrentar el futuro incierto. Le recomendé que pidiera ayuda psicológica a través de la web Comparte Vida
http://www.compartevida.es
Una señora llamó al Teléfono de la Esperanza quejándose porque se sentía sola. Fue maltratada por sus padres durante los años de su infancia, la expulsaron del hogar paterno durante los años de su
adolescencia y sufrió malos tratos de su pareja durante muchos años, y en la actualidad le pesa la soledad. No me fue posible ayudarla a alcanzar la paz interior que necesitamos para afrontar el sufrimiento. Durante la llamada me gritó diciéndome que no la comprendía, porque no lloraba con ella. La acompañé durante más de veinte minutos, y, cuando logré empatizar con ella, le recomendé que pidiera ayuda en la web Comparte Vida.
Tenemos el desafío de reinventarnos para sobrevivir al coronavirus, y los profesionales y los orientadores del Teléfono de la Esperanza, seguiremos ayudando y acompañando a quienes necesiten ayuda psicológica y una voz amiga que los acepte incondicionalmente.