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Francisco García en el puesto de Orientación |
Francisco J.
García es Licenciado en Filología Inglesa y profesor en un instituto. A sus 50 años, hace ya 28 que comenzó a colaborar en el Teléfono de la Esperanza de Málaga. Razones de trabajo le llevaron a un destino en Valencia donde colaboró con nuestra organización durante años. Finalmente, ha vuelto a Málaga, su ciudad natal, y hace unos meses retomó sus turnos como orientador en la sede de 'Villa Esperanza'.
¿Habías colaborado antes con otra ONG? No
¿Cómo fue tu primer contacto con el Teléfono de la
Esperanza? Susana Rodríguez, amiga mía e hija de uno de los
fundadores del Teléfono de la Esperanza en Málaga, me llevó un día a la sede
del Teléfono en el año 90 y desde ese día supe que quería colaborar con esta ONG
¿En qué departamento empezaste a colaborar? Siempre he
colaborado en el departamento de Orientación. Además, en el año 94, durante
trece meses, hice la prestación social sustitutoria, alternativa al servicio
militar, en el Teléfono de la Esperanza. En esos meses colaboré también en
tareas administrativas y de organización.
¿En qué consistió tu formación para la orientación y
qué es lo que más te gustó? Consistió en unos cursos que hice en Cercedilla
(que organizaba un hermano del fundador) y un seguimiento en Málaga de diez
semanas. El seguimiento de los dos primeros cursos lo llevó Julio Redondo,
sacerdote pasionista y director entonces de nuestra organización, una de
las mejores personas que he conocido. El seguimiento del último curso lo
llevó otro compañero, Adrián. Lo que más me gustó fue lo completa que es la
formación y el ambiente de compañerismo que había y hay en el Teléfono de la
Esperanza. Siempre hemos sido una familia. La formación del Teléfono de la
Esperanza, que es continua, imprime carácter. Como dice Sergio Ferrero,
sacerdote que también fue director del Teléfono de la Esperanza, no eres
colaborador del Teléfono de la Esperanza, ERES TELÉFONO DE LA ESPERANZA. Lo que
aprendes, lo aplicas también en todos los ámbitos de tu vida.
¿Qué recuerdos tienes de las primeras llamadas que
tuviste que atender? Para mí fue muy ilusionante poder ayudar a los demás,
y sentirme parte de un equipo. En aquel tiempo, en los 90, éramos realmente una
familia. Y para mí, que hacía sobre todo noches, era muy reconfortante hablar a
la mañana siguiente con María del Mar (la trabajadora social) o con Angelita,
una colaboradora ejemplar, y contarle qué tal había ido la noche. Tuve la mala
suerte de que en una de las primeras llamadas atendí a una chica que había
tomado unas pastillas. Su voz se fue apagando poco a poco y la llamada se
cortó. Llamaba de la otra parte de España. Sólo quería hablar con alguien,
antes de morir. Me consolaba ella a mí, me decía que no me sintiese culpable.
Estuve unos días dándole vueltas a la llamada. Siempre me quedé con la
incertidumbre de saber qué pasó.
La soledad parece que ha sido y es una constante en
la atención telefónica del Teléfono de la Esperanza. Hoy día, sin embargo, la
mayor parte de la población participa en muchos canales de comunicación como
las redes sociales o WhatsAspp. Estamos hiperconectados, pero la soledad
estando muy presente. ¿Qué está pasando? Son herramientas que pueden ser muy
útiles y que no se deben demonizar. A veces, incluso, se pasa de las redes
sociales al contacto real y en muchas ocasiones son un vehículo para fomentar
el contacto con las personas. Evidentemente, estos canales de comunicación sin
un contacto en persona pueden ser contraproducentes. Son un apoyo, no algo
sustitutorio. Yo las veo como algo positivo. Soy un usuario activo de Whatsapp,
Facebook y ahora también estoy en Twitter e Instagram. :)
¿Se nota en los llamantes más sensación de vacío
provocada por falta de valores arraigados o de vida interior más allá de lo
puramente material y las preocupaciones del día a día? He estado 15
años sin colaborar. De lo que yo recuerdo, de mi colaboración desde el año 90
hasta el 2003, los problemas son básicamente los mismos: la soledad, la
incomunicación, los problemas relacionales, la pérdida de sentido. La sociedad
ha avanzado tecnológicamente pero los problemas que nos afectan son los
esenciales: cómo soy, cómo me comunico y qué sentido tiene mi vida.
¿Cual o cuales han sido los casos que más te han
impactado de los que has atendido en estos años? Pues contaré
un caso diferente del anterior, el de un señor de una ciudad de la provincia de
Málaga que tomó unas pastillas antes de empezar a hablar con nosotros y se
quedó dormido con la línea telefónica abierta. Llamamos a la Policía y
Telefónica rastreó la llamada, centralita por centralita, hasta localizar a
este señor (años 90). Lo llevaron al hospital. Pocos días después llamó a
nuestra sede para dar las gracias. Me sentí muy orgulloso.
¿Qué intentas transmitir al llamante para que se
sienta acompañado y orientado? Que en esta vida hay que pelear las cosas, hay que
luchar. Que las cosas pueden ir mal, que la vida puede ser trágica pero
yo tengo que cumplir con la parte que depende de mí. En realidad yo también me
aplico lo aprendido a mi vida cotidiana, porque he cometido errores y he
sufrido reveses vitales, pero no me he abandonado, he luchado. Pero, en
general, en las llamadas procuro no dirigir a las las personas. Procuro que mediante respuestas empáticas o dinámicas de campo de fuerzas y otras técnicas
busquen sus propias soluciones. No dar un pez sino ayudar a pescar.
¿Corres el riesgo de llevarte los problemas de las
personas a casa? ¿Cómo lo evitas? En general no me llevo los problemas a mi casa.
¿Cómo orientas al llamante que habla de suicidio? En mis años de colaborador
he hecho más de 365 noches en orientación. Y la noche es el momento del día donde
creo que hay más suicidas. En las llamadas suicidas procuro valorar cuál es la
idea de muerte, ver cuáles son los puntos fuertes y débiles del llamante, ver
cuál es el problema nuclear e intentar iluminar los aspectos positivos
sanos y positivos que tiene. En determinados casos he firmado un contrato
verbal con los llamantes, les he dicho que, dado que tienen decidido
suicidarse, que por qué no se esperan unos días. Que vengan a nuestra
sede y han hablado con alguien del departamento de psicología. Y ha
funcionado.
En otros casos, le he dado la vuelta a la llamada, les
he preguntado si realmente habían tomado la decisión de suicidarse, por qué han
llamado al Teléfono de la Esperanza. Y si responden que es que no lo tienen
claro, entonces ofrecerles nuestra ayuda plena. Como decía Ángel Madrid,
psicólogo y uno de los hermanos del fundador, las llamadas suicidas son las más
difíciles y a la vez las más fáciles. Se trataría básicamente de hablar y de
crear un clima de afecto con la persona. A partir de ahí, del afecto, se puede
tener mucho más éxito en su abordaje.
Cuéntanos que motivó tu marcha a Valencia y en qué
departamentos colaboraste en el Teléfono de la Esperanza en esa ciudad
En el año 2001 no hubo oposiciones de secundaria en
Andalucía, donde ya era profesor interino de inglés. Me presenté en Valencia y
fui el único que aprobé de mi tribunal. Y me encantó la ciudad. De hecho, he
estado 14 años en Valencia, aunque sólo fui orientador durante dos años en el
Teléfono de la Esperanza de Valencia. Algunos de mis amigos valencianos son
antiguos colaboradores del Teléfono de la Esperanza. ¡ No hay nada como tener un
amigo orientador !
Da razones para unirse al voluntariado del Teléfono
de la Esperanza y para realizar cursos para mejorar la salud emocional en
general La razón fundamental es la solidaridad entre los seres
humanos. Ayudar y ser ayudado. Hoy eres tú pero en ocasiones he sido yo el que
he necesitado ser escuchado. Ser voluntario del Teléfono de la Esperanza es
sentirse parte de una gran familia. Este verano volví a coincidir con antiguos
orientadores de Málaga, 15 años después, y es como si el tiempo no hubiese
pasado. Nosotros, los de entonces, seguimos siendo los mismos, los que queremos
echarle una mano a los demás. Y los cursos son geniales. La formación del
Teléfono de la Esperanza es, de hecho, una de las más completas entre todas las
ONGs existentes. Y son vivenciales. Literalmente, "te dan la vuelta"
y ya nunca vuelves a ser el de antes. Y lo que aprendes lo puedes aplicar a tu
vida cotidiana.
¿Qué es para ti lo más gratificante de
colaborar con el Teléfono de la Esperanza y que ha aportado a tu vida?
Me voy a poner un poco prosaico. Que
termine un turno de noche, casi sin dormir, ir a la cafetería 'Isamoa', en calle Compás de la Victoria y tomarme un dulce de
chocolate con el café con leche.:) Y pensar que he recibido mucho más de
lo que he dado. El Teléfono es una escuela de vida, y una herramienta muy
poderosa para interpretar tu entorno y para entenderte a ti mismo. Cuento una
experiencia personal. Sufrí acoso hace unos años y tuve que pasar por
una peritación psicológica forense para demostrar que había un daño
psicológico. Y las dos psicólogas forenses decían que se notaba enormemente que
había estado anteriormente en terapia y que había colaborado en el Teléfono de
la Esperanza. En mi caso, el Teléfono de la Esperanza, mis amigos y familia, mi
psicóloga, mi cardiólogo y mi fe cristiana me salvaron. La vida en ocasiones es
dura, pero, como dije al principio, hay que luchar, siempre hay motivos para la esperanza. Y detrás de una noche dura siempre hay un dulce de chocolate que te
espera a la vuelta de la esquina. :)