Foto: Plataforma del Voluntariado de España |
Ana es psicóloga y trabajadora del Servicio Andaluz de Empleo en Sevilla.
Desde hace años acude semanalmente a realizar su labor como voluntaria en el
Teléfono de la Esperanza. Allí presta oídos -y el resto de los sentidos- a
quienes se encuentran al otro lado. Ana ha sido confidente de situaciones
límite, historias de superación; testimonios que escucha con la sincera
intención de acompañar a quienes han perdido la esperanza.
La siguiente entrevista a Ana Muñiz, psicóloga, formadora y
voluntaria del Teléfono de la Esperanza de Sevilla, ha sido realizada por la web de la Plataforma del Voluntariado de España.
¿Cómo llegaste al Teléfono de la esperanza?
De una manera fortuita. Yo trabajo en el Servicio Andaluz empleo y uno de
mis jefes era el presidente del Teléfono de la Esperanza. Fue él quien me habló
de esta organización, de las actividades que hacían y también, debido a mi
formación como psicóloga, me gustaba mucho esto de la intervención a través del
teléfono. Frente a lo que yo mejor conozco, la terapia psicológica a largo
plazo, en la que tienes que hacer un seguimiento a una persona, el Teléfono
aborda situaciones puntuales donde puedes escuchar muchas historias diferentes.
Finalmente, un día me acerqué a las oficinas, y me quedé. Mi experiencia,
además -lo sé por mí y por las otras personas voluntarias que colaboran
conmigo- es que el Teléfono engancha.
¿Qué haces en el Teléfono de la Esperanza?
Ahora mismo, hago lo que más me gusta; coger el Teléfono, para la
intervención en crisis. Me han ofrecido otros puestos de más responsabilidad,
pero a mí lo que me gusta es la base de todo esto, el teléfono en cuestión.
Aparte imparto formación a otras personas voluntarias. O sea, llevo las dos
líneas, intervención en crisis y formación de nuevos voluntarios.
¿Tú también
has recibido alguna preparación?
Sí, todos hemos recibido una formación
específica. El teléfono es muy delicado. Cuando hacemos entrevistas a personas
que se acercan, que desean hacer tareas voluntarias, algunos dicen: “Bueno,
quiero ayudar ahora que he dejado de estudiar en verano o me he quedado parado,
hasta que encuentre algo.” Y claro, escuchar a personas que tienen un problema
grave, algo muy serio que les bloquea, no se puede afrontar de cualquier
manera. Tienes que estar preparado de una forma profunda y específica para ello
y en el Teléfono de la Esperanza a eso se le da mucha importancia.
¿Que preparación se da a los voluntarios?
Se necesita una preparación de un año y mucha gente cuando se entera de
este requisito, se desanima. El aprendizaje consta de tres cursos, cada uno con
equipos diferentes, con sus prácticas y obedecen a una formación integral. Se
supone que cuando acabas ya estás capacitado para coger el Teléfono y ofrecer
la ayuda que se pretende. Finalmente, en mi caso, tras muchos años atendiendo
el teléfono, he acabado dando esa formación, algo me resulta apasionante y me
gusta. Entonces para estar en el Teléfono es evidente que hacen falta otras
cualidades, aparte de saber escuchar... Claro. Todo el mundo que se acerca con
el deseo de ser voluntario, lo primero que te dice es “Sí, yo sé escuchar muy
bien”. Y yo siempre les respondo qué les volveré a hacer la misma pregunta
cuando acabemos la formación. Porque una cosa es lo que identificamos en la
calle como una buena escucha, y otra cosa es trabajar en base a una escucha de
calidad, con los cinco sentidos, aquí y ahora. Es evidente que se necesitan
otras cualidades, otras habilidades y sobre todo las ganas de estar ahí, y
abrir tu mente a la persona que llama.
¿Qué otras actividades de voluntariado se hacen, aparte de la atención
telefónica?
La base de nuestra organización es la escucha y la intervención en crisis
en el momento puntual en que la persona tiene un problema y llama. Esta es la
base. Toda persona voluntaria que llega, debe pasar por el teléfono y captar la
esencia de la intervención en crisis. Contamos con un servicio de intervención
psicológica, compuesta por voluntarios psicólogos, encargados de llevar
aquellos casos que necesitan una terapia que va más allá de la llamada que, a
todas luces, resulta insuficiente. También se hacen cursos de educación y
prevención para la salud. Están enfocados a toda la ciudadanía, a la resolución
de problemas, la gestión de situaciones de estrés y de ansiedad, así como a
situaciones de duelo o pérdida...
¿Crees que hay actividades que deberían ser abordadas desde las
instituciones y no por personas voluntarias?
Es una pregunta que crea mucha controversia. Yo sé, por el trabajo que
hacen las personas voluntarias, que a veces están supliendo necesidades que
deberían estar cubiertas por profesionales, funcionarios del estado, o empresas
privadas... Todo el engranaje quizás se aproveche de la existencia del
voluntariado. Es muy difícil saber dónde está la línea en la que debe
participar o no la persona voluntaria. El caso es que debería existir más ayuda
por parte del Estado y de las instituciones en general.
Os sentís desbordados algunas veces...
En el Teléfono de la Esperanza conforme te vas introduciendo en un tema, en
una situación, van surgiendo otros. Es entonces cuando te dices: “No soy yo
quien debería dar solución a esto”. Hace un año por ejemplo empezamos a prestar
ayuda a los familiares y a las víctimas de accidentes de tráfico. Esto era así
porque desde el estado no se les daba suficiente apoyo o atención. La
problemática era tal que cuando nos derivaron a todas las víctimas, a todos los
familiares, para que los escucháramos, nos sentimos muy desbordados. La demanda
nos superaba y claro, no podíamos dedicar toda nuestra atención a un solo
colectivo. El Teléfono es para todas las personas que lo necesitan. En casos
como éste y en muchos otros, creo que se tira mucho del voluntariado, más de lo
que se debiera.
¿Qué se necesita para hacer voluntariado aquí?
Ganas. Principalmente, muchas ganas. Hay personas que llegan con una gran
formación, porque son psicólogos o abogados, saben escuchar muy bien y creen
que ellos van a solucionarle la vida a la gente... pero no. No se trata de eso.
En el Teléfono no le solucionamos la vida a nadie. Aquí escuchamos, no damos
consejos, ni le decimos a la gente lo que tiene que hacer. Escuchamos con los
cinco sentidos y acompañamos en el proceso de crisis.
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