José Portillo
Orientador y coordinador de talleres del Teléfono de la
Esperanza
Los celos pueden convertirse en
un problema muy serio que envenenan las relaciones humanas porque toda persona
celosa tiene miedo a perder sus relaciones y eso comienza creando tensiones
y no se sabe cómo puede acabar.
Existen tres clases de celosos,
reactivos, territoriales y posesivos.
Celos reactivos
Los celos
menos perjudiciales son los reactivos, que están basados en que el que los
siente teme perder sus relaciones. Un caso típico de celos reactivos es el de la
persona que tiene miedo de que su pareja pase mucho tiempo con alguien con
quien habla mucho o ríe. Este tipo de celos, si son solamente esporádicos, pueden
fortalecer las relaciones. Pueden desaparecer sin la ayuda de un terapeuta. Los
padecen más las mujeres que los hombres, pero también cuentan con el aspecto de que
valoran mucho más sus relaciones.
Celos territoriales
Los celos
territoriales los sufren quienes tienen miedo a perder sus relaciones y desconfían,
no de la otra persona, sino de quienes rodean a esta.
Un ejemplo de celoso territorial es el de
quien le dice a su pareja: sé que me amas, pero
temo que tu compañero o compañera de
trabajo nos separe. Entre la pareja del celoso y
su compañero de trabajo no ha sucedido nada, pero el celoso territorial
distorsiona la realidad y no se percata de lo que le está pasando.
Mientras que
los celosos reactivos basan sus
percepciones en lo que consideran que son
evidencias que podrían acabar con sus relaciones, los celosos territoriales
fundamentan sus evidencias en un estado mental patológico que los induce a
sufrir delirios que los arrastran a adoptar creencias sistematizadas y erróneas
que no están relacionadas con la realidad y se resisten a cambiar
por otras más
acordes. Los estados paranoicos más conocidos son los de persecución y los de
grandeza. Sigmund Freud definió la paranoia como un trastorno mental cuyo síntoma primordial es la
desconfianza hacia los demás.
Los celos territoriales son muy
frecuentes, necesitan tratamiento terapéutico,
y caracterizan más a las mujeres que a los
hombres.
Celos posesivos
Los celos
posesivos son los más insoportables porque quienes los viven en su día a día
temen perder al otro como si fuera su propiedad personal. Los celosos
posesivos desconfían de quienes pueden acabar con sus relaciones. Sus vidas
se convierten en insufribles, hasta el punto de que si estas personas no se
dejan tratar por un terapeuta, sus víctimas deben pensar en dejar de
relacionarse con ese hombre o mujer celosos.
Veamos un
ejemplo de celos posesivos.
Apenas Luis ve a su mujer elegantemente vestida,
le pregunta:
¿Con quién vas
a acostarte?
Y si ve que ella llama por teléfono
a otra persona a las diez de la noche, le pregunta:
¿Con cuál de
tus amantes pretendes quedar esta noche?
Los celos posesivos caracterizan más a los
hombres que a las mujeres.
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