La Fase 1 de la desescalada nos está
sacando a todos del confinamiento en nuestras casas. Comercios y terrazas han
abierto, muchos han vuelto a sus puestos de trabajo y el sonido de los coches
sobre el asfalto gana la partida el suave canto de los pájaros que día tras día ha
reinado en plazas, calles y avenidas.
Ha comenzado la reconstrucción de la vida
económica y social sin perder de vista que seguimos en estado de alarma y la
incertidumbre será nuestra compañera de viaje durante meses, hasta que no haya
una vacuna efectiva contra el COVID 19 y se pueda administrar a toda la
población.
Además del miedo lógico a lo desconocido,
al contagio y a no saber cuando se puede recuperar la normalidad, otros
sentimientos, los de solidaridad y generosidad, han estado y siguen estando muy
presentes en la sociedad. Siguen los bancos de alimentos y ONGs prestando un
apoyo esencial para la supervivencia de cientos de miles de personas, muchas de
ellas familias con niños, y se esfuerzan los maestros por mantener el
aprendizaje a distancia de sus alumnos.
Profesores comprometidos
En zonas muy empobrecidas, los educadores
redoblan sus esfuerzos para que los chavales puedan terminar el curso escolar
aunque carezcan de medios tecnológicos. El equipo docente del colegio
'Misioneras Cruzadas', situado en la barriada 'La Virreina' de Málaga, hizo
frente en las primeras semanas del confinamiento a dos retos. Unos 100 de los
300 alumnos del colegio, cuyas familias viven en una gran precariedad, se
quedaron durante los primeros días del estado de alarma fuera del programa de
refuerzo alimentario de la Junta de Andalucía, lo que motivó la reacción del
equipo docente que logró donaciones de alimentos por particulares, Cáritas y
cofradías. Consiguieron mantener tres repartos de comida semanales cuando
el comedor escolar ya había cerrado. Además, los profesores lograron el apoyo
de Fundación La Caixa que donó tabletas a un grupo de escolares para que
pudieran acceder a las clases online desde sus casas.
Las redes de solidaridad funcionan
atendiendo a familias empobrecidas, inmigrantes y ancianos que viven en
soledad. Mientras tanto, profesionales de diversos ámbitos de la ciencia se
esfuerzan en los laboratorios por avanzar en sus investigaciones hasta obtener
una vacuna o tratamientos eficaces que puedan cortar el avance del virus en el
organismo de las personas. Hombres y mujeres que han superado la
enfermedad se han unido a esta cadena en la que la entrega altruista por un
bien superior, el de la salud y la vida, deja a un lado los intereses
individuales.
Superan la enfermedad y donan su plasma
Un total de 11 personas de Málaga que
dejaron atrás la infección se han prestado a donar su plasma a un equipo
investigador que trabaja en red en hospitales de toda Andalucía. En Málaga, los investigadores están en los hospitales
universitarios Regional de
Málaga y Virgen de la Victoria,
junto con el Hospital Costa del Sol. Pertenecen, además de a las unidades
de Enfermedades Infecciosas o Medicina Interna, al
Instituto de Investigación Biomédica de Málaga (Ibima). Promovido por la
Red Andaluza de Diseño y Traslación de Terapias Avanzadas de la Fundación
Progreso y Salud y con el apoyo de la Consejería de Salud y Familias, en el
ensayo participa un total de 72 pacientes en toda la comunidad.
El investigador
principal del Hospital Regional de Málaga, el facultativo especialista de
la Unidad de Enfermedades Infecciosas, Ignacio Márquez, señala que "de los resultados del ensayo clínico se podría
concluir el uso de plasma de pacientes que han superado la enfermedad
como una nueva opción de tratamiento. Se pretende demostrar si la
administración de plasma de estos pacientes es efectiva en los primeros
estadios, evitando que progrese a fases de mayor gravedad", subraya, al tiempo
que agradece la generosidad de los
pacientes.
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