El
Teléfono de la Esperanza, ha reforzado su presencia durante esta crisis
sanitaria. Desde el 13 de marzo hasta el 4 de mayo se han recibido 22.782 llamadas en sus 31 centros territoriales, lo que ha supuesto un incremento
del 30% de las llamadas comparado con el mismo período en 2019. El servicio de
apoyo y asesoramiento psicológico, prestado por profesionales sanitarios,
puesto en marcha tras la declaración del estado de alarma a través de la web www.compartevida.es
ha recibido 720 solicitudes de asistencia psicológica prestada por
profesionales sanitarios.
La
actual crisis sanitaria, por el carácter disruptivo con la que se produjo,
provocó una situación de alarma y emergencia con las correlativas consecuencias
afectivas, cognitivas y conductuales. Hay ejemplos muy comunes y cotidianos de
estos impactos, entre otros, fácilmente reconocibles;
Ø La
reacción de parte de la población de acopiar suministros en sus casas, muy por
encima de sus necesidades más inmediatas.
Ø Sensaciones,
en ocasiones desbordantes, de una intensa emoción cuando la gente se asomaba a
las ventanas a las 8 de la tarde.
Ø Modificaciones
en las sensaciones energéticas del cuerpo por los cambios fisiológicos
vinculados al confinamiento.
Ø Una
inquietud generalizada mezclada con sensación de confusión, consecuencia de la
sobreinformación y la pérdida de rutinas.
Por
supuesto, aquellas personas que se han visto además expuestas, o que están más
en contacto, con las consecuencias biopsicosociales de la pandemia, presentan
problemáticas más específicas con un fuerte impacto sobre el equilibrio
psicológico (fallecimiento por enfermedad, pérdida de empleo, estrés laboral…).
El miedo y la adaptación
Desde
un punto de vista psicológico, considerando la población en general, el
miedo ha sido la emoción más determinante en este primer momento. El miedo
constituye una reacción adaptativa adecuada a una situación en la que hay
riesgo para nuestra integridad física, en este caso, la enfermedad. Una parte
de la población, nuestros mayores, se ha visto especialmente afectada por esta
circunstancia.
Por
otro lado, la utilización en los medios de comunicación de conceptos y visiones
asociadas a una situación bélica, hace despertar en el imaginario colectivo
otros miedos, más relacionados con hechos pasados (al menos, en España) y/o con
creaciones culturales (películas o novelas sobre cataclismos, desastres, etc.).
Se
ha hablado de lucha, del enemigo, de combatir, hemos escuchado sirenas, ¡las
hemos aplaudido llenos de excitación!, hemos visto militares paseando por las
calles, incluso algunos balcones y ventanas han sido la atalaya desde la que
vigilar al vecino cuando salía a la calle...
Conductas en la calle
El
miedo tiene múltiples formas de expresarse a través del mundo emocional, de los
pensamientos y de las conductas. Estos días, cuando salimos a la calle, podemos
comprobar cómo nuestra postura está contraída, cómo evitamos mirarnos o bajamos
la mirada al suelo, cómo giramos levemente nuestro cuerpo echando un hombro
hacia delante, o exponiendo nuestra espalda con preferencia a las partes más
blandas situadas en nuestro torso.
Las
posturas y los gestos asociados al miedo tienen su correlato psicológico. La
investigación en psicología en estas últimas décadas, ha venido poniendo la
atención sobre esta correlación entre la postura y la respuesta emocional.
Por
otro lado, es de sobra conocido que, incrementar el repertorio de emociones de
valencia positiva, mejora el funcionamiento de sistema respiratorio,
cardiovascular e inmune[1], lo que revierte en un
mejor afrontamiento de la enfermedad, si se presentase.
La desescalada
En
estos días se habla de desescalada pero, ¿cómo hacemos ahora esta transición con el cuerpo lleno de miedo?.
ü Ignorar
lo que ha sucedido y está sucediendo no es adaptativo, y no va a facilitar que
se promuevan conductas de cuidado personal y apoyo colectivo.
üMantenernos
en el miedo tampoco resultará adaptativo, pues el contexto actual requiere que
nos movamos, si bien en una dirección distinta a la que precedió a esos
primeros momentos de la pandemia.
Llega
ahora un tiempo complejo en el que es preciso promover actitudes y conductas
que se orienten a:
Ø Desarrollar
pautas de cuidado personal, tanto para promover el propio bienestar como el
bienestar de las demás personas.
Ø Impulsar
conductas prosociales, dándonos cuenta de la importancia del apoyo social y de
la construcción de redes que puedan dar respuesta a necesidades de muy distinto
orden que ya han surgido y que surgirán.
Es
tiempo de cambiar porque algo ya ha cambiado y algo va a cambiar. No podemos
hablar de un antes y un después del Coronavirus, no podemos hablar de
pos-covid, por el momento. Ahora empieza a hablarse de normalizar la
enfermedad, de que no habrá vacuna hasta dentro de varios meses, de que hay que
seguir viviendo con esta nueva realidad; un virus del que aún desconocemos
muchas cosas, va a formar parte de nuestras vidas ahora (del futuro, hoy, no
podemos hablar).
Campaña 'Que no te pare el miedo'
Por
esta razón, el Teléfono de la Esperanza lanza hoy una campaña para
su difusión a través de redes sociales, medios de comunicación digitales y
soportes gráficos que pudieran utilizarse.
Queremos
animar a medios de comunicación, empresas e instituciones públicas a sumarse a
esta iniciativa colaborando en su difusión e incorporando su logo a los para publicarlos en sus propias redes o en los soportes situados en espacios públicos (MUPIS). En todos los carteles es posible insertar el logo en la parte inferior derecha de la imagen (dentro de la franja blanca).
La imagen que acompaña a este post es la primera que estamos difundiendo desde hoy y durante dos semanas en las redes sociales.
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