“Los
prejuicios te los dejas en la puerta del Teléfono
de la Esperanza”. Así se expresa Azahar
González, alumna de 4º de Psicología que entre noviembre y mayo pasados ha
hecho su periodo de prácticas en nuestra asociación. Forma parte de un grupo de alumnos que ha participado en talleres y cursos y ha tenido un tiempo de coescucha, esto es,
de observar personalmente como los orientadores del teléfono atienden a las
personas en crisis que llaman para pedir
ayuda. Ese abandono de los perjuicios
se refiere a la atención respetuosa, anónima y formada profesionalmente que las
voluntarias y voluntarios practican cada vez que suena el teléfono y dicen “Teléfono
de la Esperanza, dígame”. “He estado
presente en la atención a casos de soledad y malos tratos, entre otros, y
escuchas la conversación del orientador con la persona, la dimensión del
problema y la necesidad de recibir ayuda y que la gente tenga perspectiva de lo
que le está pasando”, explica Azahar. La
alumna destaca como “cada orientador pone su personalidad a la hora de atender
a los llamantes” y valora la presencia y orientación de Ana Manrique, psicóloga del Teléfono de la Esperanza, al analizar
con los alumnos las posibles respuestas a los problemas de las personas que
iban llamando.
Virginia García,
otra de las alumnas, tuvo la oportunidad de comprobar la forma de facilitar
ayuda a dos personas que habían intentado suicidarse. “No tenían un riesgo
elevado de llevarlo a cabo y Ana los llamó para atenderlos”.
A
esta psicóloga en ciernes le gustó participar en el Taller de Ansiedad y
Estrés, algo que le está sirviendo también para su trabajo de fin de grado,
valorando que “allí estábamos todos como en familia y siempre se hacía
relajación o meditación al principio o al final de la sesión”.
“Ha
sido gratificante y enriquecedor como persona” cuenta Virginia, con el brillo en los ojos de
haber vivido una experiencia motivadora.
Las
llamadas terapias de tercera generación han tenido un papel importante en los
meses que han pasado con nosotros. A Edurne
Rivero le ha agradado mucho practicar Mindfulness, “lo disfruté muchísimo y
lo he implementado en mi vida. Lo practico en la vida diaria”. También fue un
descubrimiento para ella, el hecho de poder asistir al curso para tratar el
Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC) impartido por psicólogas de la AsociaciónTOC Granada en nuestra sede el pasado mes de abril. “Hemos aprendido a ver el desarrollo del trastorno, los síntomas
y como orientar a las personas que lo
sufren”.
Formación de voluntarios
Parte
de las alumnas participaron en los procesos de formación de los voluntarios del
Teléfono de la Esperanza. “No se puede ayudar a otros sin conocerse uno antes.
Me pareció muy bueno el curso ‘Conocerse para crecer’ y genial la terapia de grupo”, explica Rosa Cordero, otra de las estudiantes de 4º de Psicología. Además,
señala que “el curso ‘Desarrollo personal’ es muy bueno. En él se da un paso más para ayudar. Aprendes a
perdonarte a ti mismo y a perdonar a los demás. Es muy importante para
conocerse a si mismo”.
Tras
los meses en el Practicum del Teléfono de la Esperanza, Azahar González está agradecida de la muestra de posibilidades para
el desarrollo profesional que se le ha ofrecido. “Las prácticas han sido un
buen punto de vista para iniciarme. Hay cosas como la intervención en crisis
que conocía algo, pero el suicidio solo lo había tocado de soslayo. Ahora mi
intención es conocer posibles especialidades”.
Rosa
Cordero tiene una atención muy importante que dar, es la de asistir a su madre,
enferma de Alzheimer.
Tanto
a Edurne como a Virginia les gustaría dar su ayuda como orientadoras
voluntarias en el Teléfono de la Esperanza. La segunda de las estudiantes se
plantea también trabajar con discapacitados.
Aprender de los alumnos
Para
Ana Manrique, tutora de los
componentes de este grupo de prácticas, “ha sido un placer tener a estos
alumnos entre nosotros. He disfrutado de lo que han aportado. Me han enseñado
su entusiasmo, nuevos conceptos, nuevas cosas y han estado a gusto con nuestros
orientadores”.
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