José María Rueda, ante la cámara de la productora 93 metros. |
Un equipo de la productora audiovisual 93 metros grabó el pasado mes de junio dos entrevistas a sendos voluntarios del Teléfono de la Esperanza para incluir en un documental dedicado al problema oculto del suicidio. 93 metros es una productora de vídeos y documentales de calidad, cuyos profesionales cuentan con una dilatada experiencia en el tratamiento de cuestiones sociales y culturales. Muchas de sus producciones se han podido ver en Discovery Channel.
Los protagonistas de la grabación fueron José María Rueda y Consuelo Cuevas. El primero habló desde su experiencia, ya lejana en el tiempo, pero durísima, de su intento de suicidio cuando vivía solo en un pueblo andaluz lejos de su familia. La segunda relató como el suicidio de su hijo le cambió la vida para siempre.
En el ambiente cálido de la última planta de 'Villa Esperanza', donde tantas personas han vivido momentos de reflexión en los cursos y talleres, acariciado por una tenue iluminacion, José María tuvo el coraje de abrir su interior viajando en el tiempo hasta su juventud. Salieron los momentos críticos de su vida, que le llevaron al borde de la muerte, pero trasladó un mensaje nítido de superación personal: "Sufrí de la culpabilidad por haber intentado quitarme la vida, pero hay que normalizar que la gente pueda decir que tiene ideas suicidas sin que le miren como un bicho raro. Así se salvan muchas vidas. Yo viví 15 años con ideas suicidas porque no quería contarlo hasta que intenté quitarme la vida. Hablarlo es un tratamiento contra la desesperanza".
José María demostró una gran entereza en su primera aparición contando su experiencia para un medio de comunicación y mencionó la importancia que tuvo para él recibir el apoyo del psicólogo y voluntario del Teléfono de la Esperanza, Jesús García Toribio, y el psiquiatra Andrés Cerezo.
"Es muy importante que se ofrezcan recursos a las personas y se sientan acompañadas. Hay gente que sale de este problema, sigue con su vida y no vuelve a pensar en eso. Es una enfermedad que tiene cura".
José María es orientador, colaboró con el equipo que tutela a los alumnos de Psicología en prácticas y es un hombre con una gran paciencia y destreza para las gestiones administrativas y trámite de subvenciones. Además, es profesor de Historia y ha dado varias charlas en nuestra sede.
El teléfono, un refugio
A Consuelo Cuevas el mundo se le vino encima cuando ella y su marido entraron en el cortijo familiar en la provincia de Granada y se encontraron muerto a su hijo, un policía nacional de 27 años, un día negro de octubre de 2008. "Mi hijo decidió acabar con su vida. Se comió todo su problema, no lo exteriorizó con nadie. A mi me dejó humillada, culpada". Los primeros pasos fueron acudir al servicio de Psicología del Cuerpo Nacional de Policía. Le sugireron un cambio de domicilio. Se mudo con su familia a Málaga y conoció el Teléfono de la Esperanza que se convirtió en su refugio. Ha hecho todo tipo de cursos y talleres de salud emocional y tiene la fuerza y la entereza de levantar el teléfono para atender a las personas en crisis.
Consuelo cuenta en el documental que siete años después de aquel terrible acontecimiento "estoy tocada, pero con el dolor más encapsulado. Ahora me encuentro con madres con este problema y hay que pararlo. Cuando lo piensas te das cuenta de que tienes que tirar para adelante". Desde hace unos meses participa en las reuniones de apoyo a un grupo de padres cuyos hijos han puesto fin a sus vidas.
Agradece el apoyo de su marido y sus otros dos hijos y a estas alturas tiene claro que "aunque muera un hijo, se puede ser feliz después". Es una gran defensora de que los medios de comunicación abandonen el tabú de no hablar del suicidio para concienciar del problema y "que la gente pida ayuda. Todos estos reportajes dan vida".
En el documental también interviene Juan Sánchez, presidente del Teléfono de la Esperanza, explicando la labor que la organización desarrolla en diferentes campos atendiendo a las personas que han intentado suiciarse y sus familiares.
Leer más:
Prevenir el suicidio con la ayuda de los medios de comunicación
Media hora comunicando esperanza en Onda Azul
En el ambiente cálido de la última planta de 'Villa Esperanza', donde tantas personas han vivido momentos de reflexión en los cursos y talleres, acariciado por una tenue iluminacion, José María tuvo el coraje de abrir su interior viajando en el tiempo hasta su juventud. Salieron los momentos críticos de su vida, que le llevaron al borde de la muerte, pero trasladó un mensaje nítido de superación personal: "Sufrí de la culpabilidad por haber intentado quitarme la vida, pero hay que normalizar que la gente pueda decir que tiene ideas suicidas sin que le miren como un bicho raro. Así se salvan muchas vidas. Yo viví 15 años con ideas suicidas porque no quería contarlo hasta que intenté quitarme la vida. Hablarlo es un tratamiento contra la desesperanza".
José María demostró una gran entereza en su primera aparición contando su experiencia para un medio de comunicación y mencionó la importancia que tuvo para él recibir el apoyo del psicólogo y voluntario del Teléfono de la Esperanza, Jesús García Toribio, y el psiquiatra Andrés Cerezo.
"Es muy importante que se ofrezcan recursos a las personas y se sientan acompañadas. Hay gente que sale de este problema, sigue con su vida y no vuelve a pensar en eso. Es una enfermedad que tiene cura".
José María es orientador, colaboró con el equipo que tutela a los alumnos de Psicología en prácticas y es un hombre con una gran paciencia y destreza para las gestiones administrativas y trámite de subvenciones. Además, es profesor de Historia y ha dado varias charlas en nuestra sede.
Consuelo Cuevas contó el trabajo que ha tenido que hacer consigo misma |
El teléfono, un refugio
A Consuelo Cuevas el mundo se le vino encima cuando ella y su marido entraron en el cortijo familiar en la provincia de Granada y se encontraron muerto a su hijo, un policía nacional de 27 años, un día negro de octubre de 2008. "Mi hijo decidió acabar con su vida. Se comió todo su problema, no lo exteriorizó con nadie. A mi me dejó humillada, culpada". Los primeros pasos fueron acudir al servicio de Psicología del Cuerpo Nacional de Policía. Le sugireron un cambio de domicilio. Se mudo con su familia a Málaga y conoció el Teléfono de la Esperanza que se convirtió en su refugio. Ha hecho todo tipo de cursos y talleres de salud emocional y tiene la fuerza y la entereza de levantar el teléfono para atender a las personas en crisis.
Consuelo cuenta en el documental que siete años después de aquel terrible acontecimiento "estoy tocada, pero con el dolor más encapsulado. Ahora me encuentro con madres con este problema y hay que pararlo. Cuando lo piensas te das cuenta de que tienes que tirar para adelante". Desde hace unos meses participa en las reuniones de apoyo a un grupo de padres cuyos hijos han puesto fin a sus vidas.
Agradece el apoyo de su marido y sus otros dos hijos y a estas alturas tiene claro que "aunque muera un hijo, se puede ser feliz después". Es una gran defensora de que los medios de comunicación abandonen el tabú de no hablar del suicidio para concienciar del problema y "que la gente pida ayuda. Todos estos reportajes dan vida".
En el documental también interviene Juan Sánchez, presidente del Teléfono de la Esperanza, explicando la labor que la organización desarrolla en diferentes campos atendiendo a las personas que han intentado suiciarse y sus familiares.
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