Pepe Ruz
Voluntario del Teléfono de la Esperanza
Contagios, hospitalización,
muerte, pandemia, medidas de contención, distancia de seguridad, restricción
número de personas reunidas, núcleos familiares incluidos, cierre de
establecimientos y espectáculos públicos, teletrabajo, uso de mascarilla,
confinamiento, miedo, todo ello nos ha llevado a la sociedad en general a un
aislamiento, más acentuado en los mayores, que han resultado los más
vulnerables, lo que ha motivado que instituciones como el Ayuntamiento de Málaga y la Diputación Provincial, en sus respectivas competencias territoriales,
formularan programas para paliar este aumento de la soledad en mayores.
Estos programas se están llevando a cabo con la colaboración de las organizaciones no gubernamentales, Cruz Roja, Fundación HARENA y el Teléfono de la Esperanza que diseñó el programa 'La Brújula de la Esperanza'.
Nuestra
asociación ha impartido, por un lado, talleres para
mayores de 65 años con la finalidad de dotarles de herramientas y
ayudarles a superar estos momentos de crisis; y de otro, ha realizado atención
telefónica a mayores de 80 años. Para esta actuación contamos
con más de 50 voluntarios, entre los que me encuentro, pudiendo
constatar que tuvimos una inquietud al efectuar las
primeras llamadas por la acogida que los mayores nos pudieran dispensar; y que
los mayores, a su vez, debieron vencer la desconfianza que la
situación general les ha provocado.
Con las primeras
conversaciones, desconfianza e inquietud han quedado apeadas, siendo
sustituidas por la proximidad y el entendimiento. Ellos nos han hecho
partícipes de los momentos tan difíciles que han vivido a causa
del miedo a contagiarse. De repente se han visto aislados de sus
personas más queridas, hijos, nietos, amigos.
En el transcurso de las
semanas, las llamadas se han convertido en un momento gratificante para voluntarios
y mayores, han pasado de ser conversaciones dominadas por el miedo al futuro
incierto, o a la gran preocupación por su salud, a instantes en que la sonrisa
ha aflorado de modo espontáneo, ya sea porque los mayores nos contaban
vivencias que provocaron felicidad, recordando su noviazgo, su
boda, los nacimientos de sus hijos, los esfuerzos desplegados en la crianza y
educación de los mismos; ya por el agradecimiento que demuestran en cada una de
las llamadas, interesándose por nuestra vida, nuestras familias,
hijos y trabajo.
A día de hoy se ha producido
una simbiosis entre voluntarios y mayores , lo que se refleja en
el inicio de las llamadas. Marcas el número, suena el tono y
descuelgan: “Hola, soy….”. Interrumpen tu presentación con tono alegre “… te he
conocido eres Isabel, Pepe o Carmen”, responde tu mayor. En
el transcurso de la conversación: “… me gustaría que nos viéramos para tomar
…”. En la despedida “…. espero tu llamada la semana que viene” .
Ambos hemos encontrado que la
brújula ha señalado un sentido y una orientación en este camino tortuoso que
nos ha tocado vivir.
Lee los testimonios de los participantes:
Una brújula contra la soledad de los mayores
La experiencia anterior se refiere al programa con el Ayuntamiento de Málaga. Si quieres conocer la colaboración con la Diputación accede a este post: Plan contra la Soledad de los Mayores
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