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Remedios
Gámez Peláez
Coordinador
del curso ‘Educadores hoy’
La familia es la naturaleza que produce a nuestros hijos,
estos son algunos principios educativos básicos que actúan como abono del
crecimiento como personas e insecticida de las cosas que pueden ser nocivas
para ese crecimiento.
CARIÑO. El
amor nos hace crecer fuertes, esta fortaleza sale de la savia interior, de la
generosidad gratuita. Existe una gran diferencia evolutiva entre niños deseados
y queridos y los que son rechazados. Ninguna droga o adicción que consumen
algunos adolescentes puede sustituir a la necesidad de sentirse queridos para
ser felices, el cariño es abono para nuestros hijos, les da seguridad lo
necesitan siempre pero en épocas de crisis, como la adolescencia mas.
El cariño no es sobreprotección, la sobreprotección anula
a los adolescentes y no les permite crecer, les hace dependientes, incapaces de
valerse por ellos mismos, sin autoestima. Si lo puede hacer, enséñale a
hacerlo: a colaborar en las tareas del hogar, a sentirse miembros activos de la vida familiar, no parásitos. Fomentar la
cocina, la compra, el orden y la limpieza, según posibilidades de cada uno. Hay
que hacer atractivos estos trabajos, no como una carga pesada, sino como bienes
que mejoran la convivencia, disfrutar
con las ventajas del orden y la limpieza. Si manejan ordenadores, ¿por qué no manejar la lavadora? Si no lo hacen tan
"perfecto " como los adultos, será como cuando empezaron a escribir o
a leer, que tampoco lo hacían bien y a la larga les ha dado grandes
satisfacciones.
Es necesario estimularles, al principio compartir con
ellos estas tareas, que se sientan
valiosos, capaces de hacerlas solos, de
mejorar, para ello, nosotros debemos estar convencidos de que pueden hacerlo
cada vez mejor. Nadie convence si no está convencido y sobre todo con PACIENCIA
otro ingrediente fundamental. Si
confiamos en su mejora, ellos también confiarán y sentirán la esperanza de
conseguirlo avances en las tareas familiares, en los estudios, en las
habilidades sociales. La coacción, premio o castigo pueden servir una vez, pero
se trata de APRENDER PARA LA VIDA.
ATENCIÓN
A LA DIVERSIDAD. Las familias con muchos miembros están
formadas por personas muy diferentes, es fácil que en verano sea mayor y más
variado el número de familiares con los que convivimos: abuelos, tíos, primos,
incluso amigos, cada uno de estos
miembros tiene tratamiento diferente y es importante que lo sepan los
adolescentes. El principio de autoridad no es igual con todos. Dice el
Evangelio "hablaba con autoridad" y por eso le conocían los suyos.
Los padres tienen el deber de conseguir credibilidad y
confianza de sus hijos, la confianza mutua nos permite crecer. Cada hijo es
diferente y tienen necesidades
distintas. Por eso, sus frutos también van a ser distintos, unos son ágiles,
otros reflexivos, unos graciosos , reservados, abiertos ... Como en la
naturaleza la uva está orgullosa de ser uva, el melón, el manzano o el granado
no quieren ser iguales. Cada uno de los hijos deben sentirse a gusto consigo
mismos, valiosos por lo que son, la naturaleza no rivaliza si son frutos rojos
o verdes, grandes o pequeños, porque van a valer mucho o poco, como si fuesen a
ser vendidos en el mercado.
Se
trata de que alimenten cada uno sus capacidades y se sientan queridos por lo
que son y no por lo que podrían llegar a
ser.
En numerosas ocasiones los padres queremos que todos nuestros hijos sean
ingenieros, médicos, etc. para que tengan mejores salidas laborales. Alimentar
sus necesidades desde lo que son y desean ser, es la gran tarea de sus padres.
Estimularles a que ya son valiosos y serán cada día mejores si la autoestima les va descubriendo nuevas
capacidades.
No hay que igualar
a los hermanos más que en el cariño y en la atención que le prestamos. Por
supuesto, nunca compararles entre ellos, con nadie, ni con nosotros mismos
porque la naturaleza no hace dos seres iguales, ni siquiera los gemelos
monocigóticos , y esa es otra historia
Ojo porque ellos
mismos tienden a igualarse y a convertirse en "manada", vestir igual,
actuar como los otros ... El gran reto
de nuestra educación es que sean capaces
de discrepar, de ser diferentes y sentirse orgullosos de serlo, respetando a
los demás y cooperando con los que ellos quieren cooperar, aunque sean
diferentes. Necesitamos que nuestros
hijos sean valientes, que convivan en la pluralidad de ideas y no caigan en cosas no deseadas.
COMUNICACIÓN
FAMILIAR. Es como la
circulación sanguínea en el cuerpo humano,
los vasos comunicantes que alimenten a unos y a otros dentro de la vida
familiar. La comunicación no verbal siempre es posible y nos puede ser más útil
que la verbal. El cómo atendemos a sus necesidades de crecimiento personal es
fundamental en los adolescentes. La comunicación no verbal son los hábitos, la
cooperación familiar, disponibilidad de nosotros hacia ellos y de ellos hacia
nosotros. No vale ser "esclavos" de nuestros hijos, como en ocasiones
decimos, porque les enseñamos a ser
esclavos. Tampoco vale ser sus criados, ni sus cocineros, ni sus profesores,
inspectores, taxistas, y proveedores de todos sus deseos y caprichos. Deben
aprender a pedir cuando lo necesitan y aceptar las respuestas negativas,
aprenderán a respetar y a soportar las contrariedades, las explicaciones son convenientes pero no
siempre necesarias si existe una cierta empatía emocional y comprensión mutua.
Nuestros hijos no son responsables de los problemas de
sus padres, ni de manera continuada de la de sus hermanos, abuelos, y
quehaceres de la vida familiar. Son miembros activos de todas las tareas
familiares que para su edad le
corresponden, deben colaborar, pero la
responsabilidad es de los padres. Es conveniente que compartan las
informaciones de las alegrías, enfermedades, dificultades etc., para que
también se sientan responsables. Si alguno de los padres está en paro debe
saberlo, así como cuando mejoran en el trabajo, los éxitos o los momentos de duelo familiar, participar, con arreglo a su edad, aceptar
las leyes de la naturaleza. Los padres que ocultan por sobreprotección a sus
hijos estos datos les están frenando su proceso de madurez. Las sociedades
urbanas suelen sobreproteger a sus hijos ocultándoles enfermedades y muertes,
algo que no suele pasar en las rurales, es necesario aprender en la familia que
la muerte existe y a aceptarla. En ocasiones el no saber el por qué de las
cosas hace que se sientan culpables y tenga consecuencias emocionales para su
vida que se hubieran podido evitar con una buena información.
Compartir
temas de actualidad, tareas, películas,
libros actividades de ocio, juegos de
mesa, excursiones, deportes, paseos, son actividades magníficas para conocernos mejor .
LA
ESCUCHA. Es una parte fundamental en el lenguaje verbal. El trasvase de sus emociones en nosotros. A esta
edad les cuesta mucho hablar. Se convierten en seres apartados, con los
móviles, con los ordenadores, con los amigos. Solo en sus gestos y actitudes
sabemos lo que les molesta que les hurguemos en sus pensamientos. Cuando
deciden hablar es algo importante que
hay que cuidar, incluso dejar lo que hacemos para escucharles. Al escuchar solo
haremos pequeñas intervenciones que le estimulen a seguir su relato, estaremos próximos, atentos a su tono y
contenido, siempre manifestando interés, estemos o no de acuerdo con lo que nos
dice, sin prejuicios. Será en la
respuesta cuando expresemos lo que pensamos, no antes de escucharle y que se
sienta escuchado
La respuesta debe ser desde el yo, nunca acusación de tu
eres o tu lo que tienes que hacer. Podemos manifestarle agradecimiento y cariño
por su confianza y expresarles nuestros sentimientos y pensamientos que son los
que nosotros queremos compartir, un trasvase desde nuestra madurez de padres
hacia ellos. Expresaremos nuestro acuerdo o desacuerdo de manera clara y en
presente, no en pasado ni en futuro. Lo
que nuestro hijo es, quiere hacer, pensar o lo que siente etc., tiene que expresarlo él y no oírlo de
nuestra boca. Lo que hacemos al decirle “tú lo que tienes que hacer....” es
tomar nosotros las decisiones que le corresponde a él tomar. De nuevo
sobreprotección y falsa autoridad. La buena autoridad es la que es capaz de
convencer desde nuestra valía personal. Por ella confía en nosotros, en nuestros argumentos. Sacar de dudas es mejor que
imponer soluciones. Que él se sienta que es el actor principal de su vida y del sentido de ella. Los pensamientos de sus padres han de ser
un referente. Que sientan que sus cambios y decisiones las toma por sí
mismo, no por coacciones o imposiciones. Que su vida es su responsabilidad y
también sus equivocaciones.
Los padres siempre estaremos para ayudarles a levantarse,
o para disfrutar con ellos de sus éxitos, si ellos lo solicitan. Cuando dejen
de ser adolescentes, disfrutaremos aprendiendo de ellos, porque aprender es lo
que nos permite estar vivos.
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