jueves, 2 de agosto de 2018

4 principios básicos para educar a los hijos


Foto: https://colegiosalesianos.wordpress.com


Remedios Gámez Peláez
Coordinador del curso ‘Educadores hoy’

La familia es la naturaleza que produce a nuestros hijos, estos son algunos principios educativos básicos que actúan como abono del crecimiento como personas e insecticida de las cosas que pueden ser nocivas para ese crecimiento.

CARIÑO. El amor nos hace crecer fuertes, esta fortaleza sale de la savia interior, de la generosidad gratuita. Existe una gran diferencia evolutiva entre niños deseados y queridos y los que son rechazados. Ninguna droga o adicción que consumen algunos adolescentes puede sustituir a la necesidad de sentirse queridos para ser felices, el cariño es abono para nuestros hijos, les da seguridad lo necesitan siempre pero en épocas de crisis, como la adolescencia mas.
El cariño no es sobreprotección, la sobreprotección anula a los adolescentes y no les permite crecer, les hace dependientes, incapaces de valerse por ellos mismos, sin autoestima. Si lo puede hacer, enséñale a hacerlo: a colaborar en las tareas del hogar, a sentirse miembros activos de la vida familiar, no parásitos. Fomentar la cocina, la compra, el orden y la limpieza, según posibilidades de cada uno. Hay que hacer atractivos estos trabajos, no como una carga pesada, sino como bienes que mejoran la convivencia,  disfrutar con las ventajas del orden y la limpieza. Si manejan ordenadores, ¿por qué  no manejar la lavadora? Si no lo hacen tan "perfecto " como los adultos, será como cuando empezaron a escribir o a leer, que tampoco lo hacían bien y a la larga les ha dado grandes satisfacciones.
Es necesario estimularles, al principio compartir con ellos estas tareas,  que se sientan valiosos,  capaces de hacerlas solos, de mejorar, para ello, nosotros debemos estar convencidos de que pueden hacerlo cada vez mejor. Nadie convence si no está convencido y sobre todo con PACIENCIA otro ingrediente fundamental.  Si confiamos en su mejora, ellos también confiarán y sentirán la esperanza de conseguirlo avances en las tareas familiares, en los estudios, en las habilidades sociales. La coacción, premio o castigo pueden servir una vez, pero se trata de APRENDER PARA LA VIDA.

ATENCIÓN A LA DIVERSIDAD. Las familias con muchos miembros están formadas por personas muy diferentes, es fácil que en verano sea mayor y más variado el número de familiares con los que convivimos: abuelos, tíos, primos, incluso amigos,  cada uno de estos miembros tiene tratamiento diferente y es importante que lo sepan los adolescentes. El principio de autoridad no es igual con todos. Dice el Evangelio "hablaba con autoridad" y por eso le conocían los suyos.
Los padres tienen el deber de conseguir credibilidad y confianza de sus hijos, la confianza mutua nos permite crecer. Cada hijo es diferente y  tienen necesidades distintas. Por eso, sus frutos también van a ser distintos, unos son ágiles, otros reflexivos, unos graciosos , reservados, abiertos ... Como en la naturaleza la uva está orgullosa de ser uva, el melón, el manzano o el granado no quieren ser iguales. Cada uno de los hijos deben sentirse a gusto consigo mismos, valiosos por lo que son, la naturaleza no rivaliza si son frutos rojos o verdes, grandes o pequeños, porque van a valer mucho o poco, como si fuesen a ser vendidos en el mercado.
Se trata de que alimenten cada uno sus capacidades y se sientan queridos por lo que son y no por lo que podrían  llegar a ser. En numerosas ocasiones los padres queremos que todos nuestros hijos sean ingenieros, médicos, etc. para que tengan mejores salidas laborales. Alimentar sus necesidades desde lo que son y desean ser, es la gran tarea de sus padres. Estimularles a que ya son valiosos y serán cada día mejores si la autoestima les va descubriendo nuevas capacidades.
 No hay que igualar a los hermanos más que en el cariño y en la atención que le prestamos. Por supuesto, nunca compararles entre ellos, con nadie, ni con nosotros mismos porque la naturaleza no hace dos seres iguales, ni siquiera los gemelos monocigóticos , y esa es otra historia
 Ojo porque ellos mismos tienden a igualarse y a convertirse en "manada", vestir igual, actuar como los otros  ... El gran reto de nuestra educación  es que sean capaces de discrepar, de ser diferentes y sentirse orgullosos de serlo, respetando a los demás y cooperando con los que ellos quieren cooperar, aunque sean diferentes.  Necesitamos que nuestros hijos sean valientes, que convivan en la pluralidad de ideas y no caigan en cosas no deseadas.

COMUNICACIÓN FAMILIAR. Es como la circulación sanguínea en el cuerpo humano,  los vasos comunicantes que alimenten a unos y a otros dentro de la vida familiar. La comunicación no verbal siempre es posible y nos puede ser más útil que la verbal. El cómo atendemos a sus necesidades de crecimiento personal es fundamental en los adolescentes. La comunicación no verbal son los hábitos, la cooperación familiar, disponibilidad de nosotros hacia ellos y de ellos hacia nosotros. No vale ser "esclavos" de nuestros hijos, como en ocasiones decimos,  porque les enseñamos a ser esclavos. Tampoco vale ser sus criados, ni sus cocineros, ni sus profesores, inspectores, taxistas, y proveedores de todos sus deseos y caprichos. Deben aprender a pedir cuando lo necesitan y aceptar las respuestas negativas, aprenderán a respetar y a soportar las contrariedades,  las explicaciones son convenientes pero no siempre necesarias si existe una cierta empatía emocional y comprensión mutua.
Nuestros hijos no son responsables de los problemas de sus padres, ni de manera continuada de la de sus hermanos, abuelos, y quehaceres de la vida familiar. Son miembros activos de todas las tareas familiares  que para su edad le corresponden, deben colaborar,  pero la responsabilidad es de los padres. Es conveniente que compartan las informaciones de las alegrías, enfermedades, dificultades etc., para que también se sientan responsables. Si alguno de los padres está en paro debe saberlo, así como cuando mejoran en el trabajo, los éxitos  o los momentos de  duelo familiar,  participar, con arreglo a su edad, aceptar las leyes de la naturaleza. Los padres que ocultan por sobreprotección a sus hijos estos datos les están frenando su proceso de madurez. Las sociedades urbanas suelen sobreproteger a sus hijos ocultándoles enfermedades y muertes, algo que no suele pasar en las rurales, es necesario aprender en la familia que la muerte existe y a aceptarla. En ocasiones el no saber el por qué de las cosas hace que se sientan culpables y tenga consecuencias emocionales para su vida que se hubieran podido evitar con una buena información.
Compartir temas de actualidad, tareas,  películas, libros actividades de ocio,  juegos de mesa, excursiones, deportes, paseos, son actividades magníficas para conocernos mejor .
LA ESCUCHA. Es una parte fundamental en el lenguaje verbal. El  trasvase de sus emociones en nosotros. A esta edad les cuesta mucho hablar. Se convierten en seres apartados, con los móviles, con los ordenadores, con los amigos. Solo en sus gestos y actitudes sabemos lo que les molesta que les hurguemos en sus pensamientos. Cuando deciden hablar es algo importante  que hay que cuidar, incluso dejar lo que hacemos para escucharles. Al escuchar solo haremos pequeñas intervenciones que le estimulen a seguir su relato,  estaremos próximos, atentos a su tono y contenido, siempre manifestando interés, estemos o no de acuerdo con lo que nos dice, sin prejuicios. Será en la respuesta cuando expresemos lo que pensamos, no antes de escucharle y que se sienta escuchado
La respuesta debe ser desde el yo, nunca acusación de tu eres o tu lo que tienes que hacer. Podemos manifestarle agradecimiento y cariño por su confianza y expresarles nuestros sentimientos y pensamientos que son los que nosotros queremos compartir, un trasvase desde nuestra madurez de padres hacia ellos. Expresaremos nuestro acuerdo o desacuerdo de manera clara y en presente, no en pasado ni en futuro. Lo que nuestro hijo es, quiere hacer, pensar o lo que siente etc.,  tiene que expresarlo él y no oírlo de nuestra boca. Lo que hacemos al decirle “tú lo que tienes que hacer....” es tomar nosotros las decisiones que le corresponde a él tomar. De nuevo sobreprotección y falsa autoridad. La buena autoridad es la que es capaz de convencer desde nuestra valía personal. Por ella  confía en nosotros, en nuestros  argumentos. Sacar de dudas es mejor que imponer soluciones. Que él se sienta que es el actor principal de su vida y del sentido de ella. Los pensamientos de sus padres han de ser un referente. Que sientan que sus cambios y decisiones las toma por sí mismo, no por coacciones o imposiciones. Que su vida es su responsabilidad y también sus equivocaciones.
Los padres siempre estaremos para ayudarles a levantarse, o para disfrutar con ellos de sus éxitos, si ellos lo solicitan. Cuando dejen de ser adolescentes, disfrutaremos aprendiendo de ellos, porque aprender es lo que nos permite estar vivos.
                                                                                                         



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