José Antonio Cabrera es voluntario del Teléfono de la Esperanza desde 2012
prestando su servicio como orientador. Le impactó la primera petición de ayuda
que tuvo que atender. Escuchar activamente y tratar de transmitir calma son sus
estrategias para dar la mejor respuesta posible a los llamantes.
Conocía el Teléfono de la Esperanza por
la suegra de una cuñada que fue directora en la sede de Huelva. Siempre que
teníamos un encuentro familiar me recomendaba hacer los cursos.
¿Cómo surgió la iniciativa de formar parte del voluntariado?
La iniciativa de ser voluntario surgió
porque me llenó tanto la experiencia de los cursos que sentí que tenía que
formar parte de este asociación. Y poder ayudar como a mí me ayudaron.
¿Qué descubriste en los cursos de formación y que te aportaron?
Descubrí aspectos de mí que no conocía,
todo ser humano tiene una mochila bastante cargada y creemos que solo la
llevamos nosotros. Me aportó la habilidad de tener empatía, saber escuchar y
darme cuenta que el tiempo que dedico a ayudar a los demás es muy gratificante.
¿Qué es lo que más te gustó?
Lo que más me gustó es aprender aspectos
y potencialidades de mí mismo que
estaban ocultos y ni siquiera yo conocía. Que ahora puedo aplicar en mi vida y
en la ayuda como voluntario en el Teléfono de la Esperanza.
¿Recuerdas la primera llamada que atendiste? ¿Cómo fue?
Sí me acuerdo, fue un conflicto familiar
entre hermanos por una herencia. Al principio me sentí nervioso pero conforme
iba avanzando la llamada me sentí seguro y capaz de hacer una buena escucha
activa. Al terminar la llamada, me sentí muy satisfecho con mi actuación debido
a que la persona a la que atendí me dio las gracias repetidamente.
¿Qué intentas aportar a las personas que llaman pidiendo ayuda?
En primer lugar, intento aportar calma a
las personas que me llaman con actitud nerviosa. Tras haber conseguido esto,
intento escuchar activamente lo que la persona me quiere trasmitir y tratar de
abrir otros horizontes que la persona quizá no ve por ella misma.
La soledad parece ser un problema común siempre. ¿Cómo orientas a una
persona que se siente sola para expresar sus sentimientos, emociones o
conflictos?
Intentar ponerme en su lugar desde el
respeto a su intimidad y trasmitirle la idea de que tienen que llenarse de
ellos mismos puesto que la soledad es la ausencia de uno mismo. Les invito a que acudan al programa de entre
amigos de su ciudad.
¿Cuáles son los principales problemas que plantean las
personas? ¿Tienes algún caso en especial que te haya impactado?
Los principales problemas son soledad,
conflictos familiares, de pareja y lo
impactante es que llama cada vez más gente joven. Un caso que me ha impactado
fue la llamada de una mujer maltratada, a la que le quise prestar ayuda y ella
se negaba.
¿Cómo responden los llamantes cuando acaba el tiempo de atenderles?
La gran mayoría expresan satisfacción y
dan repetidamente las gracias, elogiando la labor que hacemos en el Teléfono de
la Esperanza.
¿Has hecho otros cursos y talleres? ¿Qué te han aportado?
He hecho el curso de coordinador y
algunos talleres. Me han aportado crecimiento personal.
¿Qué ha aportado a tu vida el Teléfono de la Esperanza?
A mi vida ha aportado serenidad,
conocimiento de mí mismo, empatía incluso ganas de vivir puesto que estaba
perdido y encontré mi camino.
¿Recomendarías a cualquier persona que nos lea colaborar con el teléfono?
Sí, siempre. Lo hago a diario y lo seguiré
haciendo.
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