jueves, 27 de julio de 2017

El Teléfono de la Esperanza incorpora el Mindfulness en su carta de servicios






La misión del Teléfono de la Esperanza es contribuir al bienestar emocional de las personas , las familias y la sociedad, priorizando la atención a personas y familias en crisis.

La depresión, la ansiedad, el estrés, la ausencia de sentido y la soledad son las problemáticas más habituales de las personas que solicitan apoyo al Teléfono de la Esperanza, sin olvidarnos de aquellas que llaman a nuestros teléfonos o acuden a nuestras sedes inmersos en una crisis de tipo suicida.

Tanto para atender a las personas en crisis, como para la promoción de la salud mental y emocional el protagonismo de las intervenciones es de los más de 1.900 voluntarios con los que cuenta la asociación en todo el territorio nacional.

Promocionar el voluntariado y formar a las personas que de forma altruista quieren dedicar su tiempo a los demás es otra de las líneas estratégicas del Teléfono de la Esperanza. Contar con espacios con el que nos ofrecen las Hermanas Oblatas en Ciempozuelos (Madrid) es todo un privilegio para llevar a cabo la formación del voluntariado.

El curso que hemos realizado en Julio en la casa de Ciempozuelos se inserta dentro del programa de formación de formadores. Nuestra experiencia con personas en crisis nos ha enseñado que la meditación es una herramienta muy potente para empoderar a personas en crisis y darles instrumentos para superar la misma. Unido a esto, la meditación es un instrumento privilegiado para promocionar la salud mental y emocional de las personas en la sociedad en que vivimos.

Desde esta convicción ofrecimos,  hace dos años,  a nuestros voluntarios formarse como maestros de meditación y abrir espacios en nuestros centros para el aprendizaje y práctica de la misma. Dentro de los múltiples métodos de meditación elegimos el Mindfulness como la técnica que mejor se adaptaba a nuestras circunstancias. 
Hemos contado con Saminaku Peter, voluntario del Teléfono de la Esperanza de Asturias y experto en la artes de la meditación, para conducir a los 45 voluntarios que dieron un paso adelante, por un camino formativo donde se ha priorizado lo experiencial. Como el suele indicar nuestro especialista el único camino para enseñar a otros es aprender uno mismo y esto exige horas de meditación. La teoría es importante, pero la práctica es lo esencial.

Tras dos años de intensa formación, veinte voluntarios se sientan capacitados para iniciar procesos formativos en los centros de la Asociación. El encuentro celebrado en Julio ha sido el último paso en el camino para incorporar la meditación en los servicios de atención en crisis y promoción de la salud emocional y mental de los dispositivos del Teléfono de la Esperanza.

No podemos finalizar este post sin agradecer a las Hermanas Oblatas la calidad de atención y del espacio que nos han ofrecido para realizar nuestra tarea. Pero si quisiéramos hacernos eco de un elogio compartido por los voluntarios, diríamos que en Ciempozuelos hemos respirado paz y encontrado a personas de una calidad humana excepcional.

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