miércoles, 26 de octubre de 2016

Ángeles Noblejas: "La logoterapia se centra en el sentido de la existencia humana y en la búsqueda de sentido en la vida, especialmente, de los que sufren"

La doctora Ängeles Noblejas impartiendo una conferencia sobre logoterapia

A dos días para el inicio de las jornadas sobre la prevención del suicidio, entrevistamos hoy a María de los Ángeles Noblejas, que el sábado dictará su ponencia 'Antropología de la logoterapia y su perspectiva sobre el suicidio'. 
Noblejas es doctora en Filosofía y Ciencias de la Educación, experta en conocimiento de la logoterapia, terapeuta de orientación rogeriana por el Instituto de Interacción y Dinámica Personal (Universidad Pontificia de Comillas).

Expondrá la experiencia de vida y obra de Víctor Frankl y la logoterapia. Frankl fue un psiquiatra interno en un campo de concentración nazi que luego se convirtió en una referencia de la Psiquiatría con su obra ‘El hombre en busca de sentido’.

Las vivencias de Viktor Frankl en los campos de concentración de Dachau y Auschtwiz y la pérdida de sus padres y su mujer marcaron su vida. Todo ese proceso vital lo transmitió en ‘El hombre en busca de sentido’, ¿fue la suya una experiencia de sanación personal? ¿Cuál fue su propuesta para las personas en general?
Viktor Frankl llama a su experiencia en los campos de concentración, experimentumcrucis (experimento crucial o crítico). Se trató de una experiencia existencial límite -igual que para millones de personas-, una experiencia humana que lo situó ante un destino extremadamente adverso -inconmensurable para quien no lo ha vivido-, donde se perdían todas las libertades humanas, salvo la última libertad interior de decidir la postura frente al fatal destino. Despojado de todo, en su desnudez, solo quedaba el ser humano mismo, en su dignidad. Confirmó experiencialmente que la supervivencia de una persona, en tales circunstancias, se relaciona con la capacidad para afrontar y soportar el sufrimiento. Esto no puede darse si no se encuentra un sentido. Su propuesta para todas las personas la podríamos expresar con el título de uno de sus libros: ‘A pesar de todo, decir sí a la vida’; la vida siempre tiene sentido, en cualquier circunstancia, por extrema que sea. El pensamiento de Viktor Frankl ayuda a encontrar el sentido en el dolor y la plenitud en la alegría.

¿Qué es la logoterapia? ¿Hace falta una gran elevación espiritual para llevarla a la práctica o la puede seguir y practicar cualquier persona?
En alguna ocasión que a Viktor Frankl le hicieron la pregunta de que sí podría describir en pocas palabras qué es la logoterapia, respondió: ‘Sí, pero antes de contestarle, ¿podría usted definirme en una frase la esencia del psicoanálisis?’ Ésta fue su respuesta:  ‘En el psicoanálisis, los pacientes deben recostarse en un diván y contar cosas que, a veces, resultan muy desagradables de decir’. Ante ello, Viktor Frankl respondió improvisando: ‘Pues bien, en la logoterapia, el paciente permanece sentado, bien derecho, pero tiene que oír cosas que, a veces, son muy desagradables de escuchar’. Evidentemente, esta respuesta no pretende hacer un resumen o compendio de la logoterapia. Sin embargo, esa leve simplificación apunta elementos esenciales: La logoterapia mira más bien hacia el futuro, es decir, a favorecer la percepción de las posibilidades, de las potencialidades que la persona está llamada a desarrollar; a la percepción de un sentido en el trasfondo de la realidad; un sentido que está llamándonos para ser realizado. El sentido es, así, un ‘ya pero todavía no’ y está vinculado al mundo de los valores. La logoterapia surge como una psicoterapia centrada en el sentido de la existencia humana y en búsqueda de sentido en la vida de cada persona y, especialmente, de las personas que sufren. Parte de lo espiritual y se dirige a lo espiritual; pero lo espiritual entendido como posibilidad de cambio que se basa en la libertad, la responsabilidad, la conciencia, la voluntad de sentido y la realización del sentido. Ese sentido es único para cada persona y es concreto y único en cada situación; más que hablar de sentido de la vida, se dirige a la búsqueda y realización de sentido en la vida. Por eso su base antropológica hace que trascienda el ámbito de la psicoterapia y se dirija a la rehumanización de todas las ciencias y su aplicación.

Explique su experiencia en la aplicación de la logoterapia (perfil de personas por su patología, situación social...? Las personas que la practican, ¿qué transmiten?
La aplicación de la logoterapia es muy amplia y diversa. Se ha documentado, a través de libros y revistas nacionales e internacionales, que su aplicación abarca, tanto los ámbitos terapéuticos y sanitarios, como los educativos, de trabajo social y cualquier profesión relacionada con el establecimiento de vínculos humanos. A nivel terapéutico se habla de una logoterapia inespecífica como complemento de otros tratamientos médicos o psicológicos para favorecer la consideración de todas las dimensiones del ser humano en interacción mutua e integradas por la dimensión específicamente humana, noética, trascendente y una logoterapia específica indicada para los problemas originados por un vacío existencial, desorientación o sinsentido en la vida o por un conflicto de valores. Podríamos decir que el logoterapeuta aporta una mirada que da amplitud; se centra en la potencialidad y en la profundidad y singularidad existencial. Considera que la vida del ser humano es un proceso. Como diría un querido amigo logoterapeuta, Gerónimo Acevedo, ‘somos hijos de nuestro pasado, no esclavos de nuestro pasado y padres de nuestro futuro’.


¿Que le aporta esta terapia a usted como terapeuta?
Me aporta esa forma integral de mirar, donde el ser personal no está determinado por sus condicionamientos. No hay “depresivos”, “fóbicos”, “esquizofrénicos”, “autistas”, “drogadictos”, etc., sino personas que tienen una depresión, fobia, esquizofrenia, autismo, proceso adictivo… Además, se incorpora la dimensión temporal y podemos añadir, normalmente “en este momento”…También me aporta el reconocimiento de los propios límites. La realidad es compleja y multidimensional. Me orienta a trabajar con otros, intentando construir procesos de intervisión con otros profesionales. La postura existencial de creer que la vida siempre tiene sentido, fortalece en los momentos en que se siente la limitación de los procesos en los que se interviene. De alguna manera, la logoterapia, al basarse en una visión antropológica y del mundo, se va introyectando en la forma de ser y estar en el mundo. Sin embargo, la logoterapia no lo es todo en la actuación, es solo una herramienta al servicio del encuentro entre dos personas con situaciones y roles diferentes pero iguales en dignidad.

Usted habla de escuchar al corazón. ¿Es posible entre tantas ocupaciones, preocupaciones y ruido ambiental?
Yo puedo decir que “el corazón tiene razones que la razón no conoce”; que el anhelo de sentido es un deseo originario del ser humano, que hunde sus raíces en el inconsciente espiritual. Es como un “barrunto de sentido” que está presente en todas las personas. La conciencia -que tiene también esa dimensión inconsciente- es el “órgano de sentido”, la brújula que orienta y posibilita el descubrimiento del sentido particular y único que existe en la realidad de la situación y, por tanto, la vivencia y realización de valores. Ahora bien, como seres humanos, podemos fallar en la búsqueda de sentido y encerrarnos en dinamismos de una falsa satisfacción de esa necesidad, la más auténticamente humana. Así podemos caer en el sinsentido e intentar evadirnos de él a través de una actividad exagerada, la búsqueda del poder como un fin en sí mismo, el disfrute como objetivo prioritario de la vida, etc. No obstante, a pesar de que podemos ‘echar tierra encima de nuestra conciencia’ para mitigar su voz, ésta nos seguirá clamando calladamente para que podamos irnos construyendo con los demás en quienes podemos llegar a ser. Hay, sin embargo, lo que en logoterapia denominamos “neurosis colectiva”, pero no es una patología clínica en sentido estricto, cuyos “síntomas son: tener una actitud provisional ante la vida; es decir, vivir solo el presente sin responsabilizarse del mismo y de la proyección hacia el futuro, fatalismo ‘no se puede hacer nada, las cosas son así y no van a ser de otra manera, para qué hacer algo…, pensamiento colectivista consistente en seguir lo que hacen los demás para no responsabilizarme de mis propias ideas, opciones, llamadas del sentido… y fanatismo renunciando a la conciencia personal para seguir una idea de otro o de un grupo. La probabilidad de poder pararse a escuchar la propia voz de la conciencia, nos decía Viktor Frankl, es inversamente proporcional al nivel de tal “neurosis colectiva”. Pero en el ser humano, la posibilidad de cambio siempre permanece abierta.

¿Se puede ser feliz viviendo con una enfermedad crónica, sin trabajo con más de 50 años o manteniendo sola a tres hijos con unos ingresos mínimos?
Tal vez, cada persona, tendrá una idea y experiencia íntima. Puedo decir, que, para la logoterapia, la felicidad surge de la realización de un sentido, de descubrir en cada situación de la vida el motivo que me da la “razón de vivir”, el fundamento de la felicidad. Al desarrollar con mi vida ese motivo surge, espontáneamente, la felicidad o la alegría. Podemos valorar nuestra situación vital atendiendo a los criterios de éxito o fracaso. Pero también podemos considerar nuestra vida desde otra perspectiva y experiencia, la que se mueve entre la plenitud de sentido y la desesperación. Así, podemos estar en una situación social de éxito y, sin embargo, sentirnos desesperados. Y es alto el número de personas que acuden en busca de ayuda porque no encuentran sentido en su vida y les resulta muy difícil seguir viviendo, a pesar de estar en una situación de la que ‘socialmente’ se diría que es de ‘éxito’. Por el contrario, conocemos también muchas personas que afrontan situaciones que ‘socialmente’ se calificarían de fracaso y que manifiestan una capacidad de resiliencia y crecimiento en la crisis; experimentan un proceso de profundidad personal, de plenitud, en el que sienten felicidad y alegría, aún dentro de una situación de sufrimiento. Cada persona ha de buscar la respuesta posible en su situación, contando con sus recursos personales y sociales, buscando caminos para ser y caminar con otros. Las demás personas, grupos y asociaciones, tenemos la responsabilidad de construir con los demás, y en especial, con quienes sufren una comunidad más humana.

¿Qué pueden aportar la logoterapia y las enseñanzas de Frankl en general a la prevención del suicidio?
Más que utilizar la palabra prevención, hablaría de promover el desarrollo de lo saludable de las personas, grupos e instituciones. Se trata de poner la salud en un contexto ético y comunitario. Entendiendo por salud, el desarrollo del ser en su potencialidad y sentido, como ha formulado Gerónimo Acevedo. La salud no como ausencia de enfermedad, sino como sentido de vida, un plan de vida incluido en un proyecto familiar y social, la posibilidad de sentirse querido y de querer, privilegiando el encuentro con el otro,  la posibilidad de transformar y transformarse, la posibilidad de comprometerse, de participar y sentirse participando,  la posibilidad de establecer vínculos afectivos significativos, solidarios, de convivir y consistir. Volvería a expresar, simplificando tal vez en exceso: Decir “sí a la vida” a pesar de todo su aspecto trágico. La vida siempre tiene sentido. Siempre hay posibilidad de cambio, nada está determinado en el gerundio del ser-siendo existencial que es la vida de cada ser humano y de todos los seres humanos. Igual que Viktor Frankl le entrega a su mujer una pulsera con un pequeño colgante de una bola del mundo con la inscripción ‘cuando el mundo gira enamorado’, la logoterapia se dirige a ‘enamorarnos de la vida’.

Los títulos de las obras de Frank, ‘Psicoterapia y existencialismo’, ‘La presencia ignorada de Dios’, ‘Ante el vacío existencial’, ‘El hombre doliente’; aluden a grandes soledades. ¿La tragedia va unida al ser humano o va acompañada de una puerta a la esperanza y la liberación personal?
La existencia del ser humano está constituida por paradojas, hay en el ser humano certeza de finitud, de que algún día moriremos, al mismo tiempo que deseos de eternidad; condicionamientos y libertad; intimidad y manifestación…. Somos seres en el mundo, que no estamos completos si no es con los otros. Esta forma de ser y estar en el mundo, es la que nos hace ser humanos; es la que nos hace salir de nosotros mismos –autotrascendencia-  para que, en el encuentro y vinculación profunda con los demás, nos vayamos todos desarrollando y convirtiéndonos en quienes podemos y estamos llamados a ser. Esta salida hacia el mundo y los otros es posible porque, como si fuera la otra cara de esa moneda, tenemos una dimensión de libertad, la potencialidad y dinamismo de la dimensión de lo espiritual. Diría, por tanto, que por nuestra naturaleza esencial, la vida de todos y cada uno de nosotros es un proceso de liberación y co-creación responsable, siempre abierto al cambio y a la esperanza actuada y comprometida.

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