Ángel Luis Mena, periodista de la Escuela Andaluza de Salud Pública. Foto: Juanma Jiménez |
Ángel Luis Mena, periodista y técnico en comunicación en la Escuela Andaluza de Salud Pública es el primer ponente que interviene en las Jornadas Técnicas 'Sobre vivir' para la prevención del suicidio. Desde hace varias décadas, los periodistas trabajan con la norma de que "el suicidio no es noticia". Los medios contribuyen al silencio que hay en la sociedad sobre esta cuestión, pero existe la evidencia de que pueden jugar un papel muy importante en la prevención del suicidio. Un tratamiento respetuoso con las víctimas y sus familiares y la promoción de los recursos existentes para las personas que lo necesitan son las claves para un cambio de tendencia en la comunicación pública de estos hechos.
Llevas una década en la estrategia de
sensibilización 1decada4 del Plan Integral de Salud Mental de Andalucía. ¿En
ese tiempo, se observa que las enfermedades mentales y el suicidio tienen más
visibilidad en la sociedad?
Trabajamos la comprensión de las
enfermedades mentales, el respeto hacia las personas con problemas de salud
mental y la lucha contra las múltiples discriminaciones que padecen. Es un
proceso lento debido al estigma social que las rodea, pero hay avances. En
particular en Andalucía, las mejoras han sido significativas cuando quien toma
la palabra son las propias personas implicadas: los pacientes y sus familiares.
El movimiento asociativo en salud mental, con el apoyo de las instituciones,
está consiguiendo poco a poco que se hable de la salud mental y normalizar
situaciones injustas. El trabajo con la prevención del suicidio es más reciente
y también tenemos aún muchos mitos y tabús que derribar. El primero, que hay
que hablar de suicidio. Hemos de concienciarnos del grave problema de salud
pública que representa y pasar a la acción para evitarlo.
Una de las referencias que maneja el
plan de cara a las recomendaciones para los medios en el tratamiento del
suicidio es el Proyecto Euregenas de la Universidad de Gante. ¿En qué consiste
y qué persigue?
Euregenas busca
implantar estrategias de buenas prácticas en la prevención de pensamientos y
conductas suicidas en diferentes regiones europeas. Andalucía y Castilla León
han participado desde España, junto a otros diez países. Se han producido
herramientas y materiales de divulgación tanto para el ámbito laboral, los
medios de comunicación, el profesorado y el ámbito escolar, profesionales
sanitarios o para apoyar iniciativas de prevención basadas en las nuevas
tecnologías o la creación de grupos de apoyo para persona en duelo. Como vemos,
las estrategias tienen muchos frentes. Un mensaje de esta variedad es que, al
final, desde nuestra posición profesional o desde la vida personal, todos
podemos colaborar en la prevención del suicidio. Para saber más sobre Euregenas
se puede consultar http://www.euregenas.eu/espanol/
¿Qué tipo de aspectos, datos o
situaciones se recomienda publicar de un suicidio?
¿Cuáles no deberían
tener mucha difusión?
Para empezar, es fundamental la
objetividad y un lenguaje informativo. Evitar el dramatismo y la crónica de
sucesos. Limitarse a los hechos y no colorearlos con palabras recurrentes pero
inapropiadas como un suicidio “exitoso” o “fallido” si sólo fue un intento. Los
datos que manejamos son alarmantes, pero también hay que evitar hablar de
“epidemia” o “escalada” de suicidio. En general, desterrar el sensacionalismo y
atenerse a los hechos, intentando no usar imágenes en foto o video que
describan el acto o su contexto. Además, evitar usar la palabra “suicidio” en
el titular en prensa o la entradilla de radio y televisión y no dar a la
noticia una importancia mayor de la que tiene sólo por puro morbo. Una
tentación fácil también es simplificar las causas y atribuir el suicidio a una
única razón. Cuando sabemos que suele haber múltiples motivos que desembocan en
el suicidio. Es preferible no aventurar que hubo sólo uno. Y algo muy
importante: no revelar ni describir el método empleado ni el lugar. A veces es
noticia un método “diferente” o particularmente violento y su difusión provoca
réplicas, cuando se está dando carta de naturaleza a algo excepcional. Está muy
documentado que hay un efecto de imitación, lo que se llama el efecto Werther.
¿Qué supuso el informe Werther a
principios de los años 70 para que los medios dejaran de informar sobre las
personas que se quitan la vida?
Tuvo consecuencias positivas para evitar
el efecto réplica o “copycat” en inglés. Los medios de comunicación entendieron
que estaban sirviendo de apoyo a las conductas de imitación. Estudios
posteriores confirmaron que especialmente entre los 3 días y las dos semanas
siguientes a la publicación de la noticia. Las investigaciones señalan también
que algunos grupos de edad son más vulnerables, como adolescentes o personas
mayores. Y además, el efecto Werther aumenta cuanto más impacto mediático tenía
la noticia, tanto por cantidad, como por otras características, como la
descripción detallada del método o de su singularidad, del contexto y en
particular si la persona fallecida es famosa.
Hoy por hoy, la tendencia en los medios
es publicar noticias de suicidios de famosos y la de los maltratadores que se
quitan la vida tras matar a sus parejas
La difusión masiva del suicidio de una
persona famosa es inevitable y hay que entender que es noticia y se considera
información relevante. Y a la vez es una de las situaciones más delicadas a las
que nos enfrentamos. Muchas personas se identifican vital y emocionalmente con
las celebridades. Especialmente en los años de juventud de configuración de la
propia personalidad. El impacto de la muerte de una figura “modélica” puede ser
tan grande que se intenten seguir sus pasos. Hay que redoblar los esfuerzos en
la sensibilización, tanto de los periodistas como de la población a la que
informa. Con los medios, para que sean precavidos, que no sean repitan la
noticia si no es necesario, ni dramaticen, pero que tampoco lo normalicen. No
transmitir la idea de que el suicidio es una “solución lógica” a los problemas.
Y al igual que con los famosos, también con casos de menores que pueden
provocar empatía entre su mismo grupo de edad. Los casos de maltratadores
también son recurrentes considerando el “silencio” que suele imperar en los
medios. De nuevo se considera información relevante. Pedimos que se minimice la
descripción, la justificación y su presencia en la información.
El espeso silencio que
hay en la sociedad se vive con rutina en las redacciones de los medios de
comunicación. Los periodistas que hacen la ronda diaria de llamadas a las
Fuerzas de Seguridad, Bomberos y Servicios de Emergencia toman datos de
accidentes, homicidios o incendios, pero no de los suicidios. Es llamativo.
“El suicidio no es
noticia” es una de las normas básicas de las redacciones, figura en los libros
de estilo y es lógico, tanto por el asunción del “efecto Werther” como por que
los periodistas son parte de la sociedad a la que informan, en la que hay un
manto de silencio sobre el suicidio. Lo malo es que se ha convertido en tabú y
hoy sabemos que tenemos que poner las cartas sobre la mesa y sentar a toda la
sociedad a hablar sobre suicidio: la mala noticia es que es un fenómeno en
crecimiento, la buena es que podemos prevenirlo. El suicidio puede ser
resultado de muchos factores, en los que es cierto que los medios pueden
influir en el riesgo. Pero también son grandes aliados para esa prevención. La
evidencia científica muestra resultados positivos cuando los periodistas han
colaborado.
¿De qué manera se puede revertir esa
rutina para que los medios potencien su aspecto de servicio público a la
sociedad, en ese caso, concretado en la prevención de suicidios entre la
población
Frente a “Werther”, hace unos años se
habla del “efecto Papageno”. Es un personaje de La flauta mágica, la ópera de
Mozart, que por amor quiere suicidarse. Pero tres amigos le convencen de que no
lo haga y decide vivir. Buscamos que los medios rompan el tabú y hablen del
suicidio. Y lo hagan de una forma responsable y adecuada. Cumpliendo las
recomendaciones básicas para evitar el efecto “contagio”, como no ser
sensacionalistas ni normalizar el suicidio, no usar imágenes ni hablar del
contexto, el método o el lugar. Además, concienciar sobre el alto impacto del
suicidio en nuestra sociedad, en especial en jóvenes, que eliminen mitos como
que quien anuncia que se va a suicidar sólo busca llamar la atención y no lo
hace. Y sobre todo es básico que ofrezcan información sobre dónde encontrar
ayuda. Si quien accede a la noticia está en un momento de crisis pueden
salvarle la vida informando sobre recursos como el Teléfono de la Esperanza de Málaga (952-261500) Y la información también sirve para que familiares y
allegados puedan detectar una situación de crisis y solicitar ayuda.
¿Qué recomendaciones
hace la OMS para el tratamiento informativo de estos sucesos?
Además de las que he citado, que se
basan en el proyecto Euregenas y la Organización Mundial de la Salud, hay un
elemento que a veces se olvida en los medios: El respeto ha de extenderse a las
personas que han perdido a un ser querido, que además están en una situación de
vulnerabilidad y con mayor riesgo de intentar el suicidio. Hay que respetar la
privacidad, el proceso de duelo y los sentimientos de familiares, amistades y
conocidos, tanto a la hora de entrevistarlas y buscar información como a la
hora de publicarla. En definitiva, reflexionar sobre el equilibrio entre el
derecho a la información de la población frente al riesgo de perjudicar
gravemente a otras personas. Una reflexión que sirve también sobre cómo
informar sobre el suicidio.
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