martes, 12 de julio de 2016

Poco ruido y muchas nueces en la relación de ayuda a las personas




Ana M. Manrique Mateo
Psicóloga en el Teléfono de la Esperanza

Cuando se acerca a nosotros una persona, o nos llama, con el fin de encontrar alivio y tratando de exponernos su problema, nuestro objetivo es que esa persona se lleve la sensación de lo que ella misma es capaz de conseguir o resolver.
Si nos preparamos para ayudar hemos de actuar de forma empática y eficaz. La meta es encontrar los recursos de esa persona y hacérselos entrever de forma que adquiera seguridad para manejar sus propias herramientas.
Para todo esto hemos de tener en cuenta aquellas conductas que debemos omitir en el encuentro de ayuda.
Al estar activamente presentes (ante la persona) o escuchando, se ha de ser consciente del lenguaje corporal y verbal. Estar atentos para desechar cualquier interpretación o investigación innecesaria. Olvidarnos de moralizar, de culpar o de juzgar. Evitar los consejos o fórmulas mágicas que, con alguien o con nosotros mismos, funcionaron.
Si creemos que sabemos cuál es la solución al problema huiremos de dirigir o mandar para llegar a la solución. Desterraremos etiquetar a la persona, previa o posteriormente.
Tranquilizar, quitar importancia al problema, consolar o adular innecesariamente, son comportamientos de doble filo con los que hay que tener mucho cuidado, y saber cómo y en qué momento utilizarlos.
Siempre hay que tener en cuenta que cada ser humano es único por lo tanto las comparaciones repelen, haciendo que se sienta disminuido, desvalorizado.
La persona que pide ayuda es vulnerable y altamente sensible a percibir todos estos comportamientos inadecuados.
Además estos comportamientos “destapan” a quien los usa y dejan al descubierto lagunas de falta de empatía hacia la persona a la que pretendemos ayudar
Pulir cada día nuestras palabras y comcomportamientos erróneos hace que seamos más certeros al utilizarlos, sepamos comunicar y escuchar mejor y consigamos ese poder sanante de la relación de ayuda.
Para ayudar hemos de invertir el refrán pues hay que hacer poco ruido y tener muchas nueces (recursos). 


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