Pablo Aran.
Alumno del Practicum 2015-16 en el Teléfono de la Esperanza
Todos sufrimos estrés en algún momento, es
algo normal. Si pretendes eliminarlo para siempre, siento decirte que es
imposible. Sería como esperar no tener fiebre nunca, o que no nos duela nada. El estrés forma parte de la naturaleza del
ser humano, y lo sufren todas las personas en algún momento de su vida, sin
importar la edad, el sexo, la raza, la situación económica…
El estrés nos ayuda a superar los
problemas. Es un mecanismo de adaptación que llevamos programado desde que
vivíamos en las cavernas, de modo que si pudiéramos retroceder diez mil años,
comprobaríamos que nuestros antepasados también sufrían de estrés. Cuando nos
encontrábamos con un león, nuestro cuerpo respondía a ese estímulo amenazante
con una señal de alarma, y nuestro cerebro disparaba una serie de hormonas para
conseguir acelerar nuestro pulso cardíaco y nuestra respiración, activando los
músculos y preparando nuestro cuerpo para responder a ese estímulo mediante un
mecanismo de lucha-huida con el fin de sobrevivir.
El problema es que este mecanismo ha sido
diseñado durante miles de años para prolongarse durante unos pocos minutos,
hasta que el león ya no fuese un peligro. Pero si este mecanismo se mantiene
más tiempo se vuelve antinatural, y empezamos a sentir entonces un estado de
resistencia que acaba agotándonos.
Hay infinidad de situaciones que generan estrés, como la pérdida de un ser querido, un accidente, un examen… Pero ¿Por qué
hay personas que ante una situación se estresan más y otras la superan con más
facilidad? Por la interpretación que hacen. Por ejemplo, mientras que algunos
pensarán cosas como “no podré superarlo”, o “seguro que hago el ridículo”;
otros tendrán pensamientos del tipo “voy a hacerlo lo mejor posible”, “estoy
preparado para afrontarlo”.
Por lo tanto, nuestros pensamientos son muy importantes para minimizar el estrés que
sentimos, porque aunque los problemas que tengamos sean numerosos, la
interpretación que hacemos será fundamental para no acabar agotados por esa
sensación de estrés constante.
Para conseguir reducir el estrés, te
propongo que pienses en positivo y practiques la relajación:
Piensa en positivo. La mejor manera de eliminar esos pensamientos negativos que nos
estresan y nos impiden afrontar un problema, es ir cambiando esa forma de
pensar por una más positiva sobre uno mismo y sobre esa situación que nos
estresa. Puedes empezar por pensar en posibles alternativas para resolver
aquello que te preocupa, o interpretarlo de manera más positiva con frases del
tipo: “puedo hacerlo”, “lo puedo solucionar”, “tengo más motivos para estar
feliz”.
Practica todos los días la relajación. Hay muchas técnicas que nos ayudan a relajarnos, pero puedes empezar
por la más sencilla: tan sólo busca un hueco para ti y dedícalo a respirar
profundamente. No importa si lo haces bien o si cometes errores, el simple
hecho de respirar profundamente hace que se reduzca nuestro nivel de
activación, y que la señal de alarma de nuestro cuerpo desaparezca. Parece
sencillo, pero si te lo propones y lo haces todos los días, poco a poco
conseguirás hacerlo mejor, porque el entrenamiento diario logrará que se
convierta en un hábito saludable, y tanto tu cuerpo como tu mente aprenderán a
relajarse con mayor facilidad, verás los problemas con una mejor perspectiva, y
en poco tiempo te resultará más fácil evitar estresarte por cosas que antes sí
lo hacían.
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