Carlos López
Voluntario del Teléfono de la Esperanza
Mi contacto con el Teléfono fue por una necesidad de ayuda. Lo que más me impresionó fue la disponibilidad de personas que, aunque no sabían quién era yo, ofrecían su tiempo y sus conocimientos a disposición mía.
Me ofrecieron realizar un curso y una vez realizado pregunte ¿cómo puedo pertenecer al Teléfono de la Esperanza? Y sobre esta pregunta desarrollo mi escrito.
Transcurrido un tiempo, me di cuenta de que esta pertenencia a la ONG para ayudar a los demás es un camino de profundización en uno mismo o “el camino de la Individuación, – como explica Jung– es la determinación de vivir tu propia vida, uno debe contar con los errores como parte del proceso; la vida no sería completa sin ellos. No hay garantía –ni por un segundo– que no caigamos en el error o tropecemos pereciendo mortalmente. Podemos pensar que hay un camino seguro. Pero ese sería el camino de la muerte.”
Te apuntas a ayudar a los demás y terminas ayudándote a ti mismo. Es contradictorio pero fácil de entender. El camino es hacia dentro no hacia fuera, ya lo decían los antiguos griegos en El oráculo de Delfos “conócete a ti mismo y conocerás el universo y a los dioses”.
Un puzzle muy complejo
Pero esto, que queda muy bonito de decir, es un puzzle muy complejo con muchas piezas a ordenar y se necesita mucho tiempo y dedicación para poder ver la imagen final. Por lo tanto, con lo primero con que tuve que enfrentarme fue con la pieza del puzzle. Paciencia. En esta vida de inmediatez donde todo es ¡ya!, ¡ahora!, esto de darnos tiempo para nosotros no está de moda y empiezas a ser algo rarito para los demás, ¿este de que va?
Después vienen los autoengaños de la motivación basada en la ayuda a los otros. Me di cuenta que utilizaba los halagos de los demás para rellenar mis huecos vacíos de sentido. En este proceso descubrí que esto es muy normal y me liberé un poco de la culpabilidad por utilización ilícita e inconsciente de los otros. Esta pieza es el proceso de pedir Perdón a los demás y a uno mismo.
El Ego sibilino
Cuando va pasando el tiempo y vas viendo que el puzzle empieza a tener forma, una capa de uno llamada Ego, empieza a coger el control de una forma muy sibilina o misteriosa.
Este es el peor de los procesos, es la pieza de Ser Más. Aquí es donde se cometen los errores más grandes y donde más puedes hacer daño a la organización ya que la ceguera de uno puede poner en peligro el trabajo de muchos.
Si pasado un tiempo y no te has estropeado mucho y, sobre todo, te mantienes con un poquito de visión, la vida te invita a bañarte en la Realidad de la Vida. El resultado de este baño afecta sobre todo a la visión siendo capaz de corregir las miopías.
Cada uno de nosotros ve las cosas de acuerdo a nuestro particular punto de vista, es decir, de acuerdo a lo que hemos vivido, a nuestras experiencias y nuestras heridas, por lo que observamos al mundo de acuerdo a cómo somos, y a veces creemos que es la única manera de ver las cosas. Desde este punto de vista sólo vemos lo que creemos que es, se trata de nosotros mismos y tiene que ver con nuestros sentimientos y emociones. Es desde aquí que tendemos a juzgar. Y es ahí donde surgen los conflictos, tanto internos, como externos.
La humildad nos protege
Así que, finalizado el baño y limpiado las impurezas lo recomendable, para que no vuelva a sucederte es aplicarse una buena capa de crema protectora de Humildad, que nos previenen de las influencias del Ego.
Para completar el proceso aplica la frase de Albert Einstein “No podemos resolver problemas con la misma mentalidad con la cual fueron creados. Si realmente queremos ayudar a los demás es necesario ordenar el puzzle que somos. Tenemos que tomar control de nosotros mismos, a ser conscientes, a despertar. Debemos empezar por observar que cada una de nuestras piezas o de nuestros defectos nos limitan, nos controlan y lo seguirán haciendo, hasta que decidamos impedírselo, hasta que los eliminemos uno por uno. Para lograrlo, debemos desarrollar la atencion y la introspección, descubriendo en cada momento, que defecto es para terminar actuando, ¿por qué y para que hago lo que hago?
Observación y aceptación
Estos dos procesos se centran en la observación y aceptación de todo lo que me llega a la mente, tanto sean pensamientos y emociones como sensaciones o sonidos, sin juicios de valor, en lugar de tratar de cambiarlos, desplazarlos fuera de la conciencia o ignorarlos. Todo ello conduce a un mayor bienestar, serenidad y creatividad, haciéndonos más capaces de afrontar la ansiedad, las emociones negativas y el dolor.
La respuesta a la pregunta inicial del por qué soy voluntario, me lo ha dado la experiencia del proceso. El descubrimiento de las heridas o piezas del puzzle que estaban mal organizadas y la necesidad de ser ordenadas, creo que es la única forma de poder ver al otro y eso solo se consigue cuando tú ya te has podido ver. Es poner al servicio del otro ese trabajo en uno mismo.
1 comentario:
Profunda reflexión, admiración por tu trabajo personal y por la dedicación de tu tiempo a los demás. Gracias Carlos, siempre estás.
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