El #25N, Día Mundial para la Erradicación de la Violencia sobre la Mujer, nos ha traído a través de los medios de comunicación una gran cantidad de información sobre esta lacra que azota las sociedades de la mayoría de los países. En muchos en vía de desarrollo han comenzado a luchar contra la violencia machista más recientemente pesando como una losa el hecho de que la cultura dominante permita que un hombre trate a su mujer como una propiedad privada. Esa situación da pie a situaciones de una brutal violencia física como las de mujeres que son rociadas con ácido en Irán y Pakistán por divorciarse o los 95 secuestros diarios de media que se registraron en la India en 2018 para obligar a adolescentes o niñas a casarse. Ese fenómeno se está produciendo "como solución" a que en algunas zonas hay pocos féminas para que los hombres puedan elegir pareja. En República Dominicana las menores son amenazadas frecuentemente por su familia para obligarlas a casarse con un hombre que la familia ha decidido sin contar con ella. Hasta un 12% de las bodas en el país se celebran con niñas de menos de 15 años.
En España se sabe que, aunque este año ha disminuido el número de mujeres muertas por esta causa, el 84% de las que fueron asesinadas no habían presentado denuncia anteriormente. Y un dato que estremece; las víctimas tardan hasta 8 años en identificar lo que les pasa.
La gran pregunta es "¿Por qué esa demora en denunciar?"
Psicólogas y trabajadoras sociales de asociaciones que trabajan con las mujeres sometidas a la violencia machista destacan muchos miedos. Las migrantes sin documentos tienen miedo a que empeore su situación. En general, la mujer maltratada sufre por la incertidumbre de no saber que será de sus hijos y de ellas en el futuro, y les resulta muy duro someterse a todo un proceso judicial en el que tendrá que aflorar todo lo que ha sufrido o volverá a ver a su maltratador en el juicio.
Pero no todo es negativo en las noticias que se nos ofrecen sobre esta lacra. Miles de mujeres piden ayuda, rehacen su día a día e inician una nueva vida libres de la pesadilla anterior. Un centenar de voluntarias de la Fundación 'Ana Bella' ofrecen su tiempo para ayudar a mujeres maltratadas desde la posición personal de que ellas también sufrieron la insoportable privación de ser privadas de una vida normal. Más que una lacra, el maltrato es un grave ataque a los derechos humanos de los que disfruta cualquier persona, como suele decir la fundadora, Ana Bella.
La labor de esta fundación ha sido reconocida por instituciones como el Gobierno, Consejo General del Poder Judicial, La Caixa y Cruz Roja, entre otras muchas, y recibió en 2015 en París el premio al Mejor Proyecto Mundial para el Empoderamiento de la Mujer.
La misión de la Fundación Ana Bella es la construcción de una sociedad igualitaria libre de violencia hacia las mujeres. Es una Red de Mujeres Supervivientes Voluntarias que desde el año 2002 actúan como amigas de las mujeres maltratadas, logrando que 25.000 de ellas rompan la losa del silencio, consigan un trabajo digno y vuelvan a ser felices.
El testimonio de Macarena García en el vídeo que acompaña a este post es el de una mujer transformada que dejó atrás 23 años de malos tratos y ahora comparte su experiencia de superación a las que van llegando a la asociación. "Aquí las mujeres terminan siendo amigas, algunas de ellas hermanas. Lo importante es darle tiempo y su espacio".
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