"Quiero empezar con un agradecimiento a Pablo y a todos los Pablos que hay en España y a todas las personas que han estado trabajando y apoyando y tratando de que el colectivo prevalezca sobre individuos que no representan a la mayoría". Así se expresó Fernando Simón, el director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias el pasado martes en su intervención diaria sobre la evolución de la pandemia.
Dos días antes, a mediodía del domingo 1 de noviembre, Pablo Alcaide apareció en RTVE explicando que había visto los destrozos que grupos de vándalos habían causado en las calles de Logroño la noche anterior. Su madre trabaja en la empresa municipal de limpieza y "se desloma para traernos un plato de comida a casa". Pablo dijo "estar harto de pagar todos los adolescentes por un grupo nada más". El joven riojano iba acompañado por un grupo de amigos provistos de cepillos y bolsas de la basura e iban recogiendo cristales rotos y objetos lanzados durante los disturbios de la noche anterior.
El gesto de Pablo Alcaide demuestra civismo, sentido común y valoración del trabajo tan duro que cada día hace su madre. La actitud de él y sus amigos representa la de miles de jóvenes que si se están tomando en serio las medidas necesarias adoptadas por las autoridades para prevenir contagios y hacer frente a la cruel pandemia del COVID 19. El ejemplo positivo de este chico riojano contrasta con la actitud de todos aquellos que hacen 'botellón' o participan en fiestas en las que no se guarda la distancia de seguridad o se prescinde del uso de mascarillas. También con los pequeños grupos que destrozaron el mobiliario urbano y saquearon comercios en varias ciudades.
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