Es Navidad, es tiempo de espera y de esperanza, de buena nueva, de alumbramientos y de comienzos.
Me dirijo como cada año a todos los voluntarios, amigos, trabajadores y colaboradores del Teléfono de la Esperanza para transmitiros mis deseos de que, unidos a nuestros ideales, sepamos vivir el espíritu de la verdadera Navidad.
Os convoco a superar dificultades y convertirlas en alegres piruetas de un cielo común, a vencer dudas para que se transformen en un amanecer de ideas diferentes, a abandonar el lastre de equivocaciones y errores para expresarnos en mensajes claros, serenos, que naveguen por mares con horizontes esperanzadores, y alejarnos, en fin de caminos mal pisados o mal recorridos, para seguir avanzando por la senda del compromiso firme con los ideales del Teléfono de la Esperanza.
Nuestra verdadera vocación, la que nos mantiene vinculados al Teléfono de la Esperanza, después de tantos años y de tanta entrega, se llama “escucha”, que significa “ayuda”, que significa “empatía”, que significa “compasión”, que significa “amor” al que sufre y al que nos necesita.
Quiero, en estos días de felicitaciones y de encuentros, sentir que los que formamos parte de esta gran familia nos podamos conectar para disfrutar unidos de un presente en calma, y construir entre todos un futuro fraternal, lleno de humildad, de paz y de concordia.
Por todos vosotros y por vuestras familias, lanzo una Estrella para que nos guíe en la noche por una ruta de luz y de esperanza. Es la estrella que nos conducirá ante el Portal común del Amor, a todos los que intentamos, día a día, ser hombres y mujeres de buena voluntad.
Juan Sánchez Porras
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