Durante todas las fiestas navideñas, el
Teléfono de la Esperanza de Málaga mantiene su servicio de orientación
telefónica para personas en situación de crisis emocional o soledad. Un total de 50 voluntarios y voluntarias atenderán
las llamadas de este servicio, que funciona las 24 horas día, todos los días, incluidos Nochebuena,
Navidad, Nochevieja, Año Nuevo y Reyes. Estos voluntarios están
especializados en la escucha activa y formados para activar las capacidades de
las personas en crisis. El servicio funciona mediante tres turnos de atención
en otros tantos tramos horarios durante el día, más el de la noche y está
reforzado por un equipo de 7 voluntarios
de apoyo que pueden cubrir cualquier incidencia o sustitución.
Las
celebraciones navideñas van acompañadas de un sinfín de emociones. Son fiestas que potencian la alegría, pero
también la soledad y la tristeza. Muchas personas experimentan una gran disonancia entre lo que nos trasmiten los
estímulos exteriores (festejos, reuniones familiares, cenas de empresa, compras,
regalos, etc.), que de alguna manera nos dicen que debemos estar alegres, y las emociones internas, que le conducen a la melancolía y la nostalgia. Es en esta época, de cenas familiares
y fiestas, cuando más presentes de hacen las ausencias. Nunca se está preparado
para la muerte de un ser querido. Sobre
todo la primera Navidad tras una pérdida afectiva, es frecuente que una
catarata de emociones se desencadene con la visión de una silla vacía.
Se estima que un 5% de la población española está
atravesando en estos momentos un proceso de duelo por una pérdida afectiva
reciente y que estas fiestas navideñas serán las primeras tras ese
fallecimiento.
El duelo, en sí mismo, no es una patología, sino que supone un proceso de
adaptación a la nueva situación. Sin embargo, algunas veces el proceso de duelo
no cursa de manera sana. De hecho, una
de cada seis personas que pierde a un ser querido desarrolla una depresión al
año siguiente, según un estudio de la Sociedad Española de Médicos de
Atención Primaria.
El
llanto, la rabia o la melancolía forman parte del proceso de curación de las
heridas, y son normales. El problema surge cuando estas emociones internas entran
en conflicto con el ambiente festivo propio de las celebraciones navideñas y de
fin de año. Esto es lo que los psicólogos y terapeutas conocen como “síndrome
de la silla vacía”.
En el
pasado, cuando era más habitual un modelo familiar extensivo, la familia
realizaba una función amortiguadora frente a los “golpes de la vida” y de
contención de las crisis vitales. Sin embargo, en la actualidad, en muchos
casos, el individuo en crisis se siente muy solo.
En estas
situaciones, lo más recomendable es evitar
el abuso de fármacos, ansiolíticos y antidepresivos. El duelo es un proceso
natural que necesita su tiempo. En ningún caso es sano anestesiar los
sentimientos. Por el contrario, lo más positivo es exteriorizar las emociones y
compartirlas.
Si un día…
Si un día siente ganas de
llorar…. Llámame.
No prometo hacerte reír,
pero puedo llorar contigo.
Si un día quieres huir…Llámame.
No detendré tu huida,
pero puedo ir contigo.
Si un día no quieres escuchar
a nadie…Llámame.
Prometo estar ahí contigo,
prometo permanecer quieto.
Pero si un día me llamas
y no encuentras respuesta.
Ven a verme,
ese día te necesito
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