jueves, 25 de diciembre de 2014

57 voluntarios atienden el teléfono en Navidad



Durante todas las fiestas navideñas, el Teléfono de la Esperanza de Málaga mantiene su servicio de orientación telefónica para personas en situación de crisis emocional o soledad. Un total de 50 voluntarios y voluntarias atenderán las llamadas de este servicio, que funciona las 24 horas día, todos los días, incluidos Nochebuena, Navidad, Nochevieja, Año Nuevo y Reyes. Estos voluntarios están especializados en la escucha activa y formados para activar las capacidades de las personas en crisis. El servicio funciona mediante tres turnos de atención en otros tantos tramos horarios durante el día, más el de la noche y está reforzado por un equipo de 7 voluntarios de apoyo que pueden cubrir cualquier incidencia o sustitución.

Las celebraciones navideñas van acompañadas de un sinfín de emociones. Son fiestas que potencian la alegría, pero también la soledad y la tristeza. Muchas personas experimentan una gran disonancia entre lo que nos trasmiten los estímulos exteriores (festejos, reuniones familiares, cenas de empresa, compras, regalos, etc.), que de alguna manera nos dicen que debemos estar alegres, y las emociones internas, que le conducen a la melancolía y la nostalgia. Es en esta época, de cenas familiares y fiestas, cuando más presentes de hacen las ausencias. Nunca se está preparado para la muerte de un ser querido. Sobre todo la primera Navidad tras una pérdida afectiva, es frecuente que una catarata de emociones se desencadene con la visión de una silla vacía.

Se estima que un 5% de la población española está atravesando en estos momentos un proceso de duelo por una pérdida afectiva reciente y que estas fiestas navideñas serán las primeras tras ese fallecimiento. El duelo, en sí mismo, no es una patología, sino que supone un proceso de adaptación a la nueva situación. Sin embargo, algunas veces el proceso de duelo no cursa de manera sana. De hecho, una de cada seis personas que pierde a un ser querido desarrolla una depresión al año siguiente, según un estudio de la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria.

El llanto, la rabia o la melancolía forman parte del proceso de curación de las heridas, y son normales. El problema surge cuando estas emociones internas entran en conflicto con el ambiente festivo propio de las celebraciones navideñas y de fin de año. Esto es lo que los psicólogos y terapeutas conocen como “síndrome de la silla vacía”.

En el pasado, cuando era más habitual un modelo familiar extensivo, la familia realizaba una función amortiguadora frente a los “golpes de la vida” y de contención de las crisis vitales. Sin embargo, en la actualidad, en muchos casos, el individuo en crisis se siente muy solo.

En estas situaciones, lo más recomendable es evitar el abuso de fármacos, ansiolíticos y antidepresivos. El duelo es un proceso natural que necesita su tiempo. En ningún caso es sano anestesiar los sentimientos. Por el contrario, lo más positivo es exteriorizar las emociones y compartirlas.

Si un día…

Si un día siente ganas de
llorar…. Llámame.
No prometo hacerte reír,
pero puedo llorar contigo.

Si un día quieres huir…Llámame.
No detendré tu huida,
pero puedo ir contigo.

Si un día no quieres escuchar
a nadie…Llámame.
Prometo estar ahí contigo,
prometo permanecer quieto.

Pero si un día me llamas
y no encuentras respuesta.
Ven a verme,

ese día te necesito

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