jueves, 3 de marzo de 2022

La autorrealización personal en la búsqueda de la felicidad

Como superar retos personales y crecer


José Portillo

Orientador y coordinador de talleres del Teléfono de la Esperanza


“La definición de felicidad es plenitud”
(Hellen Keller)


¿Consiste la felicidad en que podamos disfrutar de la vida, en que podamos vivir autorealizándonos constantemente, o ambos aspectos son cruciales para que podamos considerar que somos felices?

El filósofo Arístipo, que vivió el siglo III antes de Cristo, afirmó que el sentido de la vida consiste en la experimentación del nivel máximo de placer y felicidad que cada cual pueda vivir (principio hedónico).

Sigmund Freud llegó a creer que la salud mental es dependiente de la satisfacción de los instintos.

Para Aristóteles, quienes deseen ser felices, tienen que vivir un ciclo de autorrealización constante (principio de eudaimonía).  

La vida es mucho más que la simple satisfacción de necesidades y placeres. El sentido de la vida, según el citado filósofo, consiste en adquirir el compromiso de desarrollar y realizar la propia naturaleza. A este respecto, la Psicología cognitiva nos enseña que cuando dejamos de esforzarnos por mejorar algún aspecto de la vida, empezamos a debilitarnos en el citado campo. A modo de ejemplo, si alguien deja de esforzarse para superar la timidez, le sucederá que la misma se le hará más grande y, por consiguiente, más difícil de afrontar. Considero que los dos caminos existentes para que podamos alcanzar la felicidad citados en este artículo no son excluyentes, así pues, necesitamos alimentarnos, pasear, relacionarnos, descansar y, entre otras muchas cosas, también necesitamos dedicarles tiempo a las actividades que consideramos placenteras, que nos hagan superarnos al realizarlas.

Tocar un instrumento musical o aprender un idioma, no solo han de asociarse a la posibilidad de trabajar, pues también producen placer y estimulan capacidades que si no las trabajamos, no podremos usarlas en nuestro beneficio.

La autorrealización nos incita a vivir superando retos, mientras la satisfacción de necesidades y  placeres nos hace disfrutar de cortos espacios de nuestro tiempo.

La autorrealización nos impulsa a superar la frustración de la que podemos ser víctimas en cada ocasión que nos equivocamos, y fortalece nuestra paciencia, en el sentido de que intentamos conseguir lo que deseamos tantas veces como sean necesario hasta que lo hacemos nuestro, fortaleciendo nuestra autoconfianza y autoeficacia.

Cuanto más desarrollamos antiguas y nuevas capacidades al superar retos, expresamos con más libertad nuestras emociones placenteras, mientras prolongamos en el tiempo la satisfacción de vivir aprendiendo.

Vivir un proceso de aprendizaje constante nos estimula el placer en cada ocasión que hacemos un nuevo descubrimiento.

El aprendizaje que adquirimos nos hace adentrarnos en un mundo desconocido que estimula nuestra curiosidad por conocerlo. Por ejemplo, mis conocimientos del cristianismo me hicieron percibir el mundo como un pueblo que ha de observar una conducta análoga, mientras que la Filosofía y la Psicología me han enseñado que cada cual actúa partiendo de las percepciones que tiene sus vivencias y de como percibe el mundo.

La apertura a nuevas ciencias y culturas nos induce a escuchar a los demás como quizás antes no hemos sabido hacerlo. Las nuevas percepciones también nos inducen a expresarnos de un modo diferente, consecuente de nuestros nuevos descubrimientos.
Vivir autorealizándonos nos convierte en el centro y el motor de nuestras vidas. Vivir satisfaciendo placeres nos hace esclavos de la moda, del qué dirán los demás respecto de nosotros, y de muchas adicciones cuyo fin es destruirnos.


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