jueves, 25 de julio de 2019

Así ayudamos a salir de la soledad no deseada




Francisco García López
Orientador del Teléfono de la Esperanza

Quiero compartir mi experiencia en atender a personas a los que la soledad les hace sufrir, desde mi perspectiva de orientador con 14 años de escucha en el Teléfono de la Esperanza.
Es muy importante distinguir entre la soledad buscada y la soledad no buscada. Los ingleses lo tienen bien fácil en lo que a terminología se refiere porque tienen dos palabras diferentes, “solitude” y “loneliness”, siendo la primera la buscada y la segunda la sobrevenida o la impuesta.
La primera sería la que define Lope de Vega, “Fea pintan a la envidia, / yo confieso que la tengo/ de unos hombres que no saben /quién vive pared en medio./ Sin libros y sin papeles, / sin tratos, cuentas ni cuentos, (…) Con esta envidia que digo / y lo que paso en silencio, /a mis soledades voy,/de mis soledades vengo.”
O como decía San Juan de la Cruz: “La noche sosegada / en par de los levantes del aurora, / la música callada, / la soledad sonora, / la cena que recrea y enamora.”
La segunda soledad, la más temida, es algo parecido a una condena, al destino de la desdichada protagonista de la canción 'Muelle de San Blas' de Maná o a la sensación que describe el poeta Campoamor: “Sin el amor que encanta, / la soledad de un ermitaño espanta. / Pero es más espantosa todavía / la soledad de dos en compañía.”
Nosotros, como servicio de atención en crisis que somos, no solemos tener llamantes de las soledades sonoras, como es obvio. Más bien todo lo contrario. En la mayoría de las llamadas, explícita o implícitamente hay un trasfondo de soledad, que es un estado y a su vez un miedo; miedo a que esa sensación se alargue demasiado en el tiempo.

La soledad es la gran epidemia del siglo XXI
Una gran paradoja porque cada vez estamos más conectados desde el punto de vista de la tecnología y cada vez hay más personas que viven solas y / o que se sienten solas. Un buen ejemplo de ello sería la creación, anunciada este año, de un Ministerio de la Soledad en el Reino Unido, donde 9 millones de personas viven solas, con los problemas que ello conlleva.
Pero no pasa eso sólo en el Norte de Europa. En Málaga el problema también existe. Según se pudo leer en un artículo del diario La Opinión de Málaga de 16 de junio pasado, en la provincia de Málaga son ya casi 65.000 las personas que superan la edad de jubilación que viven solas, es más suponen un 42% del total de malagueños que residen en hogares unipersonales. Eso es mucho. Y buena parte de nuestros llamantes pertenece a ese grupo de edad. De hecho, por lo que respecta al tema de la soledad e incomunicación es el grupo más numeroso de nuestros llamantes.
Estos ancianos no constituyen, sin embargo, el grupo único. Tenemos a personas recién venidas a nuestra ciudad, a personas cuyas circunstancias vitales han cambiado de forma repentina y también a personas que no han sabido reinventarse y se han quedado aisladas poco a poco, sin que sepan encontrar bien una explicación al porqué les ha ocurrido eso. También tenemos a otro grupo de llamantes, con patologías mentales diversas, y que nos llaman con cierta frecuencia y que están muy aislados.


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La escucha activa
Todos los grupos de edades, como es lógico, tienen unas características diferentes y también unos recursos diferentes a la hora de abordar posibles soluciones. La misión principal como orientador es la de no intentar ir a lo fácil, que sería en convertirnos en una especie de teleoperadores que proporcionamos recursos para salir de la soledad cuando el tema surge en una llamada. La clave está en practicar la escucha activa, según el modelo de Robert Carkhuff que se estudia en los cursos de formación inicial para los orientadores del Teléfono de la Esperanza. Detrás de esa soledad, puede haber múltiples causas y esas causas (baja autoestima, falta de habilidades sociales, acoso laboral, rupturas amorosas…) deben ser abordadas, al menos brevemente.
Si el caso así lo requiere, se puede derivar a los llamantes a algunos de los recursos existentes en nuestra organización para personas con problemas de soledad tales como las reuniones bimensuales del programa 'Entre Amigos' o el Programa de Atención al Mayor
Los diversos talleres que se ofrecen en nuestra asociación también pueden ser una buena ayuda para fomentar la autoestima de aquellos que intentan salir de esa soledad no buscada. En ocasiones, incluso, unas cuantas sesiones con algún psicoterapeuta del Teléfono de la Esperanza pueden ser claves para una mejoría rápida. Porque no basta sólo con querer salir de la soledad sino que hay que saber cómo hacerlo.

Con respecto a llamantes que piden asesoramiento concreto sobre dónde acudir para relacionarse con personas, yo procuro orientarlos en función de sus intereses personales, porque, en ese sentido, ya tienen mucho terreno avanzado. Nos movemos mejor en lo que ya conocemos o nos atrae. Por ejemplo, si a un llamante le gusta ayudar a las personas se le puede enviar a la Plataforma del Voluntariado. Si a otro le gusta caminar en compañía, se le puede derivar a clubes de senderismo. Cualquier interés o afición particular puede ser un buen punto de partida para empezar la vinculación afectiva con otras personas.
Además, hoy en día y para todas las edades, hay páginas web y aplicaciones que permiten entablar relaciones que, en un primer momento, pueden ser superficiales pero nunca sabremos cuál puede ser el desenlace. De hecho, a veces encontramos a nuestros mejores amigos donde menos lo esperamos, de la manera más insospechada.

Un reto individual y comunitario
Salir de la soledad es, pues, todo un reto, tanto individual como comunitario. Jorge Luis Borges decía “Somos todo el pasado, somos la gente que hemos visto morir, somos los libros que nos han mejorado, somos gratamente los otros”. De eso se trataría, de permitir que los otros escriban páginas bonitas en nuestras vidas y nosotros en las suyas. En el caso del Teléfono de la Esperanza se trata de permitir que esa voz que te escucha, con respeto y afecto, desde un teléfono de plástico distante te acerque a esos con los que puedes escribir un nuevo destino, aquellos con los que puedes reinventarte.

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