jueves, 4 de julio de 2019

9 claves para vivir con un pensamiento positivo





José Portillo
Voluntario del Teléfono de la Esperanza


El pensamiento positivo produce rechazo entre quienes lo confunden con el pensamiento mágico. El pensamiento positivo consiste en pensar de la manera más favorable descartando los pensamientos destructivos, sustituyéndolos por otros más provechosos y constructivos. Este trabajo es muy lento, ya que no nos es posible cambiar las creencias que hemos mantenido durante muchos años en pocos días.
Seamos medianamente felices. Podemos considerar como la plenitud de nuestra felicidad la máxima dicha que podemos alcanzar, pero no existe la plenitud de la felicidad, en el sentido de que no tenemos, según una canción de los años sesenta, toda la salud, el dinero ni el amor que deseamos.
¿Podemos vivir sin sufrir? Aceptemos la adversidad intentando que se prolongue el menor tiempo posible. El pensamiento positivo no cura enfermedades ni resuelve problemas, pero hace más soportables el dolor y las contradicciones.
¿Debemos preocuparnos por las situaciones adversas que vivimos? Buda decía que las cosas son del color del cristal con que se miran. Supongamos el ejemplo de dos personas a quienes les acontece un suceso doloroso. Una de las dos personas se sobrepone al dolor, y la otra, convencida de que no puede hacerlo, se hunde en la miseria. No podemos superar todos los problemas que podemos tener únicamente por medio de nuestra actitud, pero la misma hace soportables muchas situaciones complicadas. Las situaciones que consideramos adversas tienen la importancia que les damos. Esta es la razón por la que podemos sobrevivir a muchas dificultades. Repito nuevamente que las cosas no son importantes por sí mismas, ya que dicha importancia depende de lo que pensamos de las mismas.
De la misma manera que las cosas y los acontecimientos que vivimos no son importantes por sí mismas, no somos importantes en atención a lo que los demás piensan de nosotros, sino por quienes somos y lo que pensamos de nosotros.
¿Puede ayudarnos el pensamiento positivo a superar situaciones difíciles? Aunque miremos la cara de una moneda, esta no dejará de tener cruz. La vida se compone de situaciones agradables y de situaciones que consideramos adversas. Es digna de alabar la actitud de quienes son capaces de no vivir pensando en sus dificultades todos los días de su vida, pero no podemos pretender vivir una vida sin acontecimientos negativos. Así como cuando giramos la llave de un grifo para que salga agua caliente tardamos unos segundos en conseguirlo, y aceptamos que eso suceda naturalmente, necesitamos hacer lo mismo al pensar en las circunstancias que vivimos y no nos gustan. Recordemos nuevamente que el pensamiento positivo no nos ayuda a superar problemas, pero nos hace los mismos más llevaderos, y, consecuentemente, nos ayuda a que nos sea más fácil solucionar algunas dificultades, por intentar afrontarlas cuando gestionamos la ansiedad que nos produce el hecho de pensar en las mismas, percibiéndolas como hechos catastróficos. El pensamiento positivo nos ayuda a ver las cosas de otra manera.
¿Qué diferencia hay entre la atención y la concentración? Supongamos que estamos viendo una película. La atención nos permite estar atentos tanto a la película como a lo que pasa donde nos encontramos, y la concentración nos hace estar pendientes de una sola cosa. Gracias a la atención plena podemos aprender a disfrutar de pequeños placeres como saborear nuestros alimentos, y la concentración nos ayuda a relajarnos.
La tolerancia es el respeto a nosotros, a los demás y al mundo. Gracias a la tolerancia podemos aprender a ver las diferencias que nos caracterizan como una fuente de riqueza. No mantenemos las mismas opiniones respecto de muchos temas, pero somos personas con derechos y deberes análogos, por lo que merecemos ser comprendidos, respetados y aceptados. Los límites de la tolerancia son la intolerancia y la tolerancia de lo que nos perjudica.
¿Cómo nos hablamos? Nuestro cerebro no interpreta los mensajes que nos mandamos, lo cual hace necesario que nos dirijamos a nosotros positivamente. No es lo mismo que nos digamos: Estamos relajados, que decirnos: No queremos estar nerviosos. Esto sucede porque nuestro cerebro actúa como los fundamentalistas que leen la Biblia y la interpretan literalmente.
Muchos padres les hacen daño a sus hijos directa o indirectamente al etiquetarlos. A modo de ejemplo, cuando tales padres hablan del más inteligente de sus hijos, dan por hecho que tienen uno o varios hijos más incapaces de aprender y de actuar como lo hace el más inteligente de sus descendientes. A pesar de esto, etiquetas positivas como: "Eres inteligente" en lugar de: "No haces nada bien", nos ayudarán a esforzarnos más y mejor para lograr lo que deseamos.
Si pensamos que somos inteligentes, actuaremos como tales, y, si pensamos que somos torpes, nos boicotearemos para afianzar dicha creencia. ¿Es cierto que nuestros pensamientos tienen el poder de impulsarnos a alcanzar el éxito o de hundirnos en la miseria? Haceos un péndulo atando una llave a uno de los extremos de una cuerda o de un hilo lo suficientemente larga como para que podáis envolveros un dedo. Apoyad el codo de la mano con que sujetáis el péndulo en una mesa, y detened el péndulo con la otra mano. A continuación, pensad que el péndulo se mueve adelante y atrás, a la izquierda y a la derecha, y que hace círculos. La mayoría de gente a la que intento someter a esta prueba se niega a hacerla creyendo que el péndulo se mueve por sí mismo por sus poderes mágicos, porque ignora que su propiamente, aunque tenga el codo firme sobre la mesa, hace que la mano se mueva inconscientemente. Si podemos mover el péndulo inconscientemente, nuestros pensamientos negativos nos hunden en la miseria, y nuestros pensamientos positivos nos impulsan a alcanzar el éxito.
Quienes desean alcanzar el éxito se proponen metas medianamente difíciles de alcanzar para superarse en algún aspecto con mucha frecuencia, pero quienes temen el fracaso se imponen metas excesivamente altas para no alcanzarlas para confirmar la creencia de que son grandes fracasados, o se proponen metas muy fáciles de alcanzar a las que renuncian, argumentando que cualquiera puede alcanzarlas, porque es muy fácil lograr alcanzar esos propósitos.
No es lo mismo amar o dar que querer y desear. Quienes aman buscan dar, y quienes quieren buscan recibir. Respeto a quienes amo a pesar de sus defectos y los errores que cometen, y quiero proteger de sus errores y de posibles enfermedades a quienes quiero, porque no veo cómo tales dificultades afectan a los mismos, sino como me afectan a mí, y digo que tengo que protegerlos porque son míos. Se dice que los hijos abandonan a sus padres con más facilidad de la que la mayoría de los padres abandonan a su prole porque no son conscientes de cómo son amados por sus antecesores, pero esto sucede realmente porque los hijos crecen sabiendo que los padres no son suyos, mientras que los padres crían y educan a sus descendientes teniéndolos como suyos, de lo cual es una prueba inequívoca el hecho de que planean el futuro de los tales, creyendo que lo hacen por su bien, cuando realmente lo hacen para complacerse a sí mismos.
Se nos ha educado para amar a los demás, y bajo la creencia de que amarnos a nosotros consiste en ser egoístas. Este hecho ha logrado que muchos hayan sido dependientes emocionales, al buscar el amor y la aprobación que necesitan recibir de los demás, aunque realmente solo pueden dárselos a sí mismos. De nada nos sirve ser amados y aprobados por los demás, si pensamos que carecemos de valor. En ciertas circunstancias necesitamos ayuda externa, pero fomentemos nuestra autonomía.
¿Amamos desinteresadamente a nuestros familiares y amigos? Si sufrimos cuando nuestro amor no es correspondido, no damos nada desinteresadamente. No es fácil amar ni ayudar sin generar expectativas respecto de los demás hacia nosotros. De aquí viene la necesidad de aclarar lo que esperamos de una relación de pareja antes de iniciarla, y no pretender que nuestra pareja nos lea el pensamiento, ni complacerla cuanto nos sea posible, pensando que hará lo mismo con respecto a nosotros.
Somos libres. Trabajamos porque nos pagan y necesitamos el dinero, pero podemos elegir no trabajar. Si elegimos trabajar o no trabajar, somos libres. No conseguiremos todo lo que nos propongamos durante los años que se prolongue nuestra vida, pero somos libres de intentar realizar nuestros sueños. Si mantenemos este pensamiento sobre la libertad, nos evitaremos pensar en la esclavitud del trabajo y en otras situaciones que consideramos molestas y generadoras de sufrimiento.
Somos responsables de lo que nos ocurre, pues, si lo son otros, les damos el poder de provocarnos sufrimiento gratuito. ¿Por qué permitimos que nos hagan daño? A modo de ejemplo, yo permití que me acosaran en un trabajo para poder seguir percibiendo mis mensualidades.
¿Para qué intentan las víctimas dar pena? Quienes no se responsabilizan de su vida pasan del victimismo a la agresividad, para culpar de su infelicidad a sus cuidadores, o les hacen creer a sus cuidadores que son sus salvadores, con el fin de que los sigan cuidando.
¿Creemos que los salvadores cuidan de sus víctimas desinteresadamente? Los salvadores necesitan que sus víctimas sean débiles para que se les reconozca su supuesto amor hacia quienes protegen, un amor que realmente es egocentrismo. Los salvadores se convierten en víctimas cuando sus protegidos no se dejan salvar, o pasan a ser agresivos, para echarles a los tales en cara lo que han hecho y lo que han sufrido por ellos.
Si nos responsabilizamos de nuestra vida, nos ahorraremos interpretar los roles de víctima, salvador y agresor, con el fin de llamar la atención, y de que nos resuelvan nuestros problemas.
La culpa nos sumerge en los dolorosos recuerdos del pasado, y la preocupación nos induce a pensar en un futuro incierto, de manera que entre la culpa y la preocupación nos impiden vivir el presente, que es el mejor tiempo para que podamos ser felices, porque el presente es lo único que tenemos, ya que el pasado ha dejado de existir, y el futuro aún no ha llegado. Siempre querremos superarnos más y alcanzar nuevas metas, pero el presente es el único tiempo que tenemos para ser felices. La felicidad se encuentra en las pequeñas cosas del día a día. El presente es lo único que tenemos, y, si lo descuidamos, lo perdemos. Trabajemos para dejar de vivir entre un pasado doloroso marcado por problemas de los que no podemos resolver la inmensa mayoría, y entre un futuro incierto del que no sabemos si llegará ni cómo se nos presentará.
En la vida se dan los opuestos. Un ejemplo de ello lo constituyen la salud y la enfermedad. Nos gustaría estar sanos, pero no podemos pasar todos los años que vivimos sin enfermarnos. No olvidemos que, al pensar en los opuestos, el punto medio siempre es la mejor solución.

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