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La risa no cura, pero ayuda a vivir mejor porque libera tensiones y relaja. El humor y la risa son herramientas para hacer frente a la realidad por difícil que esta sea. Necesitamos el buen humor para vivir bien, mantenernos vitales y gozar de la vida en plenitud.
Aunque al nacer aprendemos a reír y llorar, las circunstancias de la vida nos pueden arrastrar a dejar de llorar o de reír, y hasta a perder el sentido del humor. Pero también se puede volver aprender a volver a reír y a hacerlo con ganas, a carcajadas. Las personas que vuelven a reír con ganas después de pasar por situaciones traumáticas comienzan a liberarse de las tensiones y el sufrimiento que bloqueó sus emociones.
Un grupo de investigadores de la Universidad Autónoma de Barcelona ha puesto en marcha un proyecto piloto para medir el poder terapéutico de la risa en niños sirios que viven en un campo de refugiados de Libano. Los niños disfrutaron de espectáculos con malabares y payasos, se midió sus efectos doce semanas después y se pudo comprobar que mejoraron en sus estados de ánimo y problemas de comportamiento y, además, comenzaron a superar los malos recuerdos a los que daban vueltas en sus mentes constantemente.
El proyecto persigue trasladar la experiencia a diferentes campos de refugiados donde viven muchos niños y a los que no pueden acceder los psicólogos por la oposición de las autoridades o por razones técnicas.
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