lunes, 28 de diciembre de 2015

Navidad: trascendencia o consumo




Esperanza Muñoz, coordinadora del grupo 'Entre amigos'

Es común comentar en los distintos ambientes en los que nos movemos, lo frenético del ritmo de estos  días navideños y como nos arrastran a comprar incluso lo que no necesitamos y a veces por encima de nuestras posibilidades.
Es importante ser consciente de ello y hacer lo que realmente veamos necesario. Para ello no está mal hacer un análisis de lo que son las fiestas navideñas.
Analizando un poco sus orígenes, se puede decir que el centro de ellas es la celebración del nacimiento de Jesús de Nazaret.
Sin embargo su tradición de consumo no procede de esto, sino más bien de la circunstancia de que se comenzó a celebrar este nacimiento, haciéndolo coincidir con la fiesta del Solsticio de invierno que desde tiempos babilónicos hasta romanos, se celebraba, y donde era costumbre hacer una exaltación de la amistad con intercambio de regalos, amén de comilonas y otros excesos.
Importante es que nos demos cuenta que no estamos obligados a seguir esta dinámica y que reflexionemos de lo que supone para nuestra economía y para la economía ecológica del planeta los excesos energéticos de nuestro “primer mundo”.

Si tenemos en cuenta el concepto de trascendencia: “Trascendencia es un concepto que designa aquello que va más allá o que se encuentra por encima de determinado límite. En este sentido, la trascendencia implica trasponer una frontera, pasar de un lugar a otro, superar una barrera”.
Entonces podemos decir que vamos a intentar ver el fenómeno navideño más allá de estos inconvenientes que parecen prevalecer por encima de lo realmente importante.

Fuera o no esta época la del nacimiento de Jesús, lo real es que se celebra el nacimiento de un niño, que existió y que como todo niño, es un mensaje de esperanza para el mundo:

“¿QUÉ ES UN NIÑO? UN EXPERIMENTO. UN PURO INTENTO DE PRODUCIR EL HOMBRE JUSTO…QUE ES ELEVAR LA HUMANIDAD AL PLANO DIVINO”. 
(George Bernard Shaw)


 Realmente el nacimiento de un niño, brinda de nuevo a la humanidad, la oportunidad de volver a comenzar.

“El niño es el que trae la luz a la oscuridad, y conduce la luz ante él” (Carl Jung)



En la charla del sábado 5 de diciembre, hablábamos del niño interior y de las cualidades que adornan al niño maravilloso que todos fuimos alguna vez:

M aravillarse
A legría y optimismo
R esistencia
A dhesión.
V ibraciones (emociones): risa y llanto
I ngenuidad.
L ibertad.
L a unicidad
A mor.

Os invitamos a que volvamos a conectar con este niño maravilloso que fuimos en algún momento y nos permitamos ver más allá de los inconvenientes de las comidas familiares, de la “obligatoriedad” de estar contentos y reunirse, de la presión de comprar y regalar; y podamos sorprendernos, dejar lugar a la ilusión, a la ingenuidad, la libertad, la alegría y optimismo, al amor.
Comprendemos mejor los comportamientos y razones de nuestros semejantes. El entender que en un momento de la vida, el niño inocente que fuimos, se sintió herido por alguna razón evidente o no, y esto influye en lo que somos hoy, nos hace a la vez mirar más allá de lo que se ve en las personas a simple vista.
Los conocimientos que adquirimos, ha de servirnos para comprendernos mejor a nosotros mismos y también a aquellos con los que nos relacionamos.

Por tanto…
 ¿Qué puede significar la Navidad-Natividad-Nacimiento?

Para los no creyentes. El comienzo de un nuevo año, proceso, crecimiento, luz, oportunidad, aprendizaje…

Para los creyentes. Todo lo anterior, materializado en el nacimiento del niño por excelencia, el que encarna el Amor de Dios y llegará a alcanzar el máximo de humanidad posible, naciendo y viviendo humildemente para ser cercano a todo hombre y mujer.



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