La noticia se ha publicado esta semana. Curiosamente, dos periódicos coincidieron en el mismo titular: 'Los jesuitas eliminan las asignaturas, exámenes y horarios de sus colegios'. Desde luego, el encabezamiento de esas noticias, reduccionista y chocante, invitaba a leer. Al hacerlo, uno descubría que se trata de un proyecto, Horizonte 2020, diseñado a conciencia gracias a la participación de 13.000 alumnos, profesores y padres que propusieron un total de 56.000 ideas. De momento, se ha implantado en el curso 2014-15 en dos cursos y tres de los trece colegios que la Compañía de Jesús regenta en Cataluña.
¿En que consiste?. Se parte de que los alumnos, especialmente a partir de 6º de Primaria, se distancian de los métodos tradicionales, no se conforman con ser receptores pasivos de conocimientos que aprenden de memoria mientras el mundo de hoy les facilita una gran cantidad de herramientas para informarse y formarse y les crea nuevas necesidades de aprendizaje práctico no cubiertas.
El plan se basa en la realización de proyectos colaborativos en equipo fomentando el aprendizaje por descubrimiento personal. Los jesuitas tratan de aplicar sistemas innovadores de la Pedagogía, la Psicología y la Neurociencia actual.
Este empeño de transformación es valiente y tan ambicioso que, si consigue tener éxito, cambiará la vida de muchos jóvenes convirtiéndolos en personas más autónomas y preparadas para afrontar los complejos retos del siglo XXI, además de mujeres y hombres con valores muy arraigados.
Curiosamente la sustitución de la tradicional aula con pupitres por salas amplias coloristas y con acceso a las nuevas tecnologías me recuerda a los espacios de trabajo de los empleados de Google, Facebook, Amazon y el resto de compañías de Sillicon Valley en California. Estas multinacionales son los auténticos motores del cambio global en el acceso a las tecnologías, la información, la nueva economía digital, las formas de relacionarse los seres humanos y la cultura. Muchos analistas del mundo digital y expertos en educación aventuran que esta se someterá a un cambio radical en las próximas décadas, una transformación que puede ir más allá de introducir pizarras digitales y tabletas en las aulas. La misma figura del maestro o profesor tendrá que vivir un cambio radical en su formación y el desempeño de su funciones. Hay ya nuevas profesiones abriéndose paso como las del analista Big Data, un perfil clave para las empresas en el mundo del mercado global.
Bienvenido sea este proyecto pedagógico innovador que se ciñe con fidelidad al auténtico sentido de la educación que es aprender a vivir, relacionarse y ser feliz con el camino que uno elige, no solo a recibir conocimientos y aprenderlos de forma memorística. Una inciativa de este tipo debería ser acogida e impulsada con decisión por los poderes públicos en la escuela pública, si bien la experiencia española nos demuestra que hemos vivido una política educativa errática con constantes cambios de leyes muy inspirados en cambios parciales del interés de los dos grandes partidos políticos gobernantes. Las familias, los alumnos y, especialmente los profesionales de la educación, siempre han quedado apartados de los centros políticos donde se deciden los incontables planes de educación. La innovación pedagógica necesita profesores muy bien formados, una ratio de alumnos mejor, contar con la participación activa de la comunidad educativa. Todo ello bien respaldado por inversiones de dinero que permitan resultados a largo plazo.
Los jesuitas eliminan las asignaturas, exámenes y horarios de sus colegios
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