Fernando del Valle en el Teléfono de la Esperanza |
Fernando del Valle, un veterano voluntario del Teléfono de la Esperanza, ha sido homenajeado por el Consejo de Centro de Málaga hace unas semanas después de muchos años de servicio constante e incansable a la organización. Inició su colaboración cuando se prejubiló y ahora -de alguna manera- se 'jubila' de su trabajo diario en el área de administración del teléfono, al que siempre lleva en el corazón.
Fernando es ingeniero y desarrolló su intensa vida profesional en la empresa pública Renfe, donde dirigió talleres de transformación de vehículos y fue jefe de aprovisionamiento dirigiendo a equipos de 800 y 1.200 personas. Ha estado destinado en Madrid, Valladolid, Valencia y Málaga, donde dirigió el taller de 'Los Prados' del que salieron muchos de los vehículos para el AVE que circulan por España.
¿Cómo te decidiste a colaborar con el Teléfono de la Esperanza?
Empecé a colaborar en el Teléfono de la Esperanza en 2001 después de descubrirlo en la Feria del Voluntariado de Málaga. Nos paramos a conocer el stand del teléfono. Mabel, mi mujer, habló con la orientadora Mari Carmen Orellana y se interesó mucho por colaborar. Mabel hizo los cursos para prepararse como agente de ayuda en Sevilla y luego los hice yo.
¿Hiciste turnos de orientador?
Mabel comenzó a hacer turnos de atención a las personas en crisis. Yo hice el curso 'Educadores Hoy' como alumno y luego colaboré como formador. Fue en la etapa en la que Jesús García Toribio era presidente del teléfono en Málaga y fuimos a impartirlo a Riogordo, Benalmádena y Álora. No llegué a coger el teléfono. Julia Alonso me pidió ayuda para aliviarle de la carga de trabajo en la administración de la asociación, me acogí a un ERE en Renfe y empecé a prestar servicio de voluntario en temas administrativos.
¿En que ha consistido tu labor administrativa? Me centré en la gestión de las subvenciones y logramos multiplicar los recursos por tres. Se alcanzó a cubrir el 80% del presupuesto. Poco a poco las exigencias en el control de las subvenciones fueron mayores y me exigieron una dedicación de mayor de tiempo. Muchas veces hubo que reformular proyectos en cortos plazos de tiempo y tuve una gran dedicación en horas que era imcompatible con la vida familiar. En esa etapa, gestionábamos y recibíamos subvenciones de diferentes departamentos de la Junta de Andalucía, la Diputación Provincial y el Ayuntamiento de Málaga. También hicimos diferentes actos, como una subasta de obras de arte en el Ateneo y fui coordinador en los cursos de 'Conocimiento de sí Mismo'.
¿Qué ha aportado el Teléfono de la Esperanza a tu vida? Era un trabajo muy gris, pero me ha aportado satisfaciones personales, buenas amistades y relaciones con otros voluntarios con los que, incluso, hemos ido de viaje juntos. También adquirí formación en salud emocional que me vino muy bien en el momento del ERE debido a la incertidumbre sobre mi futuro. Eso me ayudó a no hundirme anímicamente y a salir adelante. Yo le he hablado a mucha gente del beneficio de hacer nuestros cursos y han venido a hacerlos al Teléfono de la Esperanza.
¿En que ha consistido tu labor administrativa? Me centré en la gestión de las subvenciones y logramos multiplicar los recursos por tres. Se alcanzó a cubrir el 80% del presupuesto. Poco a poco las exigencias en el control de las subvenciones fueron mayores y me exigieron una dedicación de mayor de tiempo. Muchas veces hubo que reformular proyectos en cortos plazos de tiempo y tuve una gran dedicación en horas que era imcompatible con la vida familiar. En esa etapa, gestionábamos y recibíamos subvenciones de diferentes departamentos de la Junta de Andalucía, la Diputación Provincial y el Ayuntamiento de Málaga. También hicimos diferentes actos, como una subasta de obras de arte en el Ateneo y fui coordinador en los cursos de 'Conocimiento de sí Mismo'.
¿Qué ha aportado el Teléfono de la Esperanza a tu vida? Era un trabajo muy gris, pero me ha aportado satisfaciones personales, buenas amistades y relaciones con otros voluntarios con los que, incluso, hemos ido de viaje juntos. También adquirí formación en salud emocional que me vino muy bien en el momento del ERE debido a la incertidumbre sobre mi futuro. Eso me ayudó a no hundirme anímicamente y a salir adelante. Yo le he hablado a mucha gente del beneficio de hacer nuestros cursos y han venido a hacerlos al Teléfono de la Esperanza.
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