sábado, 28 de marzo de 2015

CON OTRAS GAFAS / Paso a paso con los crucificados



La Semana Santa es fe, devoción y belleza. Se expresa a través de la religiosidad popular y encuentra su hueco en la cultura como tradición de siglos arraigada. En los últimos años, además, se vive un boom de oficios dedicados al mundo de las cofradías como son bordadores, orfebres, pintores, imagineros, músicos y compositores, muchos de ellos muy jóvenes. La onda expansiva de esta celebración a través de sus procesiones y escenificaciones de la Pasión de Cristo arrastra a españoles y extranjeros que quedan contagiados por el magnetismo de las imágenes, enseres y emociones de las personas que participan. El impacto económico de todo el fenomeno es muy importante, especialmente en Andalucía.
El Senado ha aprobado esta semana, casi por unanimidad, que el Ministerio de Cultura haga las gestiones necesarias para solicitar a la UNESCO que declare patrimonio inmaterial de la Humanidad esta celebración.
Es una buena noticia que tanta gente viva y disfrute de estas celebraciones, pero aún lo es más, la dedicación de las cofradías a la acción social con fidelidad a su ideario cristiano. En Málaga, a causa de la crisis económica, esta actividad se ha acrecentado de forma notable. Un periódico local estima que las 41 hermandades agrupadas en la ciudad contribuyen con alrededor de 720.000 euros anuales a financiar un comedor social propio, residencias de ancianos, conventos que a su vez distribuyen ayudas, becas para estudiantes y hasta servicios básicos como el pago de la luz o los libros de texto de niños de familias en exclusión social.
Ahora que las calles se llenan de crucificados de expresión doliente y barroca es bueno recordar que detrás, durante todo el año, 750 familias malagueñas consiguen alimentos básicos a precios reducidos gracias a las 12.000 horas de volutariado de los cofrades de la Fundación Corinto. O que la Fundación Lágrimas, impulsada por Antonio Banderas, aporta importanes ingresos económicos a Cudeca, la ONG dedicada a los cuidados paliativos de los enfermos de cáncer. También a facilitar becas a adolescentes para que puedan estudiar en la Universidad. La misma labor que la popular cofradía de el Cautivo hace cada año con 20 jóvenes. 
Una encomiable aportación material y de AMOR para sostener a tantos hombres, mujeres y niños que caminan por la vida con sus cruces de privaciones económicas, soledad y exclusión social. Un rayo de esperanza para miles de personas.

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