La violencia de género es uno de los problemas más graves que afrontan los orientadores del Teléfono de la Esperanza cuando atienden las llamadas de las personas en crisis. El pasado año, se recibieron en la sede de Málaga 25 llamadas por casos de maltrato a mujeres, 15 de ellos de tipo psíquico y 10 por agresiones físicas de las parejas. Además, otras mujeres acudieron a nosotros contar la angustia que sufrieron por malos tratos psíquicos de personas extrañas hacia ellas (9), malos tratos físicos de ese tipo de personas (6) y un caso de maltrato sexual.
En las atenciones por teléfono se ofreció a las llamantes los servicios gratuitos en consultas de psicólogos, terapeutas familiares y abogados. Asimismo, se ofertó otro recurso, la realización de un taller para mujeres que han sufrido malos tratos.
Juan Sánchez, coordinador de ese taller y presidente internacional del Teléfono de la Esperanza, participó el 11 de marzo en la Jornada sobre Violencia de Género que organizaron en Granada los compañeros de nuestra asociación en la ciudad y la Universidad de Granada.
Sánchez expuso la ponencia 'La violencia de género desde el Teléfono de la Esperanza', iniciando su intervención con una presentación de las cuatro grandes áreas de actuación de la organización; atención a personas en crisis, promoción de la salud emocional de las personas, familias y la sociedad, enseñar a ayudar y cooperación internacional.
El origen de la violencia contra la mujer. Está en una cultura machista que se sustenta en los diferentes roles de género y jerarquía forzada de poderes, la supremacía de los derechos sexuales del hombre, el bajo valor social y de poder de la mujer y el ejercicio de la masculinidad ligada al control de la mujer. La legitimación o justificación por el entorno social y cultural refuerza esta violencia.
Además, el ponente desmontó creencias y mitos como pensar que estas agresiones se producen solo en familias desfavorecidas, a causa de enfermedades mentales o consumo de drogas y siempre son unidireccionales del hombre a la mujer.
Formas de violencia de género.
Tácticas de presión
Falta de respetoAbuso de autoridad y confianza
Incumplimiento de promesas
Tiranía emocional
Control económico
Comportamiento destructivo de la personalidad
Aislamiento
Acoso
Intimidación
Destrucción
Violencia sexual
Violencia física
Por otra parte, explicó que la violencia se desarrolla en tres etapas; escalada, cima y descenso. En la primera fase, el maltratador aisla a la mujer con tácticas coercitivas, después afirma su dominio con la fuerza y el control y, por último, entra en un periodo de arrepentimiento para tratar de mitigar su culpa, lo que suele crear falsas expectativas a las víctimas.
Estrategias de control y dominio. La batería de acciones en ese sentido son muchas, consisten en la degradación de la mujer, la cosificación de su persona, usar la intimidación, sobrecargarla de responsabilidades, someterla a privaciones, distorsionar la realidad subjetiva y crear estrategias defensivas.
¿Por qué cuesta romper?. Seis factores impiden a muchas mujeres romper el círculo que las ata a los malos tratos y les impide llevar una vida normal: dependencia emocional, dependencia económica, dependencia social, miedo, carencia de información y baja autoestima. Hay que tener en cuenta que las víctimas sufren la desorganización de sus vidas, que luego tienen que reorganizar y reajustar para entrar en una fase final de superación.
Factores de intervención. Cuando una mujer pide ayuda para superar los malos tratos se entra en un proceso que tiene cuatro etapas:
Acogida
Valoración de la peligrosidad
Instrumentos de evaluación
Programa de intervención psicológica
Grupos de psicoeducación
Recuperación. Durante el trabajo de intervención en su vida, se desvela el tipo de violencia sufrida y en qué momento estaba cuando solicitó ayuda y se analizan las posibles secuelas psicológicas que puede tener. El trabajo con ella será intenso para que recupere su autoestima, diginidad e identidad personal, supere el aislamiento, la ansiedad y, entre otras cuestiones, aprenda a controlar su ira. El trabajo de recuperación le aportará herramientas para reconstruir su vida, entre ellas, dotarla de habilidades para la separación, afrontar los procesos judiciales y modificar las relaciones materno-filiales.
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