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Antonio Badillo
Psicólogo y voluntario en el Teléfono de la Esperanza
La experiencia de sentir un bloqueo al intentar afrontar una situación es común a toda persona en algún momento de su existencia. Si la vida pide requerimientos que no tenemos disponibles, nos vemos colocados en una contradicción que nos paraliza y nos vamos limitando a ciertas formas de hacer, decir y vivir: tengo que hacer esto, pero no puedo; siento algo, pero no puedo expresarlo; quiero decirte algo, pero no sé cómo nombrarlo.
La causa de nuestros bloqueos personales es una variable íntimamente relacionada con nuestra autoestima: es la capacidad de hacernos autocrítica que todos llevamos en nuestro interior, que en su versión sana es un mecanismo de autocontrol que vela por nuestro bienestar, señalando cuándo nos hemos equivocado, las consecuencias de nuestros errores y qué podemos hacer para subsanarlos una vez que los hemos cometido.
La cualidad que tome este crítico interior se hará en función de la educación recibida, y de ello depende que estemos en contacto amable con nosotros mismos o que se convierta en una parte autodestructiva que no permita a otras expresarse y desarrollarse.
La autocrítica destructiva productora de bloqueos emplea un diálogo interior de órdenes incuestionables, formuladas con un tono severo y castigador, exigente e inflexible, aplica autocastigos, induce culpa y reprime y confunde sentimientos, lo que lleva a experimentar una gran angustia, a cuestionar la veracidad del criterio y las sensaciones propias, y disminuye la autoestima. La autocrítica es un juez severo que juzga como inadecuadas determinadas emociones, a las que considera como prohibidas, frente a otras que sí están permitidas. Esta represión emocional causa una vivencia de despersonalización que disminuye los recursos disponibles y la capacidad de afrontamiento.
Las personas con bloqueos frecuentes son excesivamente dependientes de la opinión ajena, que usan para valorarse a sí mismos, y emplean su autocrítica como guía para encontrar un camino que les sirva para sobrevivir. Sus sensaciones genuinas son prácticamente sustituidas por su crítico interno.
A pesar del daño evidente que les causa, muchas personas se aferran a su autocrítica destructiva porque sienten que les proporciona protección frente a fracasos y frustraciones que creen que les harían sentir aún peor, piensan que les ayuda a motivarse y que si no fuera por la autocrítica se volverían indolentes o perezosos, y además creen que la autocrítica les proporciona la esperanza de que algún día conseguirán cambiar y alcanzar sus expectativas irracionales.
La autocrítica destructiva crea en las personas un sentimiento crónico de inadecuación, una creencia tóxica y permanente en la insuficiencia propia y un deseo inconsciente de esconderse, de no participar y de no mostrar los aspectos vulnerables por temor al rechazo. El mecanismo de defensa frente al vacío y la impotencia es encubrir el verdadero ser, protegerlo a base de no mostrarse tal como se es, no abrirse, no contar, no expresar.
A estas personas hay que darles el mensaje de que sus conductas sobreadaptadas o desadaptativas, sus pensamientos distorsionados, sus bloqueos al tomar decisiones y en las relaciones íntimas, no son la prueba de su inadecuación, sino que son la única tabla de salvación a la que pudieron aferrarse para salir adelante en la vida en un entorno afectivo difícil que no les proporcionó el aprendizaje de una saludable autoestima.
Para superar los bloqueos que produce la autocrítica excesiva, es útil poner en práctica lo siguiente:
· Tomar las sensaciones y sentimientos propios como una guía para la toma de decisiones y para conducirse en las relaciones íntimas: estas sensaciones son la muestra de una profunda sabiduría del organismo que se complementa perfectamente con la inteligencia de la corteza cerebral y siempre proporciona valoraciones globales y adaptativas acerca de cualquier situación.
- Tratar los fracasos y los errores aceptándolos como parte consustancial al hecho de vivir y como pasos que nos hacer aprender y por consiguiente nos acercan a la realización de nuestras metas.
- · Tratar a los demás transmitiéndoles autoestima.
No debemos olvidar que tanto la autoestima como la autocrítica son conceptos aprendidos, y como cualquier otro aprendizaje, son susceptibles de ser modificados en cualquier momento de nuestra vida. La esperanza de un cambio personal siempre está abierta, siempre es posible vivir mejor y tener una relación más amigable y afectuosa con uno mismo.
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