La periodista y escritora Gloria Díez imparte esta tarde a las ocho en 'Villa Esperanza', la sede del teléfono en Málaga, la conferencia 'Transmitir esperanza'. Díez presentó recientemente 'Serafín Madrid, el hortelano de sueños', la biografía del fundador del Teléfono de la Esperanza, un visionario que se adelantó a su tiempo poniendo la tecnología de su época al servicio de la ayuda a las personas en crisis. Madrid puso en marcha la organización en Sevilla y pocos meses después, en septiembre de 1971, murió en un accidente de tráfico. El Teléfono de la Esperanza se extiende hoy por España, Europa y América Latina y comienza su implantación en Estados Unidos. La escritora ha visitado este blog, El tiempo de la esperanza y nos habla de Serafín, comunicación entre personas en la sociedad, relaciones en las redes sociales y actitud de esperanza.
¿Quien fue Serafín Madrid?
A mí me gusta mucho una definición de José Luis Cebrián, un hombre que no convivió con él, simplemente coincidieron en una viaje, pero, precisamente por eso, hizo una radiografía desapasionada. Pérez Cebrián dijo que Serafín "era algo más que un psicólogo en el sentido técnico de la palabra: era un hombre listo dispuesto a hacer el bien".
Al margen de eso, Serafín Madrid era el hijo mayor de una familia campesina que entró en la orden de San Juan de Dios. Dedicó la mayor parte de su vida a la luchar por el bienestar de los niños con minusvalías, dirigió el Hospital de Jesús del Gran Poder en Sevilla, fundó la Ciudad de San Juan de Dios y creó el Teléfono de la Esperanza.
¿Qué fuerzas le movían para impulsar la Ciudad de San Juan de Dios y el Teléfono de la Esperanza en pocos años?
Era un hombre de una fe sin límites. De esas que invocan milagros. Trabajaba sin descanso, se rodeaba de gente con talento y sacaba lo mejor de cada uno. La fórmula es buena, no es de extrañar que diese buenos resultados.
¿Qué valores ha visto reflejados en su equipo de colaboradores y continuadores?
El principal yo creo que es la energía, el coraje por sacar adelante un barco que Serafín Madrid solo pudo lanzar al agua. El viento que les impulsa sigue siendo el mismo: el deseo de ayudar.
¿La sociedad occidental de hoy puede generar líderes de ese tipo?
Seguramente no, los líderes para serlo tienen que adaptarse a su tiempo. Serafín Madrid se plegó al suyo y supo aprovechar todos los recursos que la sociedad la ponía en sus manos. Si hubiera vivido más habría cambiado. Todos opinan que Serafín Madrid no se habría quedado en lo que había hecho. Habría ido a por proyectos nuevos.
¿Qué es la esperanza hoy y como se puede transmitir en la educación, la familia y la sociedad?
La esperanza es una actitud positiva ante la vida, es la confianza en que disponemos de los recursos necesarios para afrontar las dificultades que se presenten. Un creyente piensa, además, que recibirá ayuda, que no será probado "más allá de sus fuerzas". El mejor modo de transmitir es esperanza es teniéndola. Como todas las cosas importantes de la vida, se transmiten con el ejemplo.
¿Estamos ante un valor o sentimiento 'tapado' por el pesimismo que puede tener hasta 'buena prensa'?
Sí, el pesimismo es una característica de nuestra época. Por muchas razones, los individuos se sienten impotentes antes unas fuerzas sociales y económicas que les sobrepasan. Cuando ocurre eso, ni siquiera entras en batalla, te paralizas.
¿Qué aporta la inteligencia emocional a la buena salud hoy día?
De entrada, la capacidad de colocar los problemas en su justa medida. La inteligencia emocional es un seguro contra la depresión y el estrés.
Robert Dunbar, teórico de las redes sociales, planteó que 'se está volviendo a la sociabilidad después de un largo período de individualidad'. La gente se comunica sin límites de distancias o diferencias horarias. Se producen o retoman relaciones de 'lazos débiles'. Y se propaga el activismo social. ¿Las redes sociales son canales para transmitir esperanza?
Estamos viviendo una primera etapa del fenómeno. Las relaciones que se generan son amplias pero de muy baja intensidad. Desde luego las redes ya ha han demostrado que son potentes mecanismos de movilización social.
Por otro lado, las personas nunca han tenido tanta información, acceso a recursos y capacidad de relacionarse, pero dos de cada tres personas que llaman al Teléfono de la Esperanza solo quieren que alguien les escuche. ¿Qué está pasando?
Que la comunicación se mantiene en un perfil superficial. Una persona con problemas necesita un interlocutor adecuado. Formado, dispuesto a ayudar y sin interés personal. No es tan fácil encontrar eso.
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