miércoles, 9 de noviembre de 2011

Dos de cada tres personas que llama al Teléfono de la Esperanza solo pide que "alguien les escuche"



El Teléfono de la Esperanza celebra el 15 de noviembre el Día de la Escucha, una jornada que todos nuestros centros territoriales dedican a sensibilizar a la sociedad sobre los efectos beneficiosos que tiene para todos saber escuchar a los demás. En años anteriores, hemos centrado la celebración en la ayuda a colectivos como los inmigrantes y la mujer siendo la de este año muy especial para nosotros porque conmemoramos el 40º aniversario de la fundación de nuestra asociación. S.M el rey Juan Carlos i ha aceptado presidir el comité de honor de los actos que venimos desarrollando desde septiembre.

Actos en Málaga

El equipo de voluntarios de Málaga ha preparado los siguientes actos:

Día 15 de noviembre. Mesa informativa en la calle Larios (esquina al antiguo Banco Zaragozano). De 10 a 21 horas. Nuestros compañeros informarán a los malagueños sobre la labor que desarrollan en la atención a personas en crisis y la formación en salud emocional de la población en general a través de cursos, talleres y grupos de autoayuda.  Además, los ciudadanos pueden adquirir libros escritos por voluntarios y colaboradores de la organización como 'Nuestras locuras y corduras', del psiquiatra Alejandro Rocamora'Sentimientos rimados', el relato personal de Hortensia Moreno Gómez, una mujer que se enfrentó al cáncer y 'La última plegaria' de Carlos Linares Morejón.

Día 16 de noviembre. 20 horas. 'Villa Esperanza' (C/Hurtado de Mendoza, 3). Conferencia 'Transmitir esperanza' a cargo de la periodista y escritora Gloria Díez, que el pasado mes de septiembre presentó en Sevilla 'Serafín Madrid, el hortelano de sueños', la biografía del hombre que en 1971 fundó el Teléfono de la Esperanza en esa ciudad andaluza.

Día 24 de noviembre. 20 horas. 'Villa Esperanza' (C/Hurtado de Mendoza, 3). 
Conferencia 'Cantes de Málaga' por Cati Casasola. Le acompañarán Manolo Jiménez, José A. Ortigo y Joaquín Millán.


4 millones de llamadas

En 40 años de existencia, los voluntarios del Teléfono de la Esperanza han atendido más de 4 millones de llamadas de personas en situación de crisis emocional (más de 300.000 con temática suicida). Y la primera demanda que realizan los que llaman al Teléfono de la Esperanza es "ser escuchado". Porque, cuando una persona está sufriendo una crisis emocional, solo con el hecho de desahogarse con alguien que les respeta y no le juzga, experimenta una gran liberación interior. Porque las penas, compartidas, 'pesan' menos.
En concreto, el 65% de los llamantes dice que necesita que "alguien le escuche", muy por delante del 17% que pide orientación respecto a un problema o del 7% que solicita entrevista con un psicólogo o un abogado. La escucha activa es, en sí misma, terapéutica. Escuchar de forma activa requiere prestar atención a nuestro interlocutor, entender el mensaje que nos está transmitiendo y además captar los sentimientos que subyacen a lo que está diciendo y, por último, comprender lo que nuestro interlocutor nos demanda. 
El balance de llamadas se refiere a la suma de todos los teléfonos de la esperanza hoy desplegados en quince países de América Latina y Europa.


La escucha activa

La escucha activa es, en si misma, terapeútica. Escuchar de forma activa requiere prestas atención a nuestro interlocutor, entender el mensaje que nos está transmitiendo y además captar los sentimientos que subyacen a lo que está diciendo y, por último, comprender lo que nuestro interlocutor nos demanda. De hecho, muchos de los expertos de la salud mental sostienen que la carencia de una escucha profunda y de calidad en la infancia es el principal origen de muchos de los trastornos psicológicos y psiquiátricos en la edad adulta.


Saber escuchar en la 'civilización de la prisa'

Hoy, en la civilización de la prisa y el estrés, hay cada vez menos personas que sepan escuchar con atención y serenidad. Porque la escucha de calidad requiere de un tiempo. Un tiempo para el otro, para que se exprese con tranquilidad, para que verbalice aquello que realmente siente, sin presionarle para que cuente lo que sea rápidamente, ni aturdirle para que cuente lo que queremos que diga. Y también es necesario darse un tiempo a uno mismo para comprender, en toda su dimensión, lo que la otra persona nos está tratando de comunicar.
Saber escuchar bien es, por tanto, una destreza muy necesaria en nuestra sociedad que merece ser enseñada porque produce efectos beneficiosos para el que es escuchado, pero también para el que sabe escuchar, porque crece como persona y gana en sabiduría, prudencia y humildad.


Dossier: 40 años escuchando. El Teléfono de la Esperanza en cifras

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