sábado, 12 de junio de 2010

El padre Cacho, misionero en México, recuerda su trabajo en el teléfono de Málaga en los años 80

El misionero pasionista padre Cacho lleva 15 años en Toluca, México, y está pasando varias semanas en Málaga dónde dirigió el Teléfono de la Esperanza durante dos años e hizo una gran labor pastoral en la parroquia de un barrio marginal cuya primera sede fue un bar.
Cacho compartió una tarde con El tiempo de la esperanza en la que recorrimos el popular barrio de la Cruz Verde dónde muchos aún reconocían bajo las barbas blancas a aquel cura de barba oscura que decía misa en el bar 'Luis', bautizaba en las casas y celebraba comuniones de prestado en parroquias cercanas.
El esfuerzo arrastró a payos y gitanos a participar en verbenas, rifas y campañas hasta conseguir, con la ayuda de muchos y del Obispado de Málaga, levantar la parroquia de El Buen Pastor dónde había un basurero. Eran los años 80 y el barrio, uno de esos enclaves degradados de los cascos históricos de las ciudades, era el escenario propicio para que muchas familias vivieran hacinadas en viejos 'corralones', mientras los niños jugaban en solares llenos de ratas y la droga circulaba entre los jóvenes. Y allí estaba Cacho. "Siempre me ha gustado estar con la gente, que es dónde debe estar un hijo de Dios", confiesa este hombre corpulento de verbo sencillo.
Pero la actividad pastoral y social de Cacho se multiplicaba porque ejercía de director espiritual en dos colegios muy distantes y colaboró primero y dirigió durante dos años el Teléfono de la Esperanza de Málaga. Recuerda que en aquellos tiempos, en la primera mitad de los años 80, él y los otros voluntarios a la escucha de los problemas de la gente quedaban impactados de "la Málaga subterránea que se adivinaba bajo esos malagueños alegres". Los problemas más habituales que llegaban a los orientadores estaban relacionados con divorcios, malos tratos, drogadicción y depresiones "que aumentaban después del verano".
Cacho cuenta que la mayoría de los voluntarios provenían de la Iglesia Católica con un grado mayor o menor de compromiso, según las personas, y "el ambiente era familiar". El impacto de la crudeza de algunos casos aún le vienen a la mente. "Un hombre iba a matar a su mujer con un cuchillo, vio el número del teléfono en el periódico, llamó para burlarse y acabó abandonando la idea de lo que iba a hacer y entregando el cuchillo".
Otro llamante dejo un poso de amarga incertidumbre en 'Villa Esperanza' cuando advirtió de que iba a suicidarse, no quería que le quitaran la idea de la cabeza y sólo aspiraba a "morir escuchando una voz amiga". La comunicación se interrumpió y nunca hubo una certeza del final de ésta persona.
En esos años de arranque del Teléfono de la Esperanza, Cacho relata que había gente a la que "les daba corte" encontrarse con un sacerdote y plasma esta fotografía de la labor del teléfono en esa época como sigue. "Yo siempre decía que el teléfono era un 'confesionario social'. Había mucha mística, deseo de servir...nos reuníamos y evaluábamos entre todos el trabajo y las respuestas que dábamos". Algunos de los profesionales de la Psicología actuales del teléfono pasaban consulta y varios voluntarios ya colaboraban entonces.
Con la ayuda de la Fundación Málaga, Cacho ha desplegado entre mayo y junio una intensa actividad en la ciudad para captar fondos destinados a programas de atención social, educativa y de igualdad en Toluca. El puesto de la fundación en la Feria del Libro puso a la venta una revista de los Padres Pasionistas, la orden religiosa a la que pertenece este misionero, y fotos hechas por Cacho en México. Además, hasta el 18 de junio permanece abierta al público una exposición de fotografías suyas en el Hotel Molina Lario y ha celebrado una cena benéfica. Los Padres Pasionistas llevan a cabo un programa de acompañamiento diario de niños de la calle, mantienen un dispensario, un comedor social para 200 personas, colonias de verano para niños y proyectos de educación para la prevención de la violencia.
La labor de Cacho y sus compañeros en México es una tarea que irradia esperanza día a día a cientos de personas de su entorno, como ya hizo en Málaga dónde algunas de las personas que estaban en el bar dónde lo fotografiamos todavía lo recordaban.

2 comentarios:

itzy dijo...

como se nota que Dios sabe cual es la mision de cada uno de sus hijos....por ...........Gracias papito Dios por darnos un misionero tan etregado a nosotros que tanto lo necesitamos...........

Anónimo dijo...

DIOS TE BENDIGA,PADRE CACHO,QUE AÑOS AQUELLOS,HUMILDES PERO INOLVIDABLES,SOY SONIA TE ESCRIBI Y TE MANDE UNA FOTO,UN ABRAZO