sábado, 21 de marzo de 2020

CON OTRAS GAFAS / Solidaridad, creatividad y sentido del humor




Cuando se cumple una semana del estado de alarma y el confinamiento de todo un país en sus casas, se está demostrando que la inmensa mayoría de las personas responde de forma disciplinada y sacrificada a las drásticas medidas tomadas para detener la extensión del contagio del coronavirus que ya ha causado más de 1.200 fallecidos, pero también son más de 2.000 las personas que han sido dadas de alta.
Los españoles estamos reaccionando con decisión para adaptarnos a unas condiciones de vida más duras de las habituales, siguiendo las indicaciones de las autoridades sanitarias y políticas sobre medidas de precaución y distancia social. Superado el miedo inicial al desabastecimiento del primer fin de semana, la gente guarda las distancias en las colas de supermercados, panaderías y farmacias. Son muchos los que caminan por la calle con guantes y mascarillas y se ponen en marcha redes naturales de apoyo para llevar la compra a las personas que están solas o los ancianos que no salen a la calle.
Cada tarde España sale a las terrazas y balcones y aplaude con ganas  y fuerza a ese ejército de médicos, enfermeras, auxiliares y todo el personal sanitario que se entrega durante largas jornadas de trabajo para curar a los contagiados y salvar el mayor número de personas posibles.
Una ciudadana británica residente en Medina Sidonia, Cádiz, mostraba esta semana su admiración por la solidaridad y el humor con la que el pueblo español está viviendo está dura crisis, que no ha llegado aún a su hito peor y que, sin duda, vamos a ganar. Trabajadores de otros países residentes en España destacan el amor por la vida de los españoles.
La solidaridad no es una bella palabra predicada y lanzada al aire como un brindis al sol porque late en cada barrio, en cada calle y en cada bloque de pisos con el apoyo entre unos y otros el cuidado de los más vulnerables y las constantes iniciativas para respaldar a los que están en  primera linea. La necesidad imperiosa de mascarillas protectoras ha abierto un frente de apoyo al que se han alistado empresas fabricantes, talleres de costura, monjas de clausura y una gran multinacional del sector textil.
Los bancos de alimentos recaban donaciones y multiplican el reparto entre los colectivos más vulnerables y Servicios Sociales y ONGs que atienden a las personas que duermen en las calles actúan para llevarlos a sitios seguros.
La movilización entre los sanitarios está siendo total con el reclutamiento de médicos jubilados y estudiantes del MIR. Como en una guerra sin armas, el enemigo ya ha causado varias bajas de enfermeras y médicos, entre ellas un facultativo jubilado que se incorporo a ayudar al Hospital Clínico de Málaga. Las Fuerzas de Seguridad del Estado y el Ejército se han desplegado trabajando en el control de los desplazamientos y, estos últimos, en labores de desinfección de calles, mercados y residencias de ancianos. Dos agentes de la Guardia Civil han fallecido por el COVID-19.
El humor está siendo muy importante para sobrellevar los días de encierro en las casas de familias con niños y personas de todas las edades. Muchos derrochan creatividad grabando vídeos en los que se ve a hombres que se acicalan para salir a tomar una cerveza a la cocina, nadar sobre un patinete por el pasillo o fabricar torres con rollos de papel higiénico. En Valencia hay trompetistas que lanzan sones de pasodobles de bloque a bloque, evocando las suspendidas Fallas. En Andalucía surgen pasos con dolorosas que cruzan sobre un hilo de balcón a balcón con la música de Semana Santa de fondo.
Todo ese caudal de brazos trabajando, creatividad y vitalidad dice mucho de la resiliencia de un pueblo que se resiste a ser derrotado por un enemigo invisible. Es una caudal de energía positiva muy importante para afrontar la incertidumbre de no saber cuanto tiempo durará la alerta sanitaria y el agobio por la sensación de encierro permanente.


"La solidaridad es la ternura de los pueblos"
Gioconda Belli, poetisa nicaraguense

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