El
2 de junio tuvo lugar la última sesión de formación de los alumnos
de la Facultad de Psicología de la Universidad de Málaga que han
hecho el Practicum desde octubre pasado en el Teléfono de la
Esperanza.
Los estudiantes compartieron con 'El tiempo de la esperanza' lo aprendido y vivido gracias a su contacto con los diferentes departamentos de la asociación. Todos destacan la importancia del aprendizaje constante y el crecimiento personal de los voluntarios que atienden a las personas que llaman por teléfono y asisten a los cursos y talleres.
Los estudiantes compartieron con 'El tiempo de la esperanza' lo aprendido y vivido gracias a su contacto con los diferentes departamentos de la asociación. Todos destacan la importancia del aprendizaje constante y el crecimiento personal de los voluntarios que atienden a las personas que llaman por teléfono y asisten a los cursos y talleres.
A
Carlos Suárez, uno de estos alumnos en prácticas, le pareció
"curioso" que se de mucha formación a los orientadores que
atienden las llamadas de teléfono "cuando es menos intrusivo
que la terapia" y valoró especialmente "lo que aporta la
personalidad de cada voluntario a su estilo terapéutico en la
relación paciente-terapeuta".
Rosario
Rey también participó en la
coescucha -una experiencia práctica de acompañar al orientador
cuando atiende a un llamante- y la escucha de las personas con
problemas. "El problema más destacado era el de la soledad. Me
llamó la atención que muchos que llamaban estaban solos. Tenían
mucho malestar y necesitaban comunicarlo, hablar con alguien",
resumió.
Los
futuros psicólogos tuvieron la oportunidad de vivir esos momentos de
cercanía y calidez con las personas sufrientes en la distancia y ver
como actuaban voluntarios de muy diversos perfiles profesionales y
personales. Javier Dávila
se queda con lo compartido por Felisa del Pozo, religiosa y una de las voluntarias más veteranas del Teléfono de la Esperanza en Málaga. "Desde el principio aporta mucha confianza. Puede
parecer directa, pero sabe cuando dejar de hablar y cuando dar
solución al problema. Es rápida y resolutiva y he aprendido de
ella".
María
Cortés tiene muy presente lo
aprendido en su periodo de coescucha y escucha durante los últimos
meses. "Me ha aportado tomar un posición ante alguien que viene
a pedirme ayuda. Esta experiencia me hace ver que estoy ahí para
ayudar y redirigir la actitud ante el problema que se presenta. Puedo
poner en práctica técnicas y estrategias aprendidas".
Rafael
Arévalo pudo comprobar que
"hay personas que llaman porque quieren confirmaciones sobre lo
que hacen. Quieren que se les diga si o no a algo. Se les ve con
dudas por indecisión combinadas con la soledad". También tuvo
la oportunidad de tomar contacto con los llamados 'llamantes
crónicos'. "Los habituales son un poco dependientes del
Teléfono de la Esperanza, es como si fuéramos su familia. Muchos de
ellos tienen problemas físicos o enfermedades y no tienen red de
apoyo".
Ana
Manrique, psicóloga y
voluntaria, coordinó a los alumnos desde octubre y siguió su
evolución. Destaca la importancia que tiene el hecho de que "los
psicólogos tratamos con personas, con sus inconvenientes y
tragedias. Nos formamos para darles herramientas en sus vidas. Es la
historia de un psicólogo en su desarrollo profesional".
En
esta completa etapa de formación, los estudiantes han participado en
talleres y cursos en los que se forman los propios psicólogos y
voluntarios en general, junto a personas que vienen al Teléfono de
la Esperanza a aprender de salud emocional. Varios de ellos
completaron el curso 'Conocerse para crecer' en
régimen de fin de semana internos y seguimiento durante diez
semanas. Rosario Rey detalla
que ha sido "un curso largo que me ha aportado poder conocer a
personas que estábamos ahí para conocer más de nosotros mismos. En
mi caso, me he interesado más acerca de mi y mis reacciones".
Cela
Abolafio tiene frescas en su
memoria las experiencias vividas en las dinámicas de ese curso. "Se
ven muchos problemas emocionales de las personas. Aprendí de mi
misma en la dinámica de la 'Silla vacía' con Juan Sánchez.
'La barca' me aportó ver como
me condiciona la posición de los miembros de mi familia y con 'La
careta' vemos como vamos por la vida". Una de las ideas claras
que se lleva después de este periodo es "la importancia de
tratarnos nosotros antes de tratar a los pacientes".
En
todos los talleres en los que participaron descubrieron la
importancia de abrirse a los demás, a personas con problemas o con
inquietudes sobre crecimiento personal similares. El Taller 'La alegría de vivir' coordinado
por José Portillo, fue
valioso para Carlos Suárez. "Me
fui metiendo poco a poco y ya cada semana necesitaba ese momento de
la sesión del taller. Vi dinámicas relacionadas con el mundo real
que nunca he visto en la carrera. Todas las personas se conocen, se
relacionan y se habla mucho de pasiones y de valores".
Pedro
Arredondo fue uno de los
participantes en el Taller 'Inteligencia Emocional',
coordinado por Carlos López, un
espacio muy interesante para que cualquier persona aprenda a gestionar
sus emociones. "Se aborda desde el punto de vista de la gente,
no de los académicos", señala. También tiene un recuerdo
especial para el grupo 'Entre Amigos',actividad coordinada por Esperanza Muñoz
y un grupo de voluntarias, en el que descubrió "la disposición
de la gente a compartir cosas buenas e información con los demás de
forma gratuita. Se habla de temas que no se suelen tratar en general
y se adaptan a personas sin formación".
Del
paso por la casa del Teléfono de la Esperanza, Javier
Dávila, se queda con "la
labor gratuita del voluntariado y ver como personas que vinieron
pidiendo ayuda, la recibieron y se han quedado ayudando a los demás".
Pedro
Arredondo destaca el clima de
confianza que los voluntarios dieron a la relación con los
estudiantes de Psicología. "Se nos invitó a que estuviéramos
como en nuestra casa". "Hemos visto el placer de ayudar a
los demás y aplicar esa ayuda y eso nos gusta", concluye Rafael
Arévalo.
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