jueves, 13 de junio de 2019

El placer de aprender a ayudar a los demás


El 2 de junio tuvo lugar la última sesión de formación de los alumnos de la Facultad de Psicología de la Universidad de Málaga que han hecho el Practicum desde octubre pasado en el Teléfono de la Esperanza. 
Los estudiantes compartieron con 'El tiempo de la esperanza' lo aprendido y vivido gracias a su contacto con los diferentes departamentos de la asociación. Todos destacan la importancia del aprendizaje constante y el crecimiento personal de los voluntarios que atienden a las personas que llaman por teléfono y asisten a los cursos y talleres.
A Carlos Suárez, uno de estos alumnos en prácticas, le pareció "curioso" que se de mucha formación a los orientadores que atienden las llamadas de teléfono "cuando es menos intrusivo que la terapia" y valoró especialmente "lo que aporta la personalidad de cada voluntario a su estilo terapéutico en la relación paciente-terapeuta".
Rosario Rey también participó en la coescucha -una experiencia práctica de acompañar al orientador cuando atiende a un llamante- y la escucha de las personas con problemas. "El problema más destacado era el de la soledad. Me llamó la atención que muchos que llamaban estaban solos. Tenían mucho malestar y necesitaban comunicarlo, hablar con alguien", resumió.
Los futuros psicólogos tuvieron la oportunidad de vivir esos momentos de cercanía y calidez con las personas sufrientes en la distancia y ver como actuaban voluntarios de muy diversos perfiles profesionales y personales. Javier Dávila se queda con lo compartido por Felisa del Pozo, religiosa y una de las voluntarias más veteranas del Teléfono de la Esperanza en Málaga. "Desde el principio aporta mucha confianza. Puede parecer directa, pero sabe cuando dejar de hablar y cuando dar solución al problema. Es rápida y resolutiva y he aprendido de ella".
María Cortés tiene muy presente lo aprendido en su periodo de coescucha y escucha durante los últimos meses. "Me ha aportado tomar un posición ante alguien que viene a pedirme ayuda. Esta experiencia me hace ver que estoy ahí para ayudar y redirigir la actitud ante el problema que se presenta. Puedo poner en práctica técnicas y estrategias aprendidas".
Rafael Arévalo pudo comprobar que "hay personas que llaman porque quieren confirmaciones sobre lo que hacen. Quieren que se les diga si o no a algo. Se les ve con dudas por indecisión combinadas con la soledad". También tuvo la oportunidad de tomar contacto con los llamados 'llamantes crónicos'. "Los habituales son un poco dependientes del Teléfono de la Esperanza, es como si fuéramos su familia. Muchos de ellos tienen problemas físicos o enfermedades y no tienen red de apoyo".
Ana Manrique, psicóloga y voluntaria, coordinó a los alumnos desde octubre y siguió su evolución. Destaca la importancia que tiene el hecho de que "los psicólogos tratamos con personas, con sus inconvenientes y tragedias. Nos formamos para darles herramientas en sus vidas. Es la historia de un psicólogo en su desarrollo profesional".
En esta completa etapa de formación, los estudiantes han participado en talleres y cursos en los que se forman los propios psicólogos y voluntarios en general, junto a personas que vienen al Teléfono de la Esperanza a aprender de salud emocional. Varios de ellos completaron el curso 'Conocerse para crecer' en régimen de fin de semana internos y seguimiento durante diez semanas. Rosario Rey detalla que ha sido "un curso largo que me ha aportado poder conocer a personas que estábamos ahí para conocer más de nosotros mismos. En mi caso, me he interesado más acerca de mi y mis reacciones".
Cela Abolafio tiene frescas en su memoria las experiencias vividas en las dinámicas de ese curso. "Se ven muchos problemas emocionales de las personas. Aprendí de mi misma en la dinámica de la 'Silla vacía' con Juan Sánchez. 'La barca' me aportó ver como me condiciona la posición de los miembros de mi familia y con 'La careta' vemos como vamos por la vida". Una de las ideas claras que se lleva después de este periodo es "la importancia de tratarnos nosotros antes de tratar a los pacientes".
En todos los talleres en los que participaron descubrieron la importancia de abrirse a los demás, a personas con problemas o con inquietudes sobre crecimiento personal similares. El Taller 'La alegría de vivir' coordinado por José Portillo, fue valioso para Carlos Suárez. "Me fui metiendo poco a poco y ya cada semana necesitaba ese momento de la sesión del taller. Vi dinámicas relacionadas con el mundo real que nunca he visto en la carrera. Todas las personas se conocen, se relacionan y se habla mucho de pasiones y de valores".
Pedro Arredondo fue uno de los participantes en el Taller 'Inteligencia Emocional', coordinado por Carlos López, un espacio muy interesante para que cualquier persona aprenda a gestionar sus emociones. "Se aborda desde el punto de vista de la gente, no de los académicos", señala. También tiene un recuerdo especial para el grupo 'Entre Amigos',actividad coordinada por Esperanza Muñoz y un grupo de voluntarias, en el que descubrió "la disposición de la gente a compartir cosas buenas e información con los demás de forma gratuita. Se habla de temas que no se suelen tratar en general y se adaptan a personas sin formación".
Del paso por la casa del Teléfono de la Esperanza, Javier Dávila, se queda con "la labor gratuita del voluntariado y ver como personas que vinieron pidiendo ayuda, la recibieron y se han quedado ayudando a los demás".
Pedro Arredondo destaca el clima de confianza que los voluntarios dieron a la relación con los estudiantes de Psicología. "Se nos invitó a que estuviéramos como en nuestra casa". "Hemos visto el placer de ayudar a los demás y aplicar esa ayuda y eso nos gusta", concluye Rafael Arévalo.

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