El envejecimiento de la población y la soledad también han estado presentes en las recientes campañas electorales. En Barcelona, donde el 21% de la población tiene más de 65 años, la oferta de promesas electorales específicas dirigidas a los ancianos se multiplicó en la campaña de las municipales. 'Los partidos compiten por la Barcelona que envejece' tituó gráficamente uno de sus reportajes el diario 'El País'. La oferta, amplia y variada, abarcó la construcción de viviendas para los mayores o de viviendas compartidas con jóvenes, el incremento de la atención domiciliaria, la creación de una Concejalía de Soledad y el Súper 70, un paquete de medidas que incluía, entre otras cosas, aumentar los dispositivos de asistencia y la atención personalizada.
A día de hoy, la ciudad de Barcelona, en la que residen 348.990 personas con más de 65 años de edad, cuenta con una interesante iniciativa, el Proyecto Radars, un dispositivo comunitario que se extiende por 42 barrios y se centra en un colectivo de 55.000 ancianos que viven solos. Los voluntarios que integran el proyecto son comerciantes y vecinos que operan como rádares dedicados a monitorizar a los ancianos que viven solos. La tarea consiste en ver como están de aspecto, salud y ánimo esos mayores.
En otra linea de actuación, un total de 1364 personas son atendidas por 348 voluntarios que los acompañan con visitas o llamadas telefónicas. El reto de este voluntariado es informar de sus derechos a los ancianos, trabajar por la eliminación de barreras arquitectónicas y garantizar su seguridad frente a abusos, robos y estafas. En una actuación muy parecida trabaja la fundación Amics de la Gent Gran que desarrolla actividades de socialización y hace visitas semanales.
Son iniciativas de atención a la población más mayor, con especial atención a los que viven solos, que deberán aumentarse en los próximos años en España. El Instituto Nacional de Estadística estima que en 2033 uno de cada cuatro españoles tendrá más de 65 años. Es de vital importancia la dedicación de recursos económicos y humanos a proyectos que aumenten la calidad de vida de los ancianos, el disfrute integral de todos sus derechos y la inclusión social. Para ello es necesaria una apuesta decidida y a largo plazo de los poderes públicos con la potenciación de las redes comunitarias de servicios y atención. El trabajo de Proyecto Radars y Amics de Gente Gran en Barcelona marca el camino a otros programas similares. La solidaridad y la implicación de la sociedad civil pueden hacer cuajar muchos espacios para el encuentro con los mayores y su inclusión social.
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