sábado, 8 de diciembre de 2018

CON OTRAS GAFAS / El Nobel de la Paz premia a dos titanes que luchan contra la violencia sexual y el genocidio de un pueblo


Mukwege y Murad en dos fotos de 'El País'

El próximo lunes 10 de diciembre se entregan en Oslo los premios Nobel de la Paz, que está marcados este año por el reconocimiento a dos grandes personas que han dedicado sus vidas a la lucha conta la violencia sexual sobre las mujeres en los conflictos armados. La yazidí, Nadia Murad, con solo 25 años, fue secuestrada, vendida y esclavizada sexualmente por los bárbaros medievales del Estado Islámico en 2014 pero logró huir del país y reunirse con su hermana en Alemania. En este pais europeo y en todos los foros internacionales a los que es invitada, Nadia clama contra la violencia sexual y levanta su voz recordando que 3.000 mujeres de la minoría yazidí siguen desaparecidas.
La joven y combativa Premio Nobel de la Paz se casó el pasado verano con otro activista que defiende los derechos de su minoría. Juntos luchan porque se reconozcan las matanzas del pueblo yazidí como un genocidio. Los islamistas odian a los yazidíes, asentados en Irak, porque profesan una religión ancestral en la que creen en un solo Dios y un jefe de los ángeles que representan en forma de pavo. Miles de hombres y mujeres fueron ejecutados por negarse a convertirse al Islam. 
Además de ser un referente para la eliminación de la violencia sexual sobre las mujeres, Nadia representa la importancia del uso de la no violencia en la defensa de los derechos humanos. Ha manifestado que su lucha no es para que maten a los asesinos de los yazidíes, sino que trabaja para que sean llevados ante un tribunal penal internaciona, reconozcan sus crimenes y sean castigados,
En Oslo, Nadia Murad, recibirá el Nobel de la Paz junto al doctor Denis Mukwege que trata a niñas y mujeres que han sido sometidas a agresiones sexuales, torturas y mutilaciones. 



Mukwege se ha especializado en tratar a las víctimas de violaciones en grupo. Y lo hace prestando no solo ayuda médica, también ha creado redes de apoyo a las víctimas, dando cobertura psicológica e incluso poniendo en marcha programas de ayuda económica para que puedan rehacer sus vidas y salir adelante. Miles de mujeres han participado en sus programas. Su compromiso con las ellas y la labor que desempeña molesta a los 'señores de la guera', hasta el punto de que sufrió un atentado y tuvo que exiliarse a Francia. Actualmente ha vuelto a desarrollar su labor humanitaria en Congo, pero un equipo de fuerzas de paz de la ONU custodia su hospital continuamente para protegerlo.
En el artículo 'Un Nobel contra la violencia sexual' publicado en 'La Opinión de Murcia' en noviembre pasado, el Colectivo 'Mujeres por la Igualdad en la Cultura' recordaba así lo que busca la siniestra táctica de utilizar el cuerpo de las mujeres como arma de guerra:
"La violación como arma de guerra, el rapto de mujeres y niñas para usarlas como esclavas sexuales es un feminicidio orquestado, un acto premeditado para acabar con las mujeres y generar daños que impacten en ellas y en la sociedad. Violentando a las mujeres se somete a la población y se humilla al enemigo. Así se acaba con el tejido social. A la mujer la violación la destruye como ser humano y a los daños físicos y psicológicos que sufren hay que sumar el rechazo por parte de su comunidad.
La valentía de Nadia Murad, que ha contado su experiencia en diferentes foros internacionales, y del doctor Mukwege, amenazado por los señores de la guerra en el Congo por realizar su trabajo dando soporte médico y psicológico a las víctimas, han permitido, sin duda, poner sobre la mesa, tras años de silencio, el uso de la violencia sexual como arma de guerra. Ambos han sido galardonados este año con el premio Nobel de la Paz. «Cada uno de ellos a su manera ha ayudado a dar mayor visibilidad a la violencia sexual en tiempos de guerra, para que los perpetradores puedan ser responsabilizados por sus acciones», señala el Comité Nobel Noruego".
El mundo reconoce a estos dos grandes defensores de los derechos humanos por su trabajo incansable para que se conozca la verdad, se castigue a los culpables y las víctimas puedan tener una reparación física y psicológica que les permita vivir de la mejor manera posible el resto de sus vidas.



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