Suelta de globos en la Plaza de Félix Sáenz de Málaga. Foto: Ayuntamiento de Málaga |
Los voluntarios del Teléfono de la Esperanza viven
todos los días del año la transmisión de esperanza a las personas que sufren
soledad, angustia o desesperanza por diferentes motivos, pero hoy, Día
Internacional para la Prevención del Suicidio, lo están haciendo de
una forma muy especial. Impulsan la visibilidad en la sociedad de un asunto del
que apenas se habla, pese a tratarse de una lacra para la salud pública.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que cada año
se quitan la vida 800.000 personas en el mundo y son 10 las que lo hacen a
diario en España, donde las muertes por esta causa doblan a la de las víctimas
de los accidentes de tráfico.
Hay que sensibilizar,
alertar y anunciar la esperanza en mayúsculas, pero no de forma puntual y
voluntarista, sino ofreciendo la experiencia y cualificación de los
voluntarios, los programas en desarrollo y la colaboración con instituciones y
entidades para detectar a la población en riesgo y ofrecerle ayuda.
La causa de la prevención del suicidio ha impulsado iniciativas en
los últimos días como una conferencia en el Colegio de Psicólogos de Madrid y
encendido de velas en numerosas ciudades en Murcia, Sevilla, Málaga, Granada y
Logroño, entre otras ciudades. Un grupo de niños y adultos han transmitido ese
mensaje potente de razones para vivir levantando un 'árbol de la vida' en
Albacete.
El día 7 de septiembre, en el acto del
Teléfono de la Esperanza de León, intervino Alejandro Rocamora Bonilla,
psiquiatra, profesor del Centro de Humanización de la Salud en Madrid,
vicepresidente de la Asociación de Investigación, Prevención e Intervención del
Suicidio (AIPIS) y colaborador de nuestra organización. Rocamora habló sobre la prevención del suicidio en la
juventud y claves para la familia. Manifestó que “el derrotismo, la
incapacidad y la desesperanza” conducen
al suicidio y que detrás de un intento de suicidio “hay una clara petición de
ayuda”. Como medidas
preventivas apostó por: “promover
y educar en valores saludables, educar en la frustración, en la tolerancia,
para la expresión de los sentimientos sean los que sean, posibilitar vínculos
sanos, favorecer la autoestima..”. "¿Cómo ayudar a la familia? Detectando
los síntomas, estando atentos al mecanismo de negación, cuidando, favoreciendo
la explicitación del malestar y la adherencia al tratamiento que corresponda. Cada
uno de nosotros podemos ver los garrotes de la cárcel o tratar de ver lo que
está detrás de los garrotes”.
La vela ha sido encendida y ha prendido en
forma de un mayor impacto en los medios de comunicación que se han hecho eco de
la importancia de abordar este problema y de las iniciativas del Teléfono de la
Esperanza y diversas administraciones que están activando recursos e integrando
la prevención del suicidio en sus políticas de salud mental. La sociedad ha
empezado a despertar.
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