martes, 16 de agosto de 2016

Silencio para conectar con el yo interior




Ana Manrique. Psicóloga en el Teléfono de la Esperanza

Existe en el ser humano una necesidad innata de conexión consigo mismo.
Este aspecto noético que nos introduce en el alma y espíritu en relación con la realidad, con lo material que nos rodea, hace y contribuye a tomar contacto con algo que intuimos, que está en nosotros y no sabemos definir con exactitud, ya que invade territorios tan dispares como los sentimientos, la razón, la conciencia o la intuición misma. Rozar este conocimiento muchas veces nos produce temor, inseguridad, un vacío.
Estamos muy acostumbrados a tocar o explicar lo que vemos y creer que fuera de esta realidad material la existencia de cualquier cosa es absurda, una falacia, una entelequia que desechamos.
Y una vez desechada, esa necesidad de conexión consigo mismo de la que hablábamos, queda enterrada pero viva, ya que sentimos que sigue extorsionando nuestra paz.
Psicológicamente se convierte este entierro en trastornos más o menos graves, que se sustentan en miedos,  inseguridades, ansiedades, obsesiones, depresiones… y se muestran en rabias, frustraciones, inhibiciones…
Esta sensación de descontrol, lleva al deseo de posesión, de regulación, de tener el orden y el poder sobre todo, incluidas las personas o la propia Naturaleza y la muerte.
Cuando empezamos a introducir en nuestro espacio interior, la quietud o el silencio, parece que la calma se establece, y comienza a imperar en nosotros un conocimiento “desconocido” de lo que antes exigíamos y deseábamos controlar o poseer.

Ese espacio interior, esa quietud, ese silencio encontrado, a veces sin saber cómo, es el inicio de una nueva dimensión de vida que, sin duda, establece como por arte de magia el entendimiento y aceptación de lo que “es”, renovando así nuestro “día a día”.  

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