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Ana Manrique
Psicóloga del Teléfono de la Esperanza
Esta palabra desde que empezó la
situación de pandemia, ha estado en el vocabulario de la población en general y
la hemos asociado a las personas mayores.
Con respecto a esto quiero
transmitiros una anécdota que a mí me hizo pensar y posicionarme desde otro
punto de vista:
En conversación con una anciana, me
transmitió, un poco desde su frustración por una inadmisible experiencia, que
cuando ella se sentía respetada desaparecía por encanto, la sensación de
vulnerabilidad o desprotección.
Pensé en ello y realmente la
vulnerabilidad, o ser considerado vulnerable, infunde miedo, sin embargo el
respeto transmite seguridad. Y el miedo a su vez implica desprotección pero el
respeto puede estimular fortalezas de integración y superación; es muy distinto
sentir que ha de ser protegida como especie en extinción, que sentirse
protegida por el valor intrínseco como persona que cumple un papel en sociedad,
precisamente por ser mayor.
Bien es verdad que existen una serie
de factores que influyen en ser vulnerables, todos los sabemos, pero si nos
damos cuenta un gran porcentaje de estos factores han sido creados por la
propia sociedad. Actualmente en esta “nuestra” sociedad hay dos sectores de
población que han sido excluidos de la misma, los mayores y los niños.
El ritmo del día a día, la vorágine
de ocupaciones, la premura, la velocidad, las nuevas tecnologías, las
relaciones humanas… todo esto y más, ya sea por exceso o por defecto hace que
estos dos sectores esenciales en la población se sientan vulnerables y
desprotegidos.
Ya hablaremos de los niños en otro
momento. Sigamos con los ancianos.
¿Qué necesitan nuestros mayores para
sentirse parte de la sociedad, integrados en ella?
Todos sabemos la importancia de
ESCUCHAR, y creo que esto es el inicio de ese respeto del que me habló esta
anciana.
Si se sienten escuchados, en sus
sentimientos, en sus proyectos, en sus deseos, en sus necesidades, en sus
preguntas, en sus descubrimientos, inquietudes, dolencias, y lo hablamos con
ellos, desde la calma, siguiendo sus tiempos, sus espacios, sus pausas, haremos
que se genere el poder solucionador de lo que les preocupa, y seguro que como
cualquier otra persona saben trasladar a sus vidas sus recursos, sabiendo cómo
y cuándo sacarlos y utilizarlos adecuadamente. Muestran más habilidades y
sentido común del que creemos, saben, lo que es debido o no en cada
circunstancia determinada, y sobre todo saben aceptar, tolerar, esperar y dar
más y mejor que otras personas. Infravaloramos sus fortalezas internas que les
dan alas en situaciones extremas, y se comportan con una destreza, valentía y
aceptación que ojala sepamos captar y llevarlas a nuestras vidas.
En el teléfono de la
Esperanza siempre es un privilegio la atención a estas personas. Seamos
conscientes, muy conscientes, de los momentos que les dedicamos, mientras
hablen con nosotros deben sentir que su trayectoria de vida es importante que
es necesario que la culminen, ayudémosles, en sus dificultades o privaciones,
desde el respeto, tienen mucho que legarnos y no nos podemos permitir
desperdiciar el bagaje de sus vivencias y experiencias.
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