Carlos López
Coordinador de talleres del Teléfono de la Esperanza
La Psicología evolutiva o del desarrollo humano, estudia la forma en la
que los seres humanos cambian a lo largo de su vida. Comprende el estudio del
ciclo vital, observa de qué manera cambian continuamente las acciones de un individuo
y cómo éste reacciona a un ambiente que también está en constante cambio.
Los psicólogos
de esta corriente denominan
desarrollo al cambio psicológico sistemático que se da a lo largo de la vida. Durante este proceso
la persona va accediendo a estados más complejos y "mejores" que los
anteriores (Wikipedia).
Según esta corriente evolutiva el cerebro cuenta con
dos sistemas cerebrales, uno de supervivencia o cerebro viejo (el instintivo y
el emocional) y otro que se denomina sistema de trascendencia o cerebro nuevo (el
reflexivo).
Comprender como nuestra mente ha llegado a ser lo que
es y cómo nos hace funcionar en los distintos momentos de nuestra vida, puede
ser de gran ayuda a la hora de elaborar cada proceso que nos presenta la vida,
reconociendo que nosotros no hemos diseñado ni creado nuestro cerebro. Si
entendemos como funciona nuestra mente, sabremos a qué nos enfrentamos.
Cuando nos vemos sometidos ante una amenaza vital como
la actual del Covid-19, se puede abrir también una ventana de oportunidad para
salir de automatismos cerebrales y conectar con un sentido de vida entre lo
animal (cerebro viejo) y humano (neocórtex cerebro nuevo).
¿Podemos aprovechar esta crisis de salud global como
una oportunidad para reforzar este dialogo entre los dos cerebros que genere
nuevos sentidos a nivel personal, relacional y social?
Lo que propone esta corriente psicológica sería el
reforzamiento de conexiones entre los dos cerebros Viejo y Nuevo (Supervivencia
y Transcendencia). Unir en un dialogo de atención plena los procesos de lucha,
huida y paralización (Supervivencia) con el proceso que como mamíferos
también poseemos: cuidar y hacer amistad (Transcendencia).
El gran reto para
conseguir este dialogo lo resume la escritora Anne Lammot que decía: “Mi mente es como un barrio peligroso,
trato de no andar sola por ahí”.
Se refiere a que si no
controlamos esa voz interior autocritica, que en las circunstancias actuales
nos está activando en demasía, el sentido de supervivencia se queda al mando de
nuestra persona, generando mucho sufrimiento y enfermedades mentales. Por esta
razón Paul Gilbert apunta los beneficios de cultivar también la voz compasiva
interior (el yo autocompasivo) que va a contrarrestar al yo autocritico,
generando un equilibrio y devolviendo a la persona su Ser. Camino de dialogo, que no es nuevo para la
humanidad, ya que es conocido por todos: la oración, la meditación, la
contemplación o la actual atención plena, y cuyo objetivo era que donde hay autocritica pon auto amabilidad, donde hay autoaislamiento pon humanidad compartida
y donde hay ensimismamiento pon atención.
Dos voces que nos
construyen, dos caras de la misma moneda, la supervivencia y la transcendencia.
En este tiempo de crisis
que nos esta dejando por los suelos, que ha desequilibrado las costumbres de
nuestra vida diaria, y que la podríamos denominar “parada de vida”, uno se
puede plantear la cuestión “no es así como veía mi vida”.
Esta situación, nos
puede servir como experiencia de despertar o de conexión con lo que somos.
Podemos darnos cuenta de cuan dormidos y ausentes, estábamos de nosotros
mismos.
La conclusión de toda
esta crisis seria que, en ese dialogo entre supervivencia y transcendencia descubramos
lo importante de nuestra vida: sentirnos vivos y amados.
No hay comentarios:
Publicar un comentario