martes, 14 de julio de 2020

Olvidar que somos vida y amor




Carlos López
Coordinador de talleres del Teléfono de la Esperanza


La Psicología evolutiva o del desarrollo humano, estudia la forma en la que los seres humanos cambian a lo largo de su vida. Comprende el estudio del ciclo vital, observa de qué manera cambian continuamente las acciones de un individuo y cómo éste reacciona a un ambiente que también está en constante cambio.

Los psicólogos de esta corriente denominan desarrollo al cambio psicológico sistemático que se da a lo largo de la vida. Durante este proceso la persona va accediendo a estados más complejos y "mejores" que los anteriores (Wikipedia).

Según esta corriente evolutiva el cerebro cuenta con dos sistemas cerebrales, uno de supervivencia o cerebro viejo (el instintivo y el emocional) y otro que se denomina sistema de trascendencia o cerebro nuevo (el reflexivo).

Comprender como nuestra mente ha llegado a ser lo que es y cómo nos hace funcionar en los distintos momentos de nuestra vida, puede ser de gran ayuda a la hora de elaborar cada proceso que nos presenta la vida, reconociendo que nosotros no hemos diseñado ni creado nuestro cerebro. Si entendemos como funciona nuestra mente, sabremos a qué nos enfrentamos.

Cuando nos vemos sometidos ante una amenaza vital como la actual del Covid-19, se puede abrir también una ventana de oportunidad para salir de automatismos cerebrales y conectar con un sentido de vida entre lo animal (cerebro viejo) y humano (neocórtex cerebro nuevo).

¿Podemos aprovechar esta crisis de salud global como una oportunidad para reforzar este dialogo entre los dos cerebros que genere nuevos sentidos a nivel personal, relacional y social?
Lo que propone esta corriente psicológica sería el reforzamiento de conexiones entre los dos cerebros Viejo y Nuevo (Supervivencia y Transcendencia). Unir en un dialogo de atención plena los procesos de lucha, huida y paralización (Supervivencia) con el proceso que como mamíferos también poseemos: cuidar y hacer amistad (Transcendencia).

El gran reto para conseguir este dialogo lo resume la escritora Anne Lammot que decía: Mi mente es como un barrio peligroso, trato de no andar sola por ahí.  
Se refiere a que si no controlamos esa voz interior autocritica, que en las circunstancias actuales nos está activando en demasía, el sentido de supervivencia se queda al mando de nuestra persona, generando mucho sufrimiento y enfermedades mentales. Por esta razón Paul Gilbert apunta los beneficios de cultivar también la voz compasiva interior (el yo autocompasivo) que va a contrarrestar al yo autocritico, generando un equilibrio y devolviendo a la persona su Ser.  Camino de dialogo, que no es nuevo para la humanidad, ya que es conocido por todos: la oración, la meditación, la contemplación o la actual atención plena, y cuyo objetivo era que donde hay autocritica pon auto amabilidad, donde hay autoaislamiento pon humanidad compartida y donde hay ensimismamiento pon atención.
Dos voces que nos construyen, dos caras de la misma moneda, la supervivencia y la transcendencia.
En este tiempo de crisis que nos esta dejando por los suelos, que ha desequilibrado las costumbres de nuestra vida diaria, y que la podríamos denominar “parada de vida”, uno se puede plantear la cuestión “no es así como veía mi vida”.
Esta situación, nos puede servir como experiencia de despertar o de conexión con lo que somos. Podemos darnos cuenta de cuan dormidos y ausentes, estábamos de nosotros mismos.
La conclusión de toda esta crisis seria que, en ese dialogo entre supervivencia y transcendencia descubramos lo importante de nuestra vida: sentirnos vivos y amados.



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